Todavía falta más de un mes para que finalice el invierno, así que no había dudas que el frío tenía que volver y así fue. Desde que empezó a llover en la noche del domingo, la temperatura cambió de golpe. Volvieron a salir los sacos, las camperas, las estufas que por unos días se habían apagado, volvieron a encenderse.
Un asiduo lector de nuestro diario, que dice ser hombre de campo y muy conocedor del tiempo, nos comentaba ayer que «el 25 de agosto es siempre la despedida definitiva del invierno; ese día seguro llueve o está nublado al menos, o hace mucho frío, pero ahí se termina, después ya se siente la primavera». Veremos si este año le asiste la razón.
También comentaba que, según entiende, el atardecer del domingo «fue un caso muy raro». El sol se ocultó con un rojo intenso realmente llamativo, «y eso es señal de sequía, sin embargo, empezó a llover al rato».
Uno de los grandes problemas en el tránsito de Salto -nos hacía notar alguien ayer- es que mucha gente que está con su vehículo detenido frente al semáforo en rojo, no mira sin embargo a ese semáforo que tiene enfrente para retomar la marcha cuando esté en verde, sino que está atenta al del costado, y apenas este pasa de verde a amarillo, ya aceleran. «Es una muy mala costumbre de los salteños», nos decía esta persona. Y tiene razón.