Hace unos cincuenta años, la Semana Santa era una semana donde predominaba el silencio. Se fuera católico o no.
Las radios el viernes Santo pasaban musica instrumental, no había opción de comer carne, las empanadas de vigilia , el dulce de zapallo con clavo de olor eran comidas características.
Hoy mucho ha cambiado, pero aun algunas tradiciones se mantienen.
Aquí presentamos diferentes historias que nos llevan a aquellos tiempos .
Prof. Juliana García:
“Es una semana con origen religioso, pero con el pasar del tiempo, cada uno la vivencia de manera muy distinta, según sus creencias”
Juliana García (29 años) es profesora de Historia desde 2014. Se desempeña como profesora y adscripta del Liceo de San Antonio y como profesora de Historia del Arte en el Liceo 1. Así conversaba con EL PUEBLO sobre el tema de este informe:

-¿Cuánto de religioso y cuánto de otras connotaciones creés que tiene esta semana? Considero que en Uruguay, al ser un país oficialmente laico desde hace más de 100 años, vivimos con mucha diversidad esta semana. Claro está que su origen es religioso, pero con el pasar del tiempo, cada uno lo vivencia de manera muy distinta, según sus creencias. Muchos uruguayos lo transitan con esa pluralidad y quizás lograron amalgamar las tradiciones religiosas que persisten desde hace generaciones y las ofertas culturales que también se fueron gestando con el pasar del tiempo y hoy están muy presentes, como puede ser asistir a determinados eventos, o cocinar ciertas comidas. Profundizando aún más en tu pregunta, tendría que decirte que particularmente no pertenezco a ninguna comunidad religiosa actualmente, por lo tanto sería muy subjetivo decir que la religión tiene o no presencia. Lo que sí valoro de los uruguayos en general, es que en esta semana convivimos respetando las creencias que cada uno puede profesar. Quienes pertenecen a una religión lo vivencian con un sentir muy reflexivo, quienes no, transitan estos días valorando los momentos de dispersión, el compartir con la familia y amigos, y al final, seamos creyentes o no, vamos hacia un mismo lugar, que estos días no pasen desapercibidos y poder vincularnos de manera positiva con quienes nos rodean.
-¿Eso ha cambiado con los años?
Quizás si, como todo. Las nuevas generaciones nos aportan una cuota de cambio, se quiera o no. También tiene mucho que ver el lugar desde donde nos posicionamos, ya que alguien que esta semana sigue de manera muy cercana las tradiciones religiosas, quizás no se detenga a pensarlo desde ese punto de vista. Por otra parte, los mayores nos han inculcado de tal manera las tradiciones, que ya tomamos muchas como propias, aunque seamos más jóvenes, simplemente le vamos sumando nuestra impronta y como todo proceso cultural, va formándose a medida que pasan las generaciones. Con respecto a las costumbres, creo que acompañar a nuestros mayores, nos hace mantenerlas vigentes, aún cuando sentimos que el trasfondo de lo que se hace no tenga ya tanto sentido para nosotros, esto de manera generacional. Te pongo un ejemplo, para mi mamá es una costumbre recolectar Marcela en esta semana, es algo que hace desde su infancia y a nosotros nos encanta acompañarla. Si me preguntas el aspecto práctico de esto, no lo tiene, ya que podemos comprar Marcela todo el año en cualquier lugar, pero claramente eso lo veo desde una perspectiva generacional con mucha influencia de la cultura de consumo, sin duda. Para mamá, que también está inmersa en esta cultura, no es lo mismo tener su Marcela recolectada en esta semana, que la que pueden vendernos en una bolsa. A eso me refería.
-¿Una semana para rescatar tradiciones?
