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sábado, agosto 16, 2025

Salón del Vino Fino: un brindis para brindar oportunidades

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Diario EL PUEBLO digital
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En Colonia Garibaldi, las mañanas suelen empezar con el canto de los pájaros y el olor a tierra húmeda. Allí comienza la historia de Daiana Maciel Furtado, 32 años, mamá de dos hijos y a un paso de recibirse de Maestra en Primaria. Su vocación, sin embargo, no nació en un aula, sino en un momento que el mundo entero recordará: la pandemia.

“En aquel año tan complicado para la educación, ayudaba a mi hija y a otros niños vecinos con las clases virtuales, plataformas como CREA y un aprendizaje completamente distinto. Me di cuenta de que me gustaba enseñar. Desde entonces supe que había encontrado mi vocación”.

Estudiar nunca fue fácil. “Mi madre es mamá soltera y somos tres hermanos. Tuve que dejar el Liceo en sexto año por motivos económicos”, recuerda. Años después, cuando su hija mayor comenzó la escuela, decidió darse una segunda oportunidad. “En 2019 terminé sexto año de Liceo y ese logro me abrió la puerta para elegir una carrera”.

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Ese paso tiene un valor enorme en su historia familiar. “En mi familia no hay profesionales. Junto con una prima que estudia conmigo, seremos las primeras en muchas generaciones en obtener un título universitario”.

Pero estudiar en el medio rural es un desafío permanente. “Cuando llueve, el camino se corta y, si no tienes vehículo propio, es imposible salir. El gasto en boletos, materiales y alimentación es alto para una familia como la mía”.

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La oportunidad de seguir adelante llegó por un simple enlace que le envió su tía. “Era la convocatoria de la beca para estudiantes rurales. Recuerdo que el formulario se completaba a mano, lo puse en un sobre y lo entregué en la sede de Rotary en Salto. Así comenzó mi vínculo con ellos”.

Desde 2022, Daiana es becaria gracias a los fondos que se recaudan en el Salón del Vino Fino, un evento que cada año reúne a bodegas y amantes del vino, pero que también financia sueños en forma de pasajes, materiales y apoyo humano.

“La beca no solo me ayudó económicamente con transporte, alimentación y materiales, sino que me brindó un apoyo humano enorme. Para ellos, rendirse no es una opción y esa energía se contagia”.

En 2023, embarazada de su segundo hijo, decidió no reinscribirse para dejarle la oportunidad a otro estudiante. Pero en enero, el teléfono sonó. “Era Mariana, del club. Les conté mi situación y, para mi sorpresa, decidieron que debía continuar siendo becaria.

Me animaron a inscribirme a algunas materias… y terminé cursando nueve. Mi bebé nació en marzo y en abril ya estaba de vuelta en el Magisterio”. Antes de que naciera, recibió un gesto que aún la emociona: “Me enviaron una gran bolsa con ropa para mi hijo. Ese gesto humano es algo que nunca olvidaré”.

Hoy, combina las prácticas docentes con la crianza y el estudio. “Es como una familia que acompaña en cada paso. Ser becaria no es solo recibir un depósito en la cuenta: es tener un tutor que te guía, un equipo que te impulsa y te recuerda que tus sueños valen la pena”.

Y deja un mensaje a quienes cada año llenan de brindis el Salón del Vino Fino: “A quienes no conocen el trabajo de Rotary, les diría que se animen a apoyar. Detrás de cada copa de vino en el Salón del Vino Fino, hay una historia como la mía: de esfuerzo, superación y gratitud”.

En pocos meses, Daiana cruzará la meta. Y cuando entre a su primera clase como maestra, sabrá que ese logro está hecho de muchas manos: las que le tendieron ayuda, las que levantaron una copa y, sobre todo, las que creyeron que valía la pena apostar por su futuro.

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