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martes, 12 de agosto de 2025
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Somos lo que consumimos y cada vez consumimos más porquerías

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Recientemente se conmemoró en todo el mundo el Día Mundial de la Alimentación, un aspecto crucial que en nuestros días se agrava notoriamente, en cuanto no se descarta que el origen de la pandemia que soportamos esté precisamente en algunos alimentos consumidos por el ser humano.
Independientemente de esto, nadie en sus cabales debiera ignorar los cientos de miles de personas humanas que mueren por desnutrición o falta de alimentos, en un mundo que derrocha gran parte de lo que come.
Junto a esto seguimos obstinados en desconocer los intereses que rigen actualmente el mundo de la producción de alimentos, regido por intereses mercantilistas y desconociendo por completo el derecho a recibir al menos una dosis diaria de alimentos de muchos seres humanos.
Independientemente de esto seguimos destruyendo “alegremente” los recursos naturales que en otros tiempos nos proporcionaban alimentos con tanta abundancia que pensamos que nunca se terminarían.
Es así que en los mares la pesca ya no abunda, porque la depredación y la sobre explotación, junto al deterioro de su hábitat nos pasan factura y vemos que se han convertido en basureros, donde va aparar toda nuestra inmundicia y aquellos productos de los que nos servimos y luego desechamos, olvidando que llevarán miles de años a veces para ser absorbidos por la naturaleza.
Las micropartículas de plástico, producidos por la descomposición de lo que arrojamos al agua, se han ido ganando en nuestros organismos humanos, dado que los consumimos en los alimentos y sobre todo los tomamos en el agua por más “filtrada” que esta sea.
Existe la convicción de que el a gua subterránea es “pura” pero nos olvidamos que estos acuíferos se cargan por lo menos en parte del agua superficial, de la lluvia que escurre y tarde o temprano llega a los acuíferos, llevando su carga de contaminación recibidad en el aire y en la tierra por donde escurre.
Vale decir que tarde o temprano también dejará de ser limpia y pura. Ni que hablar si consideramos la tierra, infectada de vidrios y de plásticos. No alcanza con que algunos productores prohíban celosamente que se arrojen plásticos u otros elementos contaminantes. La mayoría de las personas sigue creyendo que “una tapita o una botellita más…no hace nada”.
A esto se agrega la convicción de que los plásticos se destruyen quemándolos. Nada más errónea. Simplemente los sacamos de nuestra vista, pero los transformamos en gases altamente nocivos para el ambiente.
En fin ojalá nos equivoquemos, pero es el hombre el que obstinadamente está destruyendo nuestra única casa, que es el planeta en el que vivimos.
A.R.D.

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