La necesidad de una productividad elevada ha llevado al uso cada vez mayor de plaguicidas en la agricultura lo que repercute directamente en la calidad de vida de los aplicadores y de los consumidores. Investigaciones realizadas confirman que cuando un plaguicida es aplicado en un cultivo, solo el 1% alcanza el organismo «blanco» aproximadamente mientras que el 25% es retenido en el follaje, el 30% llega al suelo y el 44% restante es exportado a la atmosfera y a los sistemas acuáticos por escorrentía y lixiviación (Brady y Weil, 1996). Este hecho recalca la importancia que presenta el uso y manejo racional de plaguicidas dado que gran parte de éstos se pierde en el ambiente, debido a la dinámica del propio plaguicida. En cuanto a la exposición laboral, las etapas del manejo de plaguicidas con mayor riesgo de absorción son el volcado o carga de recipientes, la mezcla y la aplicación. Los plaguicidas pueden ingresar al organismo por la piel, a través de la respiración del aire contaminado luego de las aplicaciones, mediante residuos en los alimentos, absorción de los productos por los ojos y a través de la placenta. Según varios estudios realizados, la exposición a plaguicidas en los trabajadores de invernaderos es considerada de alto riesgo para la salud humana debido a la mayor exposición a los aerosoles generados luego de las aplicaciones, en un lugar hermético, sin ventilación.

En el año 2014, un equipo interdisciplinario de la UDELAR, conformado por médicos toxicólogos, agrónomos, laboratoristas químicos, llevamos a cabo una investigación, financiada por la Comisión Sectorial de Investigación Científica (CSIC), cuyo objetivo fue: estudiar el estado de salud de las personas que manejan productos organofosforados y carbamatos en la zona hortícola de Salto, mediante la determinación de la enzima colinesterasa en sangre. La zona de estudio incluyó a 32 predios hortícolas sobre Ruta Nacional N° 31 en las localidades: Tropezón, Colonia 18 de Julio, Colonia Osimani, Colonia Harriague, Parada Herrería, Granja Santana, Parada Viñas. Se consideró una población de 114 personas expuestas a plaguicidas y 100 personas no expuestas (control). Cabe destacar que los organofosforados, son inhibidores de la enzima colinesterasa desencadenando una serie de síntomas variados como: aumento de la secreción de las glándulas sudoríparas, salivales, lacrimales y nasales, acompañado de espasmos, dificultad respiratoria, nauseas, vómitos, diarreas, incontinencia urinaria e hipotensión arterial, calambres, vértigo, temblores, depresión, convulsiones, coma, alteraciones del comportamiento de conducta y psíquico. En tal sentido, la enzima colinesterasa plasmática es un buen indicador de exposición a los organofosforados y carbamatos ya sea en casos agudos como crónicos.
Según los resultados obtenidos, se observó una disminución promedio de la enzima colinesterasa de su nivel basal en dicha población tanto en los aplicadores, como en los trabajadores que tenían contacto directo con plantas curadas y también en amas de casa que vivían en los predios, a pocos metros de los invernáculos, y que si bien no tenían contacto directo con los productos, estaban expuestas mediante el aire contaminado, el lavado de ropa contaminada con productos, etc. Si bien existe la Ordenanza Ministerial 145/ 2009 del Ministerio de Salud Pública, la cual determina la obligatoriedad del control biológico con colinesterasa (por lo menos 2 veces al año), se debería coordinar institucionalmente con el Ministerio de Salud Pública, la aplicación efectiva de la misma y con el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, a los efectos de implementar un sistema de control del uso y manejo adecuado de los plaguicidas organofosforados y carbamatos utilizados.
Por lo expuesto anteriormente, y considerando la mayor vulnerabilidad que presentan las personas que viven en zonas de uso intensivo de agroquímicos, la concientización y las acciones tendientes a realizar un uso adecuado de los productos, así como también, la utilización de insecticidas de origen natural y de enemigos naturales para el control de plagas, y la capacitación a los trabajadores y productores, entre otros, son fundamentales para garantizar el derecho a un medio ambiente sano y sustentable.

Magister en Ciencias Ambientales
Docente de Microbiología de Facultad de Agronomía-CENUR Litoral Norte Sede Salto
Integrante de la Red Temática Medio Ambiente de la UDELAR