Efectivamente, es la semana de rescate de tradiciones por excelencia. Como te mencionaba antes, es la oportunidad perfecta para conectar con muchas costumbres. Esta semana tenemos el tiempo, en algunos casos, de recordar lo que nuestros ancestros nos han trasmitido y hacerles honor. La receta del dulce de zapallo que nos enseñaron las abuelas, hacer o comer una rosca de pascuas en honor a la celebración religiosa o al compartir con los nuestros un momento, juntarnos el domingo de pascuas a celebrar la unión con las personas que queremos, ya sea familia o amigos, que al final es la familia que elegimos en nuestra vida. Nuevamente es eso, ese punto en común que tenemos todos, poder celebrar de alguna manera. Lo que me parece más importante de todo esto, es que nos incluye a todos, sin importar en qué lugar de la sociedad nos encontramos, las tradiciones son nuestro punto en común. El mate por ejemplo, llega a todos y nos da un sentido de pertenencia, todos necesitamos pertenecer, es parte de nuestra condición humana. Las tradiciones nos hacen sentir así, parte de un todo, y muchas veces no nos cuestionamos ni siquiera el origen. Mucha gente no come pescado esta semana, pero no por pertenecer a una congregación religiosa, sino porque es la costumbre familiar, eso es la muestra de que muchas de nuestras tradiciones en algún momento tenían un sentido determinado y luego las fuimos apropiando, después de algunas generaciones simplemente se desvirtuó su finalidad. Aun así son parte de nosotros y nos gustan, no está mal tenerlas, lo que sí nos aportaría mucho es saber su origen, nunca está demás esa cuota de curiosidad por el pasado, quizás te lo digo por profesora de historia (risas).
-¿Es importante para un país rescatar las tradiciones?
Claro que sí. Pero lo voy a unir con lo que te dije antes. Es importante saber de dónde vienen, para poder continuar con ellas pero a conciencia de lo que hacemos. No está bueno replicar costumbres que quizás tenían un origen más negativo sin saber que lo estamos haciendo. Además, lo correcto para un país es saber su historia, y eso incluye las costumbres y tradiciones. Es lindo cuando llega un extranjero y nos pregunta el porqué de algunas costumbres y podemos responderle con historia, con su origen. En la educación formal estamos constantemente, en primaria y secundaria sobre todo, trabajando con las tradiciones para que la curiosidad de nuestros estudiantes sea una herramienta para vincular todo. Las nuevas generaciones siempre son receptivas a saber todo lo que está a su alcance y a los más grandes nos viene muy bien una cuota de cuestionamiento e indagación. Como país siempre vamos a tener tradiciones, lo que indudablemente irá variando es lo que vamos incorporando con el tiempo. La historia de nuestro país es muy diversa y está nutrida constantemente por influencias externas, por ejemplo las distintas oleadas migratorias que se fueron dando según la coyuntura del momento, fueron fundamentales para la construcción de las tradiciones aunque muchas veces el común de la sociedad no lo tenga tan presente. Actualmente la realidad latinoamericana nos está dando una nueva oleada de inmigrantes que llegan a nuestro país en busca de una nueva vida, así como nuestros abuelos o bis abuelos lo hicieron hace un siglo atrás. Ellos también son parte de la construcción de tradiciones, ya que el proceso de aculturación se va dando de manera solapada, y vamos tomando lo que ellos nos traen y con el pasar del tiempo lo hacemos nuestro, lo terminamos adoptando como propio. Así pasó siempre, desde los primeros pobladores que claramente trajeron sus culturas y se fue nutriendo con todos los que llegaron con el pasar el tiempo. Si miramos cada una de nuestras tradiciones con esa perspectiva de indagación, sin duda muchos se sorprenderían.
Semana Santa…la de antes?
«Caminar despacito para no pisar a Jesús, y matar víboras para quitar pecados»
María Auxiliadora Hornos Morales, 85 años, nacida en Río Negro, pueblito de Algorta, recordó la Semana Santa de su niñez. Su padre era ferroviario y viajaba a Argentina para recibir los durmientes y recorrió con la familia varios pueblos del litoral. Llegaron a Salto ciudad en 1956, pero antes vivieron en Cabellos, hoy Baltasar Brum.

Nos contó costumbres y tradiciones de Semana Santa difícil de imaginar aplicarlas en la actualidad.
«Mi mamá nos hacía andar con cautela, caminar despacito porque Jesús estaba muerto y lo podíamos pisar, porque según decían estaba muerto pero en todas partes. Además carne no se podía comer. Éramos ocho hermanos y como en cada familia y como todo chico nos peleábamos pero esa semana no podíamos pelear, teníamos que estar quietitos durante toda la semana. Pienso que eso podría ser estrategia también de nuestra madre para que no peleáramos por unos días.»
