“Estar al frente de la dirección del IPOLL en sus 150 años fue un regalo de la vida, la coronación de mi carrera”

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Prof. Silvia Sevrini; Directora del Liceo N° 1 IPOLL

La profesora Silvia Sevrini será recordada como la directora de las celebraciones de los 150 años del Liceo N° 1 IPOLL. Pero en esta charla franca, nos permitió conocer aspectos de lo que ha sido su vida hasta llegar a ese importante mojón de nuestra sociedad.

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1. Hábleme de sus primeros años, la niñez, la familia, la escuela y el liceo.

– Mi niñez, mi adolescencia y juventud fueron muy bellas, tengo recuerdos espectaculares. Nací en calle Artigas frente al IPOLL cuando todavía no existía el edificio pero estaba en construcción. Me acuerdo de su inauguración y de haber entrado de la mano de mi papá, don Adolfo Sevrini, y mi mamá Nina Filonenko, dos hijos de inmigrantes, papá de libaneses y mamá de inmigrantes ucranianos. Mis padres motivaron siempre a sus tres hijas, María del Carmen, Estela y yo, a que estudiáramos para formarnos para el futuro. Así fue como él desde su comercio, la carnicería, y mamá, mujer del hogar, ayudando siempre a sus hijas para que tuviéramos lo que necesitáramos. Estudiamos las tres, mi hermana mayor es abogada, Estela es odontóloga y profesora de Física, y yo estudié profesorado de Historia. Hice mi Primaria en el Colegio María Auxiliadora, los tres años de Ciclo Básico los hice en el Colegio Sagrada Familia, que en esos momentos abría sus puertas a la Secundaria, y como papá había ido al Sagrada Familia de niño, quiso que siguiera ese camino. Luego 4°, 5° y 6° lo hice en el IPOLL.

2. ¿Por qué su vocación la lleva a la docencia y por qué la Historia?

– Desde chiquita siempre me gustó enseñar, jugaba a ser maestra. En una reunión familiar que tuvimos con Rosa Silvestre, prima de mi padre, ella muy mayor y yo con 12 años, me dijo, “¿no te gustaría ser docente?”. Nunca me olvidé de ese momento, y pensé siempre por el lado de Magisterio, pero en 5° y 6° tuve muy buenas profesoras de Historia que me motivaron mucho, Marita Almirati y Virginia Pirotto, entonces fui a hacer el profesorado al IPA. Siempre me gustó la Historia, buscar en el pasado, tengo una buena memoria para las fechas, y mi mamá también era muy de la Historia, nos gustaba mucho.

3. ¿Cómo vivió esa experiencia en Montevideo?

– Fue una linda experiencia, porque también allí, así como acá había hecho compañeritas en la escuela que iban a jugar a casa con amistades que todavía se mantienen, muchas de las cuales seguimos en el querido IPOLL. Tuve compañeras y compañeros muy queridos en Montevideo con los que aún mantengo contacto. En ese momento me sentí muy integrada, tengo facilidad para eso, y formamos grupos de estudio muy lindos. Siempre pensé que estudiaría sola, y se dio a la inversa.

4. ¿Cómo fue ese cambio de vida de Salto a Montevideo?

– Estuve con mi hermana, que todavía había una de ellas allá. De los tres años que estuve solo el último estuve sola. Siempre estuvo la presencia de mis padres en cada encomienda que las manos de mi madre preparaban con amor. El pan casero, la comida que llegaba, los productos que mandaban, pero nunca olvidaré la bolsita con jazmines de Salto que llegaban impecables, alguna sorpresita y la cartita que venía entre la ropa. Era una época que nos comunicábamos por carta. Así que esperaba a que llegara la encomienda cada sábado, buscar la cartita y una llamada por teléfono los domingos, porque todavía era cara la llamada de larga distancia. Estaba esa confianza de saber que una estaba estudiando junto al compromiso de responder al sacrificio que hacían mis padres para que pudiéramos estudiar. Nunca pasó por mi cabeza el no estudiar porque estaba el día feo y decidir quedarme, no tuve faltas. No vivía lejos del IPA, estaba en Rondeau y Uruguay, a un pasito de lo que era Agencia Central en ese momento. Iba siempre caminando o en ómnibus si llovía, porque el IPA estaba a una cuadra del Palacio Legislativo. Me gustaría aprovechar para recordar a algunos docentes del IPA que fueron impecables, como Elisa Silva en Historia Nacional, Celiar Mena Segarra, Germán D’Elía. Yo arranqué a estudiar en épocas de transición política, comencé en 1983 y me recibí en 1986.

