Estudio del comportamiento de la conducción
MIRA – ESCUCHA – REFLEXIONA



El comportamiento de los conductores en el tránsito de Salto tiene, sin duda, que ver con un problema cultural.
Mi forma de conducir siempre va a estar ligada a lo que aprendí, a mis creencias, muchas de ellas limitantes. Un ejemplo bien característico es: “como todo el mundo lo hace, yo también lo hago”.
Los humanos tendemos a hacer lo que nos enseñan y también lo que vemos; en definitiva, todos hacemos lo que nos funciona, de lo contrario no lo haríamos.
Mucha de esta enseñanza cultural tiene que ver con la falta de educación. Esa falencia hace que no podamos pensar por nosotros mismos; entonces funcionamos en automático. Vivimos, en definitiva, en un mundo lleno de creencias, hábitos y poca reflexión, como bien marcan las fotos del encabezado.
Síndrome vial
Un síndrome es un conjunto de síntomas y signos que pueden denotar una patología.
Sin duda alguna —y creo firmemente— que el tránsito de Salto sufre una patología que se arrastra desde hace muchos años. De hecho, en Uruguay tenemos una tasa de accidentes y lesionados con secuelas enormes.
Más allá de los números que tanto hablamos y escribimos, basta con ver cómo conducimos en nuestro tránsito.
Es tan patológico que dentro de la ciudad se maneja de distinta manera según el barrio, la zona y la lejanía de algún puesto de control, como si a medida que nos alejamos del centro tuviéramos permitido manejar como queremos. Como si, por pertenecer a mi barrio, pudiera conducir como me plazca.
Nuestra cultura nos lleva a sentirnos protegidos, dejando de lado las normas y leyes de tránsito porque “vivo en ese lugar”. Y por otro lado, dentro de mi ciudad, “como todo el mundo lo hace, yo lo hago”.
Este pensamiento, que me expone al riesgo inexorablemente, es producto de la falta de información, de no tener la educación necesaria en materia de normas y leyes, y además de no tener conciencia social.
Para poner un ejemplo: si no reviso los frenos de mi vehículo, las luces, el estado de las cubiertas; si no respeto la velocidad que marca la calle o la avenida, estoy teniendo un pensamiento egoísta. Aparte de ponerme a mí en riesgo, tampoco pienso en los demás que comparten la vía conmigo.
Creo realmente que esa es la base de nuestro problema, de nuestro flagelo o epidemia: no pensar en el otro.
No siento ninguna empatía por el otro conductor, por el peatón que quiere cruzar y termina en una suerte de combate con el auto, ya que la mayoría de los conductores no saben cuándo tiene preferencia el peatón.
Personas que, para cruzar una calle, terminan rezando para que el conductor del vehículo frene y les dé paso.
Lo triste es eso: los accidentes van a seguir existiendo mientras no comprendamos los derechos de los demás. Cuando pensemos en ellos, recién ahí vamos a tener una baja sustancial en los accidentes.
¿Educar en la norma? Sin duda.
¿Educar en las leyes? Sin duda.
Pero educar en pensar en el otro, tener un pensamiento social que nos coloque como una sociedad que se respete, que valorice al otro, que valore al pasajero.
¿Cuántas veces vemos a padres y madres llevando niños en motos o autos sin la debida protección, o simplemente rompiendo la norma porque ese niño o bebé no está habilitado para circular?
¿Cuántas veces vemos motos con tres personas? No es algo esporádico, es algo diario.
Lo que más marca nuestro egoísmo a la hora de conducir es no pensar que nuestra conducta, nuestra exposición al riesgo, nuestro egoísmo social puede hacer que, por nuestra irresponsabilidad, le cambiemos la vida a otro, cargándolo para siempre con las consecuencias de un accidente, mortal o no.
Pasarle la carga de mi error al otro es un acto de egoísmo enorme. Hasta que no nos eduquemos en eso como sociedad, va a ser difícil que tengamos resultados diferentes.
Todos tenemos el mismo derecho: todos podemos circular en nuestra sociedad, en nuestro tránsito, y todos también podemos equivocarnos.
Cuando dejemos de ser egoístas tendremos un tránsito más humano, más seguro y con menos accidentes y personas lesionadas.
Si querés saber cómo es una sociedad, mirá cómo conduce.





