Cuando se llega a estas fechas siempre sucede. Es usual que se hagan colectivos para hacerle un “tirito” a un juego de azar, aunque sabemos bien cuánto hay de suerte y cuanto hay de frustración en este tipo de actitudes.
En primer lugar hay que saber que en todo el mundo la gente aspira a tener un “golpe de suerte” (para usar una frase muy usada en estos días), que le permita cambiar su rutina de vida.
Aunque las posibilidades de acertar sean remotas, como el 5 de Oro, hoy tan jugado, si preguntáramos antes de que se sorteara, descubriríamos que todo apostador juega para ganar, ni remotamente piensa que estar entre los que no aciertan. A nadie importa, menos a los que apuestan, que las posibilidades de acertar sean de una en unos 13 millones.
Es que cuando se promociona este tipo de juegos se difunde o publica hasta el cansancio a los ganadores, jamás se informa cuanto son al menos los que apuestan y no aciertan, aunque estamos seguros que el conocimiento de esta realidad tampoco desestimularía, a un apostador “porque siempre hay alguien que lo saca igual”.
Lo que se tiene en cuenta es el monto de los premios, o la suerte de los apostadores, jamás en los frustrados, aunque los que realmente han cambiado de vida sean extremadamente pocos.
En nuestro país, felizmente se han adoptado algunas medidas que nos parecen muy justas, razonables y beneficiosas para la población en general. Este tipo de juegos de azar es manejado por el Estado y beneficia (en el caso de la lotería) a dos instituciones de Salud Pública muy requeridas por la población.
La ilusión de ser “tocados por la varita mágica” de la suerte existe en nuestro país como en todos lados, pero al menos aquí está bien orientada y por lo tanto quien o quienes participan en estos juegos están al mismo tiempo colaborando con una institución pública. Lo que nos llama la atención es con qué facilidad se ilusiona la gente, todo un pueblo está pendiente a veces del resultado de estos juegos y los que realmente ganan son muy pocos.
¿Qué pretendemos con estas líneas? Muy sencillo, decir que apostar una fichita a la ilusión de cambiar de vida no lo vemos mal, pero hacerse jugador “habitué” de una ludopatía sí.
A.R.D.
