Estimados lectores. Todos y cada uno de nosotros recordamos y recordaremos, por ser, sin lugar a dudas, uno de los momentos históricos más importantes de los últimos tiempos, qué estábamos haciendo en el preciso momento en que nos enteramos que Uruguay tenía cuatro casos de Coronavirus, de los cuales, dos, estaban en Salto.
A partir de ahí, de ese día, lo que vino es conocido y no viene al caso recordarlo.
Hoy, con las vacunas ya en nuestro país y en nuestro departamento, la batalla aquella que supimos dar al enfrentarnos a un desconocido, al cual, no sabíamos de qué manera combatir, vuelve a tener tanta vigencia como entonces, pues, si bien la ciencia nos ha otorgado una herramienta importante para enfrentar la pandemia, lo cierto es que, las medidas de prevención, no han mutado como sí lo ha hecho, para mal de todos, la cepa del Covid 19.
Nos gustaría poder escribir unas líneas meramente conmemorativas por la llegada de las dosis de Sinovac y Pfizer, pero, lamentablemente, muchos compatriotas no han comprendido, un poco por desinformación y otro poco por necedad, que si bien la vacuna inmuniza, los resultados se verán en meses y no de forma espontánea, siendo una irrealidad creer que, ya nos encontramos fuera de peligro.
Mucho escepticismo hubo al principio respecto a la vacuna, y continúa habiéndolo, a pesar de las claras y múltiples explicaciones brindadas por la academia sobre la efectividad de la misma.
Lamentablemente, sigue la duda, y, de esa forma, una actitud un tanto irresponsable de parte de quienes, con todo el derecho del mundo a negarse a dársela, tampoco ayudan con un discurso proactivo.
Desde este mismo espacio hemos exhortado a la población a dar el paso y a cumplir con una recomendación dada por quienes están en el tema y aseguran su confiabilidad.
No es momento de que la necedad de unos, y la terquedad de otros, impidan que este año se empiece a derrotar a un enemigo que, no solo en la salud, ha hecho muchos estragos.
Pensemos en aquellos compatriotas que, a causa del coronavirus, perdieron sus fuentes de trabajo, en aquellos que continúan en seguro de paro, unos y otros, que han visto reducidos sus ingresos sistemáticamente o en su totalidad, con todo lo que ello conlleva; en aquellos que han estado en la primer trinchera, como son los integrantes de los equipos de salud; con más razón, recordemos a quienes fueron menos afortunados y ya no están entre nosotros.
No actuemos como incoherentes, pues, a esos mismos científicos y facultativos que hoy ponemos en tela de juicio al pedirnos que nos vacunemos, son a quienes recurrimos y recurriremos por cualquier otra afección.
Debemos redoblar la apuesta. Continuar con los cuidados y, al mismo tiempo, vacunarnos cuando nos toque, por nosotros y nuestros seres queridos.
Tengamos empatía, palabra muy de moda en la actualidad; pero que la misma no quede solamente en frases llenas de inspiradoras palabras. Para muestra basta un botón. Hay varios jerarcas a nivel nacional, tanto del gobierno como del Parlamento, que están infectados. Ellos, que deberían haber actuado en cada momento con coherencia, no fueron los suficientemente prudentes como para evitarlo. Recordemos aquello de que la mujer del César no solo tiene que serlo sino, también, parecerlo…bueno. Parecería que no todos la conocen.
A un año de la pandemia en nuestras praderas, Uruguay sigue siendo ejemplo en la región y el mundo. Alentador y halagador. Pero en este tema, está en juego la vida, nada más y nada menos. Así que a ser un poco más humanos y menos pagados de nosotros mismos.
Dejemos por una vez de lado el creernos todólogos, típico mal rioplatense, y hagamos lo que se nos indica, vacunarnos. No solo tenemos derechos, también tenemos obligaciones. Esta, es una de ellas.
Por: Dr. Adrián Báez