Concepción M. Moreno. Montevideo, 23 may (EFE)
El escritor modernista Amado Nervo llegó como «embajador» de la cultura mexicana a Montevideo, ciudad que hace un siglo era epicentro poético. Pero apenas pasó algunos días antes de que le alcanzara la muerte, el 24 de mayo de 1919, fecha de la que este viernes se cumplen 100 años. Al país suramericano había viajado como diplomático, enviado por el Gobierno de Venustiano Carranza «para atenuar esta idea que había generado la Revolución Mexicana» y «decir: ‘en México, sí, hubo un problema revolucionario, pero también hay arte y cultura», explica a Efe Guillermo Espinosa, integrante de la Red Global MX, Instituto de los Mexicanos en el Exterior. Espinosa, periodista y organizador de un programa de actividades en Montevideo con motivo del centenario del fallecimiento de Nervo, ve un paralelismo con la actual situación de México, «un país que ha tenido ciclos recurrentes de episodios donde emergen la violencia y los reclamos sociales», si bien en 2019 esos episodios violentos derivan «básicamente de la delincuencia organizada». «Cien años después este mensaje vuelve a ser relevante. México tiene problemas, sí, pero también tiene un arte y una cultura que compartir con sus hermanos latinoamericanos», agrega. El fallecimiento de Amado Nervo, con 48 años, por culpa de problemas renales, fue el último de una serie de episodios tristes que habían marcado su vida: la muerte de su padre cuando él tenía solo 9 años, el suicidio de su hermano Luis y el deceso, también prematuro, del amor de su vida: Ana Cecilia Luisa Daillez. Con ella solo pasó 11 años de su vida (de 1901 a 1912, fecha de su muerte en Madrid), pero marcó su existencia y su creación hasta el punto de que la obra que le dedicó, «La amada inmóvil» (1912), no fue publicada hasta la muerte de Nervo, ya que él la consideraba parte de sus papeles más íntimos. El creador de «El éxodo y las flores del camino», «Perlas negras» y «Místicas», que también había trabajado como articulista y corresponsal en México, fue destinado a España como parte de la carrera diplomática que inició en 1905 y que se vio interrumpida por la Revolución Mexicana (1910-1917). Una vez finalizada esta, y con el Gobierno de Carranza en activo, recibe el encargo de salir del país, en este caso como enviado diplomático a Argentina y Uruguay, viaje del que solo regresaría ya en un ataúd. «Lo que sucedió, y está en la prensa de la época, da cuenta de una multitudinaria movilización de la gente en la avenida 18 de Julio, en el Cementerio Central (de Montevideo)… La gente acompañó su féretro, fue a su sepelio, hubo discursos…», explica Espinosa al hilo de la muerte de Nervo, sobrevenida el 24 de mayo de 1919.