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martes, agosto 12, 2025

Sobre “Cantata a Salto”, de Enrique Castellanos

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Diario EL PUEBLO digital
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“(…) En carátula luce las figuras de la fuente de la Bella y la Bestia, ubicada en la plazoleta Roosevelt, y en contra tapa, el frontis y las torres de la iglesia Nuestra Señora del Carmen, sobre fondo negro.

El contenido parte de lo histórico y local, y se proyecta a lo lírico y universal. En apariencia, sería un libro para salteños, pues hace hincapié en detalles característicos del paisaje, del progreso y de algunos personajes típicos del Salto de antaño. Y solo aludidos. Por lo que un extraño tendría que informarse de esos elementos simbólicos para una mayor comprensión del texto. Pero lo importante es la fuerza lírica, el sentimiento de añoranza y de valoración del pasado, la nostalgia de la fugacidad de las cosas y lo inestable de la realidad con sus consecuentes desgarrones, lo que catapulta lo inmediato y pasajero a lo universal y definitivo.

El “ubi sunt” de las coplas manriqueñas campea en buena parte de los versos del poemario. Precisamente, el primer poema: “Canto a Salto”, se inicia con estas palabras: “¿Dónde están…?” Y no toma como referencia al rey Don Juan – como el Poeta medieval-, sino que se pregunta por los tranvías, las cascadas, el puente del arroyo San Antonio, entre otras cosas tan nuestras y cercanas…pero que motivan un sentimiento que ha atravesado edades y lugares. El desahogo lírico se concreta con interrogaciones que no esperan respuestas, porque no las hay, más bien, enfatizan la ausencia de lo que está irremisiblemente perdido y expuesto a un rescate solamente poético por medio del recuerdo. Los tranvías, las cascadas, los atardeceres sobre el río, los antiguos barcos que surcaban airosos nuestras aguas, y marcaron uno de los puntos culminantes del progreso salteño, la caída de agua de Salto Grande –hoy desaparecida-, el cielo de gaviotas, el puente viejo sobre el arroyo San Antonio que permitía llegar hasta las cuevas antes de la construcción del puente nuevo, el tiempo de las carretas, la temporada de naranjas y frutillas, la figura del legendario Aquilino Pío…todo le da al conjunto en que se mezclan lo ausente y lo presente, lo que se fue y lo que aún perdura, un fuerte y definido sabor localista, acorde al título “Cantata a Salto”.

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De este modo desfilan por los versos, la geografía: “El río Uruguay, los arroyos Sauzal y Ceibal, una línea de naranjos que va corriendo el horizonte, son los límites de Salto” (Poema “Límites”), “agua azul y blanca/ vidalitay/de las dos cascadas/ la de Salto Chico/vidalitay/ y la sepultada” (Vidalita del agua); la historia, antología de lo que se ha ido: “El agua acompaña el desfile interminable/ por el puerto y el Saladero/ los jóvenes ven pasar/ una ciudad amarrada”(Sueño del río). Entre esas cosas que se fueron están: “el movimiento lento de las carretas” (Poema” El Tiempo”), el precario puente que “ya no está/se llevó a sí mismo a otra orilla/ El puente no está/ y desde este lado queremos cruzarlo” (Puente sobre el arroyo San Antonio). Los antiguos barcos del tiempo de los astilleros, que siguen en la memoria “Aunque el río no tenga más que barcos de papel/ y tus muelles sean un museo” (Poema “Canto a Salto”). La cascada mayor ,“la sepultada”, que hace muchos años dejó de cantar, pero que aún se oye en el recuerdo “Permiso/ quiero llegar a la Garganta del Diablo/ que marcaba Salto Grande./ Voy a estar una tarde como un romance/voy a caminar con un dorado/ bajo el río de lluvia fina” (Poema “Puente a las cascadas”).

Pero el poemario no se mantiene dentro de lo estrictamente local. Más bien, los temas del terruño son punto de partida para una proyección hacia lo universal, en alas del recuerdo y la emoción. Porque universal es la añoranza de lo que se llevó la fugacidad del tiempo. Y porque a esa inestabilidad está también condenado el hombre mismo. Ya decía el Eclesiastés, que todo tiene su momento: “su hora el nacer y su hora el morir. Su hora el plantar y su hora el cosechar”, y aludiendo al destino humano, dejó escrito en sus memorables versos el poeta Jorge Manrique: “Nuestras vidas son los ríos/ que van a dar en la mar/ que es el morir…” Y como lo que pierde se lleva algo de nosotros mismos, pudo añadir el Poeta que “cualquiera tiempo pasado/fue mejor”…

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José Luis Guarino

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