Dr. Juan Miguel Petit: «Mejorar el sistema
penitenciario es clave para mejorar la seguridad pública»
En la pasada jornada, visitó nuestra ciudad el Comisionado Parlamentario Penitenciario, Dr. Juan Miguel Petit, quien, en horas de la mañana recorrió la Unidad N°20 del INR junto a su equipo, la Directora María de los Ángeles Machado y los Diputados Rodrigo Albernáz y Omar Estévez.
En abril del presente año, el Comisionado Parlamentario presentó a la presidenta de la Asamblea General, Beatriz Argimón, el informe 2019 sobre la situación carcelaria nacional. El mismo contiene un diagnóstico y 20 conclusiones, 20 recomendaciones referidas a las mismas y 33 recomendaciones específicas, dirigidas a las autoridades carcelarias y varios organismos del Estado, donde plasma la actual situación del sistema, sus carencias y las imperiosas necesidades para abatir una preocupante realidad.
ÚLTIMO INFORME
El Informe 2019 del Comisionado Parlamentario plantea que «la reforma penitenciaria iniciada en 2010, es un proceso positivo que ha iniciado la transformación del sistema penitenciario de un modelo sólo asegurativo y pobre en capacidad de rehabilitación, hacia un nuevo modelo orientado técnicamente hacia la rehabilitación y reinserción social», aunque, denuncia que «todavía subsisten importantes y graves carencias que la continuación de la reforma deben encarar para continuar mejorando la convivencia, la rehabilitación y el descenso de la reincidencia».
El documento señala la importancia de contar con un buen sistema penitenciario para frenar la violencia social, «Mejorar el sistema penitenciario es clave para mejorar la seguridad pública. O en otras palabras: no mejorará la seguridad pública sin una inversión fuerte en el sistema penitenciario y una mejora continua de la «reforma penitenciaria», que asegure que quien ha delinquido pueda rendir cuentas con transparencia de lo realizado, pero a la vez reparar y repararse de manera de no volver a utilizar la violencia. Solo un sistema penitenciario eficiente puede bajar la reincidencia. La mejora del sistema penitenciario puede significar en el corto plazo la ocurrencia de muchos miles de delitos menos».
DATOS DUROS
Según los datos cerrados a noviembre de 2019, el sistema carcelario uruguayo tenía 11.574 internos, unos 328 cada 100.000, siendo uno de los países de América Latina con más presos, superando ampliamente a Perú (267), Chile (229), Colombia (226), Paraguay (180), México (169) o Argentina (167). Del total, hay 76,1% de penados y 22,6% de procesados.
¿Cómo se vive dentro de las cárceles? El informe del Comisionado responde que: «De acuerdo a la evaluación realizada, en 2019 el sistema penitenciario presentaba buenas posibilidades de integración social y rehabilitación para el 27% de sus internos, insuficientes posibilidades de integración social y rehabilitación para el 47% de los internos, y condiciones de trato cruel, inhumano o degradante para el 26% de los mismos. De acuerdo a esto, el 73% de la población penitenciaria está alojada en lugares que no ofrecen las posibilidades de rehabilitación necesarias para facilitar su reinserción social. La valoración de 2019 marca una mejora de las condiciones con respecto a años anteriores (26% con oportunidades de integración social, 39% con insuficientes oportunidades y 35% con condiciones de trato cruel, inhumano o degradante en Informe 2018). Aunque persisten importantes condiciones insatisfactorias, la mejora seguramente es resultado de los programas y acciones llevados adelante con denodados esfuerzos».
El informe denuncia que en una alarmante parte del sistema penitenciario todavía existe total falta de actividades socioeducativas, encierro, violencia, mala alimentación, malas instalaciones, pero destaca las mejoras logradas y subraya el esfuerzo de muchos funcionarios penitenciario –operadores, policías, técnicos y administrativos– que todos los días sostienen el funcionamiento del sistema y defienden los derechos humanos en uno de los temas más complejos de nuestro tiempo.