Otra tradición era salir a matar víboras.
«Te cuento que en uno de los pueblitos que vivimos, salíamos al campo a matar víboras. Íbamos a un cerro grandote, que me acuerdo clarito, y con un palo matábamos las víboras porque cada víbora que matábamos eran 10 pecados que nos sacábamos de encima»
Según nos contó, no tenían miedo al enfrentarse con las víboras, ni entendían que corrían peligro.
«Íbamos los ocho hermanos con mamá y una tía y las buscábamos levantando piedras, y alguna viborita siempre había. Los más chiquitos avisábamos cuando encontrábamos una viva que generalmente era una lombriz, pero valía igual » recuerda entre risas.
«Nosotros no conocíamos el peligro pero mamá nos enseñaba que cuando viéramos una víbora le diéramos en la cabeza con un palo. Todos llevábamos un palo grande y era todo un triunfo cuando matábamos una”
“Eran muchas cosas,» acota María Auxiliadora, » había que comer bacalao toda la semana y algunos no les gustaba, así que mamá tenía que inventar otras comidas, pero carne no comíamos en toda la semana»
Además de todas estas tradiciones, la familia de María iba a las ceremonias religiosas, a Domingo de Ramos, a bendecir los ramos. «Veníamos re contentos porque íbamos con toda la familia, porque además teníamos una niñez feliz, con una inocencia sagrada, linda a pesar de otras cosas.»
Nuestra entrevistada enfatizó además que en su niñez nunca fue Semana de Turismo, «era Semana Santa y como tal se la respetaba”
Otras personas a las que hemos escuchado contar recuerdos de Semana Santa, comentaban que el viernes Santo no se escuchaba radio, no se cantaba, no se lavaba la ropa porque era «como estrujar a Jesús» y tampoco se lavaba el piso.
Obediencia «a pie juntillas»
A pesar de ser niños, incluso traviesos, María Auxiliadora y sus hermanos obedecían todas las costumbres impuestas en esa semana.
«Obedecíamos a pie juntilla, teníamos miedo que nos pasara algo, porque tanto nos metían en la cabeza esas cosas que había que tomarlas en cuenta»
Relacionando con las actuales costumbres, por ejemplo el huevo de Pascual, María recuerda que para ellos era prohibitivo. «Como éramos de campaña el huevo de pascua era un poco prohibitivo, pero siempre un huevito de pascua hubo en la mesa de nosotros, un pedacito de chocolate para cada uno. «
«Se cumplía con todo lo tradicional pero si bien yo traté de inculcarle a mis hijos alguna de esas tradiciones cuando comenzaron a estudiar y relacionarse, aprendían otras cosas que hacían cuestionar. Para eso también yo había cambiado algunas cosas, por ejemplo el bacalao solo se comía el Viernes Santo, ya no toda la semana.»
Otra cosa que se les tenía prohibido durante la Semana Santa era decir «malas palabras», y todas estas costumbres las aplicaban todos los habitantes del pueblito en el que vivían, el que compartían incluso con sus abuelos.
«Era un respeto absoluto, mamá nos decía que nos portáramos bien porque Jesús estaba muerto y había que respetarlo. Cuando llegaba el día de la Resurrección, te imaginas la alegría, volvíamos a ser nosotros, a hacer nuestra diabluras, a jugar al fútbol y otras cosas»
«Ahora sobre todo es Semana de Turismo, pero a uno le queda eso del respeto, es hermoso» recuerda finalmente María Auxiliadora.
Las costumbres tradicionales de Semana Santa
Marina Piñeiro “Aún conservo las creencias y para mí el Viernes Santo es sagrado”
Marina Piñeiro (76) es docente jubilada y recuerda cómo se celebraba la tradicional Semana Santa en su entorno familiar.

“En mi casa nunca se usó la expresión Semana de Turismo y sí se concebía Semana Santa… llegaba martes o miércoles y se comenzaba a hacer comidas que no llevaban carne. Con mi abuela María Carmelia y mi abuelo José Carlos vinieron de Italia celebrábamos en familia”. Marina recuerda que se confeccionaban en su hogar las pandorgas, los faroles y las granadas, con el papel cometa.
