Alberto Scavarelli (64), de vasta trayectoria política en el Partido Colorado, llegando a ser prosecretario de la Presidencia de Julio Sanguinetti y presidente de la Junta Nacional de la Droga, lo que lo llevó a trabajar en temas de seguridad en las Naciones Unidas y en la OEA. Hoy vuelve a ser noticia por desafiliarse de su partido y adherir a la candidatura presidencial del Dr. Tabaré Vázquez. Scavarelli dialogó con EL PUEBLO y contó su historia.
– ¿Qué recuerdo tiene de su infancia?
– Mi vida fue muy linda y muy dura también porque soy hijo único, también padre de hijo único, pero mi padre estaba lisiado, había tenido un problema muy serio en las piernas. A mi papá y a mi mamá los vi ganarle a la vida, es decir, viví el sueño de dejar de ser inquilino y conseguir la primera casa propia con el Banco Hipotecario.
Mis padres hicieron enormes sacrificios para que estudiara. Trabajo desde los 16 años y ejerzo la profesión, Estudio que tenemos con mi hijo y familia. Prestamos servicios a organizaciones muy fuertes, algunas sociales como es el propio Centro de Protección de Choferes o Cinemateca Uruguaya, por poner algún ejemplo y no nombrar a otras para no hacer publicidad (risas), en las que estoy hace decenas de años.
– ¿A la abogacía llegó por vocación?
– Cuando uno se encuentra con estas situaciones que tiene que ir ganándole a la vida día a día, la abogacía la veía como a una carrera demasiado ambiciosa, le confieso. Y tenía un sentimiento que me parecía que podía ser más rápidamente alcanzable, aunque complejísimo, y estaba por el lado del profesorado de Historia, de Literatura o Filosofía. Cuando entro a trabajar a los 16 años como ayudante de un hombre genial que era el escribano Urruti que ya no está y hago un homenaje para él, un profesor de la Cátedra de Práctica Comercial, me abrió un horizonte brutal de relacionamiento con el Derecho. Y a partir de ahí, al poco tiempo, a los 3 años cuando entro a Facultad, tengo la suerte de entrar al Centro de Choferes en Jurídica como ayudante de Procurador, y ya la vida me puso en el disparadero del Derecho que toda la vida me fascinó y debo confesar que también lo sentí como un instrumento formidable para la política porque el lenguaje del Estado es el Derecho. Así que si viviera mil vidas sería abogado, y si me prohibieran ser abogado, seguramente sería psiquiatra, que es mi otra vocación oculta (risas).
– ¿Cuándo se produce su acercamiento a la política?
– No olvidemos que viví todo el período de la dictadura, por lo tanto hubo mucho tiempo en el que la vida política no fue posible. Comencé a trabajar allá por el año 80, un poquito antes en una organización que se llamaba Instituto Batllista de Investigaciones Sociales. Un día se produce el acercamiento hasta por razones casi casuales con el Dr. (Enrique) Tarigo, un hombre que marcó mi vida desde el punto de vista intelectual, igual que Adela Reta, profesores maravillosos y humanistas.
Ahí Tarigo decide iniciar la vida política, y como exalumno de él y había algunos amigos en común, se produce ese acercamiento, así que entro a trabajar en “Libertad y Cambio” en un área de análisis y formación política. Viene todo el proceso posterior con las elecciones internas del 82 que Tarigo pierde con Sanguinetti…
– Pero que Tarigo votó muy bien en Montevideo.
– Excelente, la Lista 85 fue señera.
– De ahí surge la fórmula presidencial.
– Claro. Gana Sanguinetti, sale segundo Tarigo. Hubo otros sectores, el de (Manuel) Flores Silva, muy fuerte en aquel tiempo. Cuando Tarigo hace el acuerdo con Sanguinetti, tengo mi primera tarea que fue presidir ILPE siendo muy joven, allá por el año 86, tiempo de experiencia formidable pero muy difícil. Luego tuve que ver con la coordinación cuando Sanguinetti toma la posta de su nueva candidatura en 1994, donde participé en la coordinación de la elaboración del programa de gobierno del Partido Colorado, un trabajo de los más importantes que se había hecho hasta ese momento, donde participaron muchísimos técnicos.
Luego vino mi designación como prosecretario de la presidencia y la creación de mi propia lista, la 14, a través de la cual llego a tener posiciones que me permitieron llegar a la diputación. Pero dejo de participar en la vida electoral del Partido Colorado en la elección municipal anterior (mayo de 2010), y no participé en esta interna, lo cual yo había anunciado con anticipación.
– ¿Cómo era su relación con otros sectores políticos?
– Siempre tuve una relación muy buena felizmente por mis otros sombreros, por el tema cultural, con otros sectores del quehacer político del país. Nunca voy a olvidar los apoyos que tuve de Seregni, del propio Vázquez, de Volonté, de Lacalle, en los momentos más difíciles de mi gestión con el tema drogas que fue muy complejo, muy delicado y de mucho riesgo, sobre todo con el tema internacional.