5. Hay mojones en la vida de cada uno, ¿recuerda su primera clase como profesora?

– Las cosas de la vida quisieron que me llamaran para una suplencia en el Liceo N° 1, por lo tanto, hace 38 años comencé mi primer trabajo en el Liceo N° 1, con clases de 3° año. Eran grupos chicos en la tarde, iba con mucho ánimo y curiosidad por tener ese primer contacto sintiéndome ya profesora. Ya no tenía aquella guía de mi práctica docente, sino que tenía que estar solita enfrentada a la clase. Ahora es diferente, ya en 4° de profesorado tienen un grupo a cargo, eso no había en mi época de estudiante, teníamos profesor tutor.

6. ¿Tuvo también una experiencia como profesora rural?

– 1988 fue un mojón importante en mi vida, siempre tuve ese matiz que me quedó de maestra, y me gustaba mucho la ruralidad, por eso me inscribí a un llamado aparte para trabajar en el liceo rural. El 25 de abril se van a cumplir 36 años de la inauguración del Liceo Rural de Rincón de Valentín, y había llegado primera en la lista, me llama Fulvio Cousin, que era el director que estaba a cargo y nos fuimos a hacer un curso en Canelones. Para mí fue una experiencia muy importante la rural, con una ruta de tierra que todavía no estaba terminada, que a veces nos quedábamos empantanados, donde César Lagreca era el dueño de la empresa de ómnibus y apoyó al liceo con los viajes para los profesores porque no llegaban los boletos y gracias a él pudimos comenzar las clases. En aquel entonces armábamos el liceo y luego lo desarmábamos porque luego empezaba la escuela. Trabajé allí tres años.

7. Tengo entendido que en esa experiencia en la ruralidad pasó algo…

– Si, un hito bien importante, porque ahí conocí al amor de mi vida, Luis Olivera Zorrilla, que trabajaba en la empresa COA, era el guarda del ómnibus. Comenzó un noviazgo muy lindo, luego un feliz matrimonio que ya lleva 32 años, dos hijos y dos nietas gemelas. Mi hija es maestra y un hijo que siguió los rumbos del padre y es chofer en la capital.

8. Y llega otra etapa importante de su vida cuando llega a la dirección del liceo.

– Seguí en mi evolución, me había inscripto en un llamado que hubo para cargos de dirección y subdirección, y en 2002 hubo un llamado para la subdirección del Liceo N° 1 que estaba vacante utilizando esa lista, fue un 9 de abril de hace ya 22 años, donde comencé como subdirectora.

9. ¿Nunca se imaginó que sería la directora de los 150 años del IPOLL?

– Nunca, porque luego siguió mi rumbo por el Liceo 6 en la subdirección, en el Liceo 5, en el queridísimo Liceo 2 donde estuve nueve años en la subdirección, y concurso mediante tuve que explicarle a mis compañeras del 2 que al terminar mi ciclo quería hacerlo en el IPOLL, donde elegí la efectividad en la subdirección. Las cosas del destino llevaron a que en los 150 años quedara en la dirección, cosa que continúo. Eso fue para mí como un regalo de la vida, la coronación de mi carrera, me queda un año y poco para la última prórroga para la jubilación, porque hay que ir dejando el camino para las nuevas generaciones, dejando mi aporte tanto en lo que fue la docencia directa y la indirecta, siempre apostando al diálogo. Mi dirección ha sido y es de puertas abiertas, donde recibimos a todos alumnos, docentes, familias, funcionarios. Mi dirección tiene siempre una caramelera llena de caramelos. La dirección ya no es más un lugar cerrado donde yo tomo las decisiones, sino que hay un equipo de gestión, que incluye a las subdirectoras, a los secretarios, a los administrativos, que junto a los docentes tenemos que tomar algunas decisiones y hacer acuerdos.

10. Y en el medio, cayó la pandemia de COVID, ¿qué dejó esa experiencia?

– Tuvimos que aprender mucho y adaptarnos, claramente fue una cosa la dirección pre pandamia y otra en pos pandemia. Las cosas cambiaron, las necesidades de los alumnos cambiaron, las fragilidades también se notan mucho, por lo que ahora tenemos que escuchar y mirar mucho, quizás más de lo que se habla con el estudiante, y estar muy atentos a otras necesidades que cuando empecé mi carrera no estaban presentes, y ahora sí.

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