“A partir del jueves no se comía carne, a excepción del pescado. Se comía chocolate… los huevos de pascua eran totalmente artesanales.
– ¿Cómo se preparaba la rosca de Pascuas?
- “Mi abuela la preparaba con levadura y le agregaba vainilla, azúcar y una crema pastelera y finalmente la adornaba con margaritas de chocolate y que esa ornamentación estuviera relacionada con las Pascuas”
- ¿Qué hacían el Viernes Santo?

– “Generalmente salíamos hacia la costa, acompañados de amigos y se organizaba una pesquería. Se hacían pasteles de dulce de membrillo, mucho dulce de zapallo… todo era casero; no se compraba nada. Nos entreteníamos remontando las cometas o mis hermanos llevaban una pelota.
Pasado el Viernes Santo, se respetaba también el día siguiente. Recuerdo que mi madre nos decía que recién luego de las diez de la mañana nos podíamos lavar la cara, porque a partir de esa hora se celebraba la resurrección de Jesús… todo volvía a la normalidad y se obsequiaban los huevos de Pascua, se degustaban las rosquitas y los crespells de chocolate, que llevaban azúcar impalpable”.
– ¿Considera que esas costumbres se han ido perdiendo?
– “Ciertamente, porque las sociedades cambian; todo evoluciona y las nuevas generaciones se crían en otro ambiente. En ese entonces tampoco había mezcla de religiones. Mi madre era muy católica y yo solía ponerme una pequeña mantilla blanca y la acompañaba a misa. Ella llevaba siempre su mantilla negra. Íbamos a la Parroquia del Carmen que nos quedaba a tres cuadras. En Semana Santa recogíamos el olivo bendito y luego era colocado frente a la imagen de la Santa Rita”.
- De todas esas costumbres ¿Qué es lo que más conserva?
– “La creencia. Que existen Dios, Jesucristo y el Espíritu Santo que están presentes, más allá de los momentos de adversidad. Me gusta intercambiar pensamientos con personas de otras religiones y saber de sus experiencias.
Me interesa saber sobre el trabajo de los misioneros. Todos tienen esa fe de que Dios existe y nos aferramos a la misma. Otra costumbre que conservo es que en esas fechas no me gusta salir; prefiero la tranquilidad del hogar”.

SARA BARANOV, DESCENDIENTE DE RUSOS UCRANIANOS COMPARTE SU EXPERIENCIA DE SEMANA SANTA – “Si bien no he continuado con la tradición de mi abuelos, tengo algunos recuerdos de Semana Santa… mi abuelo nos reunía en familia antes de la cena y cantábamos un cántico religioso, leía un trozo de La Biblia y lo explicaba, luego cantábamos otro cántico religioso y hacía una oración para terminar.
Después de hacer la ceremonia religiosa se servía la cena…se preparaban comidas típicas generalmente, el Jaladiech, es una jalea hecha de pollo, el Borsh, es una sopa de verduras con mucha remolacha servida con crema de leche, y de dulce una torta rellena de ricota, pasas de uva, pasas de ciruelas y manzanas… también una compota de frutas frescas”.
ELIZABETH WIDMAIER – DESCENDIENTE DE ALEMANES – “Cuando se celebraba la Pascua se decoraban las ventanas y se colocaban adornos de conejitos y pollitos… también saludaba a los vecinos, parientes y amigos con tarjetas alusivas a la fecha… recuerdo que con mi familia nos juntábamos a pintar huevos. A los huevos blancos de gallina se los teñía con el colorante para tortas, preparando el color con agua y vinagre. Los huevos se giran en la taza para qué prenda el color…se dejan secar y escurrir. En una servilleta descartable se coloca un poco de aceite para darle brillo a los huevos.
En ese tiempo los domingos de Pascua los padres escondían huevos en el jardín y nosotros teníamos que buscarlos… era realmente muy divertido y entretenido.
Mis abuelos hacían ensalada de bacalao y se comía la rosca de Pascua alemana.
