Se ha dicho que la verdadera muerte sólo llega cuando alguien el último que nos conoció deja de nombrarnos, de aludirnos. Se ha dicho también que siempre que alguien muere se hace mención a sus méritos, a su bonhomía, como si alguien que muere ha hecho todo bien y no tuviera defectos.
No es el caso de la posición que hemos mantenido siempre en relación al Contador Danilo Astori, un hombre considerado moderado, un cristiano preocupado siempre por el bien de los demás.
No desconocemos sus credenciales (fue el Decano de Economía más joven del país, que se recibió con un mérito especial) y siempre le consideramos un hombre honesto, verdaderamente preocupado por el bien público, pero siempre le cuestionamos también algunas manifestaciones “tibias”, quizás en su afán por componer y buscar acuerdos.
Representante de una línea de pensamiento que quizás no encuentra apoyo suficiente en el seno de una ciudadanía que tiene en cuenta otras cosas y no las que representaba Astori, al momento de votar, no alcanzó puestos más destacados porque sencillamente, no era un político considerado “genuino” por nuestro sistema.
Danilo Astori fue reconocido por amigos y enemigos políticos, pero sólo tras su muerte, es así lo que ha sucedido con varias figuras que en la vida son combatidos o por lo menos no se le presta la debida atención y después de muerto pasa a ser de lo mejor.
No pretendemos con esto menospreciar los méritos de quien elogian lo que representó Astori en vida, seguramente sus discípulos seguirán sus enseñanzas y será este el mejor recuerdo que podemos guardar del ex Ministro de Economía.
En momentos en que sus familiares y la fuerza política que integró es de las más afectadas por su muerte, es bueno reconocer en vida los méritos de los grandes maestros.
Astori lo fue, y seguramente que sus posiciones económicas, políticas y demás pueden ser discutidas, pero nadie como él hablaba siempre con la autoridad que lo hace un académico de pura cepa.
No podemos desconocer que si hoy el país está donde está se debe en buena medida a lo que ha hecho Danilo Astori.
Dicho esto, no cabe más que sumarse a las condolencias que siguen expresando los caudillos políticos de este país, porque de él y sus enseñanzas seguramente tenemos aún mucho para aprender.
A.R.D.









