Volvió la poesía del maestro Luis Carballo

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    Por: Jorge Pignataro

    Otra vez con el seudónimo Lyon Isshee

    Con varios los libros de poemas que ha publicado el maestro salteño Luis Carballo, ya jubilado luego de más de 30 años de labor docente. Sin ir más lejos, el año pasado, en AJUPENSAL, presentó tres de esos libros: «Nosotros–Reflexiones», «Yo–30 fabulillas y algo más», y «De mi madre–Remembranzas». En esos casos, en vez de su nombre, en los libros figura como autor simplemente «El Maestro Luis», esto «para no lucirme y a la vez para que la gente se pregunte quién será el Maestro Luis», comentaba alguna vez entre risas en entrevista de EL PUEBLO. Otra de las formas que ha tenido Luis de ocultar su autoría –aunque es un «secreto a voces» y más un simpático juego con la picardía que otra cosa- es utilizando el seudónimo Lyon Isshee. Es de esta forma que días pasados salió de imprenta «Amada Nostalgia». De él son estos poemas:CULTURA. LIBRO
    CIELOS SALTEÑOS
    No sé qué embrujo tienen estos cielos salteños,
    rebosan de ternura y pureza sin par,
    amortiguan las penas y propician mil sueño,
    y al mirar a lo alto, nos da por suspirar.

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    Su color es liviano, sencillo, transparente,
    es como un gran llamado a la serenidad,
    con mirar este cielo, lenta, pausadamente,
    tendremos más remedios contra la adversidad.

    Creo que no habrá muchos cielos como el de Salto,
    diáfanos, transparentes, aptos para soñar,
    es como un gran paraguas, que allá desde lo alto
    nos da muchas opciones para reflexionar.

    Busco mirar el cielo cada vez que estoy triste,
    y me vienen deseos de poderlo alcanzar,
    pero sé, aunque lo veo, que es algo que no existe,
    y me siento extasiado si lo puedo mirar.

    EL FIN
    Es tarde, ya no caben más palabras,
    la esperanza de amar se fue muy lejos,
    perdida entre mil sombras desgarradas
    entre muchos recuerdos muy añejos.

    No tenía derecho, reconozco,
    soy un merecedor de tanto olvido,
    me lo gané soñando como un loco,
    capricho irracional que yo he vivido.

    Me quedo en libertad, sin pensamientos,
    sin ocurrencias bobas, sin futuro,
    callando al corazón lo que yo siento,
    de frente a la verdad, igual que a un muro.

    Y así debo rumiar mi propia suerte
    a merced de pesares y de olvidos,
    aquí habré de esperar la buena muerte
    que borre los errores cometidos.
    ERRORES
    Cuesta aceptar que anduve por rumbo equivocado,
    que lo que quise tanto, no lo pude alcanzar,
    que gasté tantos sueños en aras de un pasado
    que murió aquel momento cuando la pude amar.

    Fue un error, como tantos que cometí en mi vida,
    demostrando lo débil de nuestra humanidad,
    y deberé sufrirlo, como una fiera herida,
    hasta cuando me llamen, desde la eternidad.

    Y no habrá de importarme que pase muchos años
    con su recuerdo a cuestas, cual si fuera una cruz,
    disfrutaré su ausencia, sin que me causen daños
    los muy breves instantes de aquella juventud.

    Yo no sé cómo pude demorar tanto tiempo
    en aceptar la cruda y absurda realidad,
    derramaré mis coplas y quejas a los vientos
    hasta que me llegue el día de acatar la verdad.
    YA FUE
    Paladeando nostalgias se me pasó la vida,
    no quise darme cuenta, hasta que ella me habló,
    era muy evidente, aunque no lo veía,
    pero, a pesar de todo, mi alma no lo aceptó.

    Parecería muy fácil poder para la hoja,
    reconocer que hay cosas que quedaron atrás,
    «lo pasado es pisado», aunque haya quien se enoja
    y duelan los recuerdos, cada día un poco más.

    Cuesta acatar el juicio malvado del destino,
    es más, yo ni siquiera lo quisiera aceptar,
    pero tendré que hacerlo, siguiendo los designios
    de una suerte torcida que no pude cambiar.

    Ya fue, no queda nada, de aquello tan hermoso,
    fue como un espejismo, lejano e irreal,
    pensaré que he perdido un juego doloroso
    y que no habrá revancha, porque llegué al final.

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