La rosca alemana se hace de la siguiente manera: 375 gr de harina de fuerza100 gr de harina normal 60 gr de azúcar – 75 gr de manteca de cerdo (manteca de vaca cocida) 20 gr levadura fresca panadería -2 huevos grandes – ralladura de piel de naranja 1 cd pequeña de azahar – 125 ml de leche templada – el agua tibia del remojo de los orejones y dátiles, con un poco de zumo de naranja para disolver la levadura
PARA EL RELLENO fruta escarchada picada o 24 orejones y 24 dátiles…remojados 2 horas en agua templada.
Ponemos primero en agua templada a remojo los dátiles y orejones
Cuando están hinchados los picamos pequeñitos y reservamos.
Calentamos el jugo un poco…que sea tibio y disolvemos la levadura, con una cucharada de azúcar y 1oo gr de harina, cuando comience a espumar esta lista para echar en la cubeta de la panificadora, con el zumo de naranja, los huevos y el yogurt (esto previamente puede estar mezclado), la manteca de vaca disuelta y la ralladura de naranja, el azahar, echamos el azúcar y la harina de fuerza.
Ponemos el programa de 15 minutos y dejamos que se amase…si vemos que necesitamos más harina echamos de fuerza…hasta conseguir una masa elastica y brillante.
Sacamos y dejamos reposar en un bol untado con un poco de manteca de vaca liquida…tapamos con un plastico y dejamos levedar 1, 30 minutos.
Una vez leudado cortamos 1/3 · de la masa y reservamos…el resto lo cortamos en tres trozos… estiramos y ponemos en el medio dos cucharadas del relleno de orejones y datiles comenzando a doblar hasta formar un rollo en si mismo. Una vez que tengamos los tres hacemos el trenzado como siempre y le damos la forma deseada”.
Agustín de Paula, “Buffet del Chef”
Prepara una gigantesca paella de mariscos cada Viernes Santo
El chef Agustín de Paula es propietario de “Buffet del Chef, comida por kilo”, abierto desde noviembre de 2015 en Gobernador de Viana 239, que se caracteriza cada Semana Turismo o Santa en elaborar una paella especial que cada año crece. Se puede ver desde su Instagram distintas recetas de comida que él mismo muestra cómo hacer, además de traer consejos y tips gastronómicos. También se lo puede ver cocinando en “Frente a Frente”, programa de Canal 5 cada martes a las 21 horas, con la conducción de Emanuel Bourdin.

– Esta semana en particular, ¿la gente cambia su hábito alimenticio o básicamente come lo mismo?
– Creo que un 50% sigue comiendo lo mismo, que no tiene ningún problema de comer carne, algo que solemos cambiar en esta semana, de no tener tanta carne y sí un poco más de pescado, más de verdura, opciones que quizás no la brindamos tanto el resto del año. Además, hacemos una paella, que hacemos solo en turismo, en Viernes Santo, ahí no abrimos el buffet, solo hacemos esa paella gigante con un montón de porciones.
– Me hablaron muy bien de esa paella.
– Abrimos en noviembre de 2015, y a los pocos meses ya estábamos en turismo, y dijimos de probar de hacer paella. Acá hay mucha gente que le gusta y no había lugares donde se hiciera, más allá que cada quien la hace en su casa. Estamos hablando de turismo de 2016, conseguí unas paelleras chicas prestadas por Leonardo Boruchovas, hicimos dos tandas de 65 y se vendió todo. Al otro año hicimos de vuelta, ahí ya me mandé a hacer una paellera de un metro y medio de diámetro. Al otro año otra paellera más. Hoy hablamos de 600 y pico de porciones.
– ¿Y durante el resto del año?
– Durante el año hacemos pescado y la gente no lleva tanto, como tenemos la opción que la gente elija lo que quiera, si bien hacemos pescado, alguna milanesa de merluza, cosas así, te das cuenta que es lo que menos llevan. No trabajo con pescado de río. Hoy (martes), por ejemplo, fue lo que más vendimos. Es esta semana que lo que pongas de pescado te lo llevan. Hay un 50% de personas que buscan esas cosas, y el resto sigue comiendo lo mismo. Pero llega el día de la paella y la gente se desespera, por eso trabajo con reserva, tenemos medio limitado porque tenemos esas dos paelleras y no podemos hacer más que eso, unas 640 porciones, y se vende todo.
