El VAR se fue metiendo en el fútbol.
Y se mete con el fútbol.
Al fin de cuentas, el VAR es un producto de la tecnología y la tecnología es cosa de la especie humana. La introduce y punto, para el fin que fuese.
Parece una herramienta sacrosanta.
Los salteños del fútbol, no permanecemos al margen de la nueva situación que se plantea. Unos la avalan. Otros la maldicen.
Pero una coincidencia surge: la quita de esencia al fútbol a partir de un sistema que pretende ACALLAR LA POLÉMICA Y POTENCIAR LA JUSTICIA.
En verdad, a la luz de los últimos acontecimientos, nada más lejos que esos fines: PORQUE LA POLÉMICA ESTALLA MÁS QUE NUNCA Y LA JUSTICIA SE ASOCIA A UN PLANO DE RELATIVIDAD.
No hay tanta justicia. No tanta.
La cuestión central es LA PÉRDIDA DE INFLUENCIA Y PROTAGONISMO DE LOS PROPIOS ÁRBITROS EN CANCHA, suplidas por ese «autoritarismo» que surge de quienes tienen la opción de observar 20 veces una situación de juego en menos de tres minutos.
Y aún así: la polémica.Y aún así: la dudosa justicia.

¿SE DESHUMANIZA EL FÚTBOL?
No se trata de exponer al lector de EL PUEBLO en este caso, lo que todos fuimos acumulando en materia de conceptos con respecto al VAR.
Mientras cabe apuntar a uno de los aspectos más ruinosos de la tecnología aplicada al fútbol: ante determinadas jugadas finalizadas en gol, NO TENER LA CERTEZA SI EFECTIVAMENTE EL GOL SERÁ VALIDADO.
La absurda exposición de un equipo celebrando el gol y tres minutos después, recostados todos en la amarga comprobación de ese gol…..»que fue, pero no fue».
Goles anulados por posiciones adelantadas de 20 centímetros de ilegalidad, como si el fútbol fuese un juego matemático y no de conceptos.
La ridiculez que supone tanta puntillosidad.
¿Desde cuándo el fútbol ES ESO, y no AQUELLO que guarda relación con la esencia?
Con la raíz misma. El fútbol reconoce los estados de celebración y los estados de bronca, a partir de un fallo del juez. De ese fallo que no se altera, porque siempre se sostuvo que EL ERROR ARBITRAL ES PARTE DEL ESPECTÁCULO.
No es que el VAR llegó para quedarse.
Debiese plantearse una rebelión anti-VAR, acaso desde los propios jugadores. No se pretenda que los árbitros se levanten contra la nueva teconología, PORQUE ELLOS SON PARTE DEL NEGOCIO.
El VAR es un negocio en sí mismo.
A esa tecnología HAY QUE PAGARLA. Cuesta dinero. Y embolsan los mercantilistas de la pasión. Mientras sólo cabe adherirse a la mayúscula certeza de reconocer que el VAR a la hora de pretender acallar la polémica y potenciar la justicia, es lo que es: un perfecto enchastre.
-ELEAZAR JOSÉ SILVA-