El DT la tenía clara; el pueblo no
Antes de iniciarse la actual Copa América de Selecciones que se disputa en Brasil, el DT de la selección tiró la frase. Cualquier cosa, menos guardarla. Lejos de ello.
«No sentimos la obligación de sentirnos campeones de América», espetó el veterano maestro. Extraña alteración del estratega, como si la frustración antes de jugar, se aloja en la mente o en las sensaciones.

¿Cuál es la amplitud del objetivo, si ese enfoque argumental es el punto de partida?
El hecho fue demasiado elocuente. Uruguay se quedó afuera de semifinales, prolongando la chatura histórica de los últimos años en el mapa continental. Pega la vuelta en menos de lo que canta un gallo. El fútbol uruguayo y su celeste, ha aprendido a convivir con el desencanto, más allá de los obsesivos del proceso, que a esta altura, no se sabe muy bien que es.
LA PESADUMBRE OFENSIVA
Los cuatro goles de Uruguay en 450 minutos de fútbol. Cinco partidos afrontados. Un gol cada 112 minutos de fútbol. Los salteños también vimos lo que pasó con el desolado Cavani, que tiene que convertirse en defensor, para contagiar un poco, como si esa fuese su misión y no la de taladrar los oídos a quienes son parte de la trinchera rival.
El bueno de «Edi» seguro admite que a esta selección le abundan la flaquezas (aunque no lo diga) y para colmo de males, con esa cuerda de volantes, la tibieza ofrece su versión lejana de la aptitud y bien cerca de la estrechez casi moribunda.
La gurisada del Uruguay no va a entender tanto despilfarro de impotencia a cuenta de nada, mientras el partido fue finalizando con el DT, guardándose tres cambios a manera de violación sistemática del sentido común.
¡Sacá las balas de la recamara y jugate por alguna!…diría el hincha del tablón.
LAS HILACHAS DE LA AMBICIÓN
Hay que entender a esa misma gurisada y a quienes transitan por algunos años más, porque la vida del fútbol les ha escamoteado la chance de paladear a equipos uruguayos campeones, dignos, vitales.
Desde 1988 ningún club charrúa levanta una copa fuera de casa y de 15 años de endiosado proceso, una vez Campeón de América y el no haber capitalizado casi una irrepetible generación liderada por Suárez y Cavani. Por eso, el aplauso quema las palmas, «porque con Tabárez desde el 2010 vamos a los Mundiales».
Ocurre que fuimos resignando horizontes. La ambición a tranco de pollo. Ya deshilachada.
El ayer de José Leandro Andrade, Obdulio, Ghiggia, más los «peñaroles» y los «nacionales» de los años 60, 70 y 80, como cosa del pasado más pasado. Del ayer más ayer.
¿Cómo es posible redescubrir la gloria en medio del conformismo casi a aultranza, bajándonos de aquella amada cresta de la ola?
Pero ahora manda «el proceso». Ahora manda el vuelo rasante.
Ahora manda la mezquindad del sueño. Ahora manda «la obligación de no sentirnos campeones». Ahora manda la conformidad.
Ahora manda el herido placer de lo básico. Ahora manda el elogio para ese Edinson Cavani que se vuelve defensa, para sacudir la deshabridez mayoritaria.
Ahora mandan los que pensarán en la gordura de sus bolsillos, mientras el pueblo de la esperanza acuñada, a la intemperie otra vez. Como tantas veces.
Mientras la historia no entenderá, la pasión defensora de los mediocres de ocasión.
-ELEAZAR JOSÉ SILVA-