– ¿Se trata de un tema cultural, de costumbre o religioso el comer pescado el Viernes Santo?
– Pienso que es más un tema de costumbre, si bien es cierto que hay mucha gente que es religiosa y lo hace, pero el tema del ayuno del viernes sé que hay mucha gente que lo hace, de no comer carne el Viernes Santo, pero ya durante la semana me parece que es un tema más de costumbre. Así como es la semana de remontar cometa, es la semana de comer pescado, al menos así lo veo yo.
– ¿Su paella tiene algún ingrediente secreto o especial?
– No hay secreto, hacemos una paella exclusivamente de mariscos, no tiene pescado, tiene solo frutos de mar. Obviamente que la paella puede tener cualquier otro ingrediente, puede tener pollo, carne. Siempre hacemos la misma receta y sigue saliendo el mismo sabor que aquella primera que hicimos en 2016. Quizás el secreto ande por el caldo de pescado que usamos para hervir el arroz, eso le da un gran sabor.
– ¿Cómo se sigue trabajando en el buffet el día después de la Semana de Turismo?
– Normal. Es una locura esta semana y después sigue todo más normal, obviamente que luego baja un poco las ventas, la diferencia la hace el turista que viene a la ciudad porque nos dicen que en Daymán no encuentran lo que andan buscando, y el otro tema que ven es el precio, prefieren venir a buscar acá porque allá le sale todo más caro.
– Si alguien lo quiere contratar para que le cocine, ¿hay chance?
– Justamente, me especializo en hacer paellas en eventos, hago un servicio de chef a domicilio, en donde podés hablar conmigo, sean 10, 20 o 100, y además le doy la libertad de definir qué es lo que quiere comer, lo que el cliente quiera yo se lo cocino. Llevo todo y me ven cocinar en vivo. Si quieren hacemos un poco de show y les cuento la receta. Querés hacer una reunión en tu casa y son 10 y querés que vaya y les cocine, les cocino. Generalmente en esos casos me piden mucha paella, y hago gran variedad, la que más hago durante el año no es precisamente de mariscos, hago mucho de pollo, las finas hiervas, una paella de ternera al tannat, de cordero también sale.
– ¿Cuál es la forma de contactarlo para pedidos o para contratarlo?
– Puede ser a través de los teléfonos 098 339 716 o del 473 56968. También pueden encontrarme en Instagram por “buffetdelchef” o “chef.agudepaula”.
Huevos de Pascua
«Un buen negocio en Turismo», dice la repostera Ana Clara Moraes
De profesión repostera, Ana Clara Moraes Mesias (41 años), este año se animó por primera vez a elaborar para la venta los tradicionales Huevos de Pascua. Ha sido una buena experiencia. Es un placer elaborarlos y se vende muy bien, afirma. Así conversaba con EL PUEBLO al momento de redactar este informe:

-Primera vez que incursiona en esta elaboración…
Si, es así. Nunca había hecho pero me animé el año pasado y elaboré para la familia, no vendí, los regalé. Pero me salieron tan bien que este año me animé a elaborar para vender y gracias a Dios logré buena venta. Quiero aclarar que nunca hice un curso, pero existe Youtube y tomé una clase por ahí (risas)…Cuando a uno le gusta algo, aprende rápido. Igual, mi trabajo es la repostería, me dedico a la elaboración de tortas para cumpleaños y otros eventos varios y ya tengo mis clientes.
-¿Cuál es la clave para tener y mantener una buena clientela?
Es un trabajo en el que la prolijidad y la responsabilidad son el punto principal.
-Volvamos a esto, ¿qué ingredientes lleva un huevo de pascua?
Yo me manejo con chocolate, obviamente, y después bombones y otras golosinas para el relleno. La terminación la hago con glasé y para eso se utiliza claras y azúcar impalpable.
-¿Cómo promociona estos productos?
Se vende mucho gracias a las redes sociales y al boca a boca, a la recomendación de la gente, acá destaco a mi esposo, porque donde él anda ofrece, y eso favorece, porque conoce a mucha gente. Es un trabajo en equipo.
-¿Resulta un buen negocio en Turismo?
