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martes, agosto 12, 2025

«No hay que olvidar, pero hay que evitar hacer política con el pasado»

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Diario EL PUEBLO digital
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Las breves líneas que a continuación transcribimos son parte de lo que hace unos días escribía en una red social un docente salteño, a modo de añoranza de un tiempo ya ido: «Tiraba una ironía, o una sutileza…levantaba la vista y algunas sonrisas en el salón me daban a entender que la idea había sido captada. Hoy ya no me pasa. Es como que las nuevas generaciones sólo entendieran lo directo, lo grueso…Se está haciendo muy difícil ser docente, es como que las mentes se estuvieran volviendo binarias… Es difícil estar motivado. Si das una clase estupenda, no tienes testigos, nadie se da cuenta; claro que si fue un desastre… tampoco. Conviene pensar que ya estás viejo, que el retiro se acerca y que ya no hablas el mismo idioma…».

Pero no entraré ahora en el tema educativo específicamente, sino que esta vez, para la reflexión de hoy, me quedo con la expresión «es como que las mentes se estuvieran volviendo binarias». Y traslado el concepto a mucho más allá de un salón de clases, porque creo que ese es un problema mucho más amplio que tenemos en la sociedad toda, en general. Es decir, es como si solo se entendieran las cosas si son blancas o negras. Evidentemente, porque asumir las cosas así es más fácil. Y, lamentablemente, los