En el amanecer de ayer, una intensa llovizna cubría la ciudad. Era la hora de muchos entrar a trabajar y de muchos niños y jóvenes iniciar sus clases. El tránsito estaba muy complicado en todos lados. Una persona que miraba asombrada la velocidad de algunos vehículos por calle Artigas, pleno centro, nos decía: “ni la lluvia hace tomar conciencia a algunos”.
Y tiene razón. Porque no solo la visibilidad estaba muy reducida, sino que también hay que tener en cuenta que con el tiempo así, la calle se vuelve muy resbalosa, los frenos no son tan eficaces, etc.
Ayer nos comentaban en un liceo, que ya no saben qué hacer con un perro que a cada rato entra, todos los días. Permanentemente lo corren hacia la vereda y él vuelve a entrar. Esto es algo que suele pasar prácticamente en todos los liceos y escuelas. ¿Pero cuál es el problema? Que ahora vino un comunicado desde la Dirección General de Secundaria, solicitando que cuando llegue una autoridad a una institución, no haya animales en la misma.
Quien nos hacía este comentario -docente que ocupa un importante cargo jerárquico- se mostraba con desconcierto porque: “¿cómo sabemos cuando va a llegar una autoridad?”. Así que hay que estar continuamente echando perros a la calle. También, sospechando que estos animales son de algún alumno, nos decía que hay también una cuestión de responsabilidad de los dueños, sin dudas.