El documento del funcionario del Parlamento destaca el logro del descenso del hacinamiento, pero indica que nuevamente, el aumento de la población carcelaria, debido a la falta de medidas alternativas, alta reincidencia por escasez de programas técnicos y problemas sociales no resueltos en «el afuera», está colocando al país ante un nuevo problema de magnitud: «en el 2019 la población del sistema penitenciario continuó creciendo y se aproximó a completar nuevamente su capacidad de alojamiento. Durante el 2018 y tras mucho tiempo, se logró que la población penitenciaria alcanzara niveles menores a la capacidad de alojamiento. Sin embargo a partir de 2018 el volumen de población ha retomado el crecimiento (tendencia característica de las últimas décadas) y la densidad se encuentra hoy en día al 100%. Esto significa que si la tendencia de crecimiento poblacional se mantiene, la sobrepoblación y el hacinamiento volverán en breve a ser un problema medular del sistema penitenciario».
EL ABISMO
La violencia interna sigue siendo un problema central en muchas unidades penitenciarias, en especial en los macropenales metropolitanos.
El documento señala que: «En 2019 se registraron 31 muertes violentas dentro del sistema penitenciario, la cifra es una de las más altas desde que existe registro de este indicador extremo (2005), siendo solamente superada por la de 2016, donde se registraron 32 muertes violentas.
Son indudables los esfuerzos del Instituto Nacional de Rehabilitación por mejorar las condiciones reclusión –lo que en muchas unidades se logra, al menos parcialmente– pero la rigidez de estas cifras que se repiten años tras año muestran que solamente una intervención integral con una inversión consistente, que incluya recursos humanos, personal técnicos, elementos logísticos y más infraestructura, puede alterar esta realidad. Recordemos que este dato es indicativo de que los procesos de rehabilitación no se están cumpliendo a cabalidad y es predictor de que esa violencia se expandirá luego a la sociedad.» Y concluye sobre el punto: «En 2019 tuvieron lugar 44 muertes en prisión, lo que implica un incremento sustantivo en relación a los 37 fallecimientos ocurridos en 2018. De esas 44 muertes, 31 fueron violentas y 13 no lo fueron. Entre las violentas, se contabilizaron 20 homicidios, 9 suicidios y otras 2 muertes violentas; una de ellas un accidente de electrocución y la otra fue por meningitis, producto de una larga internación tras recibir una puñalada en el rostro. Estas cifras representan la continuidad de un fenómeno preocupante y de largo plazo, que se muestra todavía resistente a los programas de rehabilitación y de actividades socioeducativas implementadas, lo que vuelve a insistir en la necesidad de seguir aumentando la cobertura y profundidad de esas acciones, las que para ser eficaces deben complementarse con la estructura física de las unidades y el trabajo asociado a las familias y la relación con la comunidad y allegados de las personas privada de libertad (resolución y mediación de conflictos, asistencia familiar, pre egreso y trabajo postpenitenciario). En términos absolutos, 2019 implicó un récord anual de los homicidios desde 2006. En términos relativos, la tasa se mantuvo similar a 2018, indicando 186,5 homicidios cada 100.000 personas, aproximadamente 18 veces más que la cifra nacional. Por su parte, la tasa de suicidios en cárceles fue de 83,9 cada 100.000, aproximadamente 4 veces más que la cifra nacional.
RECOMENDACIONES
El documento concluye que un mejor sistema penitenciario podría bajar las tasas de reincidencia al 25% lo que requiere una denodada intervención técnica para multiplicar los programas socioeducativos, de atención sanitaria, de salud mental y adicciones y contar con el aporte activo de todas las áreas de las políticas sociales dentro de las cárceles. Se plantea la necesidad de que ASSE asuma la totalidad de la cobertura de salud del sistema penitenciario, la creación de una Fiscalía Penitenciaria especializada, un rol más fuerte del CODICEN en la educación en cárceles en todas sus facetas, la presencia del MIDES para asistir a las familias, más recursos para la Defensa Pública del Poder Judicial, iniciar una experiencia de Justicia Terapeútica como la existente en muchos países para los delitos leves originados en adicciones, la instalación de escuelas de oficios, fortalecer el sistema de medidas alternativas con capacidad de seguimiento y asistencia de los casos, la integración de la Dirección del Liberado al MIDES y promover el uso de tecnologías de la información para la gestión de las unidades para también para nuevas instancias de educación y capacitación, incluyéndose tablets para los que egresen con información y orientación para el empleo, la salud y su capacitación.
