La transversalidad es un concepto muy mencionado particularmente en la educación. Sin embargo, deberíamos tener claro a qué hace referencia, y sobre todo qué implicancias tiene en los resultados de los procesos educativos, y en la sociedad. Del adjetivo transversal que viene del latín medieval transversalis, vocablo utilizado con el sentido de «lo que cruza en dirección perpendicular a aquello que se esté considerando».1 En el campo educativo, hace referencia a aquel contenido, tema, objetivo o competencia que «atraviesa» todo proceso de enseñanza-aprendizaje, que excede a los contenidos disciplinares -el de cada asignatura-.
Con ese enfoque se vienen definiendo nuevos currículos -desde una visión amplia de los procesos educativos- que contribuyan al desarrollo de competencias. Definidas como el conjunto de habilidades, actitudes y conocimientos, que complementan el enfoque disciplinar de acumulación de conocimientos específicos de la educación tradicional. Abriendo dos vías -la transversalidad y disciplinariedad- para alcanzar los objetivos de la educación. Entre estos está poder resolver los desafíos que se le plantean a los egresados, que permitan el desarrollo individual y de la sociedad de forma satisfactoria y sustentable. Relacionado con la pertinencia de los aprendizajes en el contexto territorial, la inserción laboral, contribuir a la permanencia de la gente en el territorio y al desarrollo de la sociedad de referencia.
Al respecto, me surgen dos preguntas que quiero compartir con los lectores, una en particular, acerca de cuán preciso es lograr un equilibrio entre estos dos enfoques en relación a los objetivos mencionados. Y otra más general, de cómo abordan la construcción individual y colectiva los ya egresados del sistema educativo. Cabría quizás una tercera pregunta, acerca de qué relación hay entre una cosa y otra..? De acuerdo a que la planificación de la educación y sus objetivos, deberían ser coherentes con las necesidades de los egresados de la misma. Que requiere una definición política y filosófica que dé sentido a lo que se busca y lo que se hace para lograrlo. En este sentido, permítanme darles mi opinión y los invito a reflexionar al respecto. Las repuestas serán para cada uno y para todos.
En mi experiencia como Director de la Licenciatura en Gestión Agrícola Ganadera de la Universidad Católica del Uruguay, observo y acompaño que los perfiles de egreso deben revisarse, y de hecho estamos en ese proceso. Con la incorporación de transversalidades -en competencias- en todos los programas y planes de estudio. En consonancia con que el trabajo colaborativo, la creatividad, comunicación, y el pensamiento crítico, además de una imprescindible formación humanística (ética, filosofía, arte, etc.) son necesarios independientemente de la disciplina de cada carrera. Desde mi punto de vista hay un déficit de formación en humanidades en nuestra sociedad y sistema educativo, en particular sobre el sentido de las cosas. Y la necesidad de que los futuros profesionales, si bien deben ser capaces de articular su desempeño en ámbitos multidisciplinarios, lo deben hacer desde una solidez en sus conocimientos de base.
Quiero decir entonces, con respecto a la primera pregunta planteada que la búsqueda de un equilibrio entre lo específico y la transversalidad en la formación académica, obedece a la necesidad de un conocimiento profesional sólido, junto a capacidades para adaptarse a conocimientos nuevos y escenarios cambiantes, que requieren del desarrollo de habilidades y actitudes para lograrlo. Además de integrar una visión colectiva y los contextos de referencia como determinantes en los objetivos de los proyectos educativos, Y evitar que los egresados deban abandonar su territorio porque no encuentran relación entre lo que aprendieron y las necesidades para trabajar en el medio local.
Finalmente, sobre la segunda pregunta, habiendo transcurrido la mayoría por un sistema educativo tradicional y disciplinar, creo que se aborda la realidad de la misma forma. Cuesta integrar lo que no se conoce, y lo que no forma parte de nuestra pericia, como dice el refrán «quien tiene un martillo solo ve clavos». Las cuestiones corporativas y/o partidarias dificultan el diálogo sincero y constructivo, en el ejercicio de acordar los marcos y espacios necesarios para el desarrollo. Como barreras para construir una visión conjunta que alinee nuestros intereses particulares legítimos. Sin olvidar la poca conciencia agropecuaria de nuestra sociedad hacia un sector determinante en la vida del país.
Es por eso, que una educación que trascienda las disciplinas y parcelas del conocimiento, ayudaría a una apertura necesaria en nuestra formación e idiosincrasia. Creo entonces en la transversalidad, pero que atraviese perpendicularmente lo que se debe tener muy claro en consideración: ¿qué es lo que quieren los uruguayos en general y los salteños en particular?
¿Podría decirme, por favor, qué camino he de seguir desde aquí? – preguntó Alicia – Eso depende en buena medida del lugar adonde quieras ir – dijo el gato.
Ing. Agr. Andrés Treglia
Facultad de Ciencias Empresariales
Universidad Católica del Uruguay