Sin dudas que sí. Si los hacés con buenos productos y con una buena presentación, sin dudas que tiene buena salida. Son unos pocos días, pero se vende bien.
-¿Cómo se compite frente a grandes fábricas?
Simplemente hay que marcar la diferencia ofreciendo un buen producto y presentación. Yo creo que cada uno tiene su propia luz sin necesidad de apagar la luz de nadie.
-¿Hace de diferentes tamaños?
Este año por ser la primera vez que me animé, solo usé N° 10, que es un lindo tamaño, ni chico ni grande, y por suerte se vende bien…
-¿Qué es «vender bien», cuánto más o menos?
Te puedo decir que ya superé las 100 unidades, para ser el principio me siento muy conforme. Pero como ya comenté, es mi comienzo y aclaro que también es una terapia para mí.
-¿Cuál es el precio?
100 pesos cada uno.
-¿Algo para agregar?
Solo agradecer a los que confían en mi trabajo, a mis clientes de siempre. Y que nunca dejen de hacer lo que les gusta, que persigan sus sueños y Felices Pascuas para todos.
Maia Sofía y Ahinoa vendieron unas 15 o 20 cometas por día en su puesto de Avda. Blandengues
Una vez más, como cada año, remontar cometas ha sido uno de los entretenimientos más comunes entre aquellos que salen a disfrutar de espacios abiertos. Y una vez más, el Parque Solari y sus alrededores fue uno de los lugares elegidos. En torno a él hubo al menos tres o cuatro puestos de venta de cometas que, según pudo saber EL PUEBLO, pertenecen a la misma persona, que se encarga de recibir las cometas (que llegan desde Montevideo) para luego instalar diferentes puestos aquí.

Fernando, un muchacho que el jueves en la tarde transitaba por el lugar con una cantidad de cometas aún envasadas ofreciéndolas a los presentes, comentó a este diario que «no es la primera vez que hago este trabajo acá, pero este año noté que la venta fue más baja, pude vender menos que el año pasado por ejemplo, y que el anterior también».
Sin embargo, Maia Sofía Farías (con su pequeño Juan Diego en brazos) y su hermana Ahinoa, vendieron durante toda la semana en el puesto que ubicaron en la esquina noreste del Parque (acera del ex Museo Histórico) y se mostraron satisfechas con las ventas.
Hasta ellas se acercó EL PUEBLO, y comenzó contando Sofía:
«Empezamos el sábado pasado, cuando arrancaba Turismo y las ventas anduvieron bien, aunque ahora (jueves) ya se nota menos; igualmente es los fines de semana cuando más se vende, así que tenemos buena expectativa para este fin de semana final».
-¿Piensan estar hasta el domingo?
Sí, si, los primeros días se movió más, por eso pensamos que el fin de semana se va a mover de nuevo, por eso vamos a estar hasta el domingo sí.
-Hablemos de precios…
Va en los distintos tipos y tamaños de las cometas. Hay de 450, de 350, 250…Hay también de 2 x 400, y de 150 hay algunas también.
-¿Qué es lo que más lleva la gente?
La gente busca precios y las que mejor vuelen, que en ese caso son las más grandes y por eso las más caras también, así que está repartido.
Ahinoa: lo que pasa es que las más chicas son más livianitas, pero no quiere decir que remonten más, porque giran y caen, las que más vuelan son las grandes.
-Sofía, ustedes trabajan para otra persona, ¿verdad?
Sí, nosotros trabajamos para una persona que nos da para vender, son cometas que vienen de Montevideo… En esta semana el hombre ya pidió más mercadería como tres veces.
-La venta es buena entonces…¿más o menos cuántas por día?
Sí, te puedo decir que hemos vendido unas 15 o 20 cometas por día. Hay como cinco puestos acá en la vuelta, que son del mismo señor, la misma persona que nos distribuye.
-¿Sobre todo niños se acercan a comprar?
Sí, principalmente son niños los que más compran, o niños que vienen con los padres.
-¿Qué horario hacen acá?
Desde las 8 y media de la mañana, estamos de corrido hasta las 6 de la tarde, más o menos.