Luego cuando gana la elección el presidente Mujica, siendo presidente electo convoca a aquellos equipos de trabajo interpartidarios, y por una razón de especialidad que traía de Naciones Unidas en Delitos Organizados, represento al Partido Colorado en esa comisión. Desde aquel tiempo hasta hoy siempre me mantuve en contacto públicamente porque iba a almorzar con el ministro Bonomi por un tema que nada tenía que ver con lo político sino porque tenía la fortuna de ser consultado e intercambiar ideas sobre mi experiencia sobre estos temas. Eso llamaba mucho la atención, el hecho que uno fuera públicamente, porque no era que nos reuniéramos en un despacho, íbamos a almorzar en plena Plaza Matriz.
– ¿En qué momento se aleja o desilusiona del Partido Colorado?
– No voy a hacer ningún comentario sobre el Partido Colorado más que esta crónica histórica porque me parece que yo hice ese compromiso conmigo mismo y así lo voy a cumplir.
– Le pregunto porque según el semanario Búsqueda usted decide alejarse de su partido para respaldar la candidatura presidencial de Tabaré Vázquez influenciado por la masonería.
– No, no. Mi relación con Vázquez no tiene ninguna relación con organizaciones de ningún tipo y ni pudiera ser que ninguna organización de ningún tipo le marcara a uno el rumbo político. De ninguna manera. No tengo ninguna explicación, no porque no la haya sino porque no pienso darla. Me parece que no aporto nada. Yo me fui sin discutir con nadie, no es porque no me hayan ofrecido alternativas. Por lo tanto, no me voy como reacción, me voy como iniciativa de acción.
En realidad mi primera decisión fue la desvinculación del partido. Eso ya estaba decidido. Independientemente de eso, ya como una persona que no pertenezco a ninguna estructura política, no voy a estar en ninguna lista, por lo tanto no voy a tener futuro parlamentario en estos 5 años, tampoco me incorporo al Frente Amplio. Simplemente que desde mi visión y recorriendo cuál es el Uruguay que imagino en estos 5 años, tengo la convicción que en este momento, con los desafíos que Uruguay enfrenta, habiendo la disponibilidad electoral que hay en cuanto a candidatos ya acotados, el tema es que uno tiene que definir qué piensa que es lo mejor para cada tiempo.
Con Vázquez tengo profundas coincidencias en la metodología del razonamiento. Y yo que sé lo que es ejercer la presidencia porque estuve mucho tiempo al lado de un presidente, sé que no es verdad que uno resuelva las cosas solo con buenos asesores. Sé que no es verdad que una fórmula resuelva el problema porque el presidente tiene un sillón donde se sienta solo, y sé que las grandes decisiones terminan siendo tomadas, como las cosas de la vida, después de escuchar pero eligiendo entre grises. No hay una zona luminosa y una zona oscura donde uno sepa a dónde ir en automático.
– ¿Qué le aportará usted a Tabaré Vázquez?
– Hemos tenido muchos diálogos, muy profundos, hasta filosóficos, en su casa, largas horas. Insisto, yo ya tenía una relación muy cordial con él y su señora. Lo que yo estoy queriendo es apoyar la candidatura porque siento que es el hombre para este tiempo.
– Usted llega a la campaña de Vázquez en un mal momento según las encuestas, ¿se considera un salvavidas?
– No, ojalá tuviera ese peso. Cuando tomo la decisión de ese acercamiento biunívoco, de ida y vuelta, fue hace mucho tiempo atrás. Cuando uno apoya a una candidatura tiene que acompañar los tiempos de esa candidatura, pero yo tenía que pasar determinadas etapas. No podía renunciar al Partido Colorado antes de la interna, no porque sienta que tengo un peso magnífico pero me pareció que no podía aparecer con una renuncia y desafiliación al partido cuando gente a la que aprecio mucho se encontraba en plena competencia por ver las posiciones internas en el partido. Y a los 2 días de la interna presento mi renuncia al SODRE al presidente de la República (la que no fue aceptada) y presento inmediatamente mi renuncia y desafiliación al Partido Colorado sin expresión de causa.
Por lo tanto, las circunstancias se fueron concatenando porque no podía dar este paso sin salir de mi relación institucional formal. Yo me voy sin ningún rencor ni dificultad, por supuesto sé que estas decisiones generan algunos comentarios –es más, están generando más de lo que yo esperaba, nunca pensé que se le diera la trascendencia que se le dio, pero de ninguna manera vengo como –nunca lo fui ni lo seré- una persona que venga a resolver algún problema. También vale aclarar que no tengo hablado ni comprometido con Vázquez ningún tipo de función futura, así salga electo, ninguna. Como siempre digo, vivo de mi profesión.