Antes que nada, digamos que al enfocar este tema sabemos que estamos asumiendo una gran responsabilidad y como tal trataremos de considerarlo.
Nos referimos a la muerte del ministro del interior, Dr. Jorge Larrañaga, un tema de máxima sensibilidad en la población. Como consideramos que es la mejor forma de recordarlo y de homenajear su nombre, creemos que cabe una aclaración, porque en el mejor de los casos se ha cometido una omisión que puede ayudar a enlodar gratuitamente al recientemente fallecido, si no se aclara debidamente.
Más allá de la intimidad propia, que cabe en cada caso y a la que el ciudadano tiene derecho, digamos que la muerte de un hombre público, como lo fue el Dr. Larrañaga, es precisamente de interés público y por lo tanto interesa a toda la ciudadanía uruguaya, que merece guardar en su recuerdo la verdadera dimensión del extinto.
En este tiempo hemos escuchado frecuentes alusiones a la transparencia de la información, a su abundancia que emana del gobierno central. Si embargo en este caso permanecen algunas interrogantes que nos parecen que hacen mucho más mal que bien.
No han trascendido detalles (salvo en una nota periodística) en cuanto ¿Qué hacía en el momento en que sufrió el infarto cardiovascular? ¿Quién lo atendió?. ¿Dónde estaba en ese momento?
Suponemos que el gobierno nacional conoce todas las respuestas y la pregunta es entonces ¿por qué no las ha dado a conocer?
Quienes habitualmente nos manejamos en el tema de la comunicación social, sabemos que este tipo de omisión de la transparencia lo único que puede hacer es fomentar las “versiones” y eso no es bueno para nadie.
Enlodar gratuitamente a una persona no es de recibo en ningún caso, menos aun cuando se trata de una figura pública. Ocultar información sólo puede contribuir en una dirección y nadie tiene derecho a hacerlo.
Entiéndase bien, no con esto pretendemos desconocer la grandeza que ha tenido el político nacionalista. No queremos ni endiosarlo, ni quitarle su rol humano, sólo reclamamos el derecho a saber. El derecho a conocer la fuente de cada una de las informaciones que se revelan.
Para nosotros, lo demás es pura basura ignominiosa, propia de seres insignificantes y mezquinos que no dudan en enlodar a seres que ya no pueden defenderse.
Alberto Rodríguez Díaz