Más visitantes, pocas ventas
Si bien se ha visto mayor movimiento de visitantes en Salto, no se ha notado en la venta de los puestos callejeros
Decidimos recorrer calle Uruguay este jueves a la tardecita, cuando lentamente los distintos puestos callejeros que allí se encuentran comenzaban a aprestarse a la retirada luego de una larga jornada. Son esos puestos que uno ve cada vez que pasa por la principal calle céntrica, pero que rara vez uno se detiene para hablar con quienes allí trabajan, aunque las caras ya nos resultan conocidas. Increíblemente que en esa corta recorrida nos encontramos con personas que trabajaban en la calle con sus puestos desde hace más de diez años, siendo la excepción Julio, que este año cumple cuarenta años con su puesto en calle Uruguay y Asencio. Trabajan haciendo la diaria, y si bien esta Semana de Turismo se llenó de gente en la ciudad, ellos no lo vieron reflejado en sus ventas.
JULIO
Todo aquel que pase por la esquina de Uruguay y Asencio se topará con un puesto de venta de productos en cuero como materas, mates forrados y una amplia variedad de mercadería. Allí se encuentra desde el año 1982, es decir que este año Julio cumplirá cuarenta años de trabajo ininterrumpido, viéndoselo trabajar incluso en días de lluvia. Sin duda que es un termómetro de todo lo que pasa en ese rinconcito de la ciudad.

– ¿Cómo viene la semana en cuestión de ventas?
– Esta semana relativamente, inclusive yo que soy vendedor callejero voy a la feria, y desde el domingo algo se movió, pero ya prácticamente a mediados de semana como que empezó a decaer, no digo para todos los rubros, pero se notó una caída tremenda.
– ¿No son de gastar los visitantes que han llegado a la ciudad esta semana?
– Particularmente no he trabajado con ellos, pero he visto que anda gente por este tema de que se abrió la frontera como que casi toda la gente se fue para el otro lado. Pero bueno, tenemos que seguir nomás.
– ¿No ha notado la presencia del turismo interno, de uruguayos que vienen de otro departamento?
– Algo hay de turismo interno, sí. Lo que noté esta semana, a diferencia de otras semanas de turismo, es que acá en el centro de la ciudad vi bastante uruguayos turistas que hacía tiempo no se veía. Pero le repito, en el comercio en general, no se vio mucho.
A LEJANDRO
Seguimos avanzando por esa misma cuadra de calle Uruguay yendo al Este y nos topamos con otro puesto de venta de productos varios de los que suele comprar la gente al paso, donde se encuentra Alejandro desde hace más de diez años.

– ¿Cómo viene la semana en cuestión de ventas?
– Tranquilo, la verdad que bastante normal. Nada nuevo con la visita, por lo menos acá en el centro se ha visto muy poco.
– ¿No sale venta?
– Sale sí, pero nada de lo normal, seguramente se vea algo mejor en los mismos centros termales y en aquellos lugares donde está más concurrido debe estar impresionante, según me están comentando, que justamente son las noticias que me llegan.
– ¿O sea que se incrementó la cantidad de visitantes, pero son de los que compran poco?
– Claro. Hay visitantes, se ve gente nueva, se ve sí y algo han comprado, pero no hacen la diferencia.
F ERNANDO
En la esquina de Uruguay y Soca nos topamos desde hace años con dos puestos que ya son tradicionales, uno de venta de productos en cuero (cintos, materas, billeteras) y mates de todo tipo y tamaño. Hablamos con el joven que allí trabaja y coincidía que se veía mayor movimiento pero que eso no implicaba mayor cantidad de ventas. Por otro lado, en el puesto que se ubica en esa misma esquina, pero del lado de calle Soca, está Fernando, quien vende flores y plantas desde hace dieciocho años y que aceptó gustoso a hablar con EL PUEBLO.

– ¿Cómo viene la semana en cuestión de ventas?
– Muy quieta, pero tá, dentro de todo se va trabajando, no es lo que esperábamos. Pero bueno, al menos vamos salvando el día a día. Es así. La gente llegó a Salto, se ve que llega y se va, entonces no gasta mucho.
– ¿No son de gastar las personas que han llegado a la ciudad esta semana?
– Y el tema de la moneda está feo, pero bueno, al menos vamos en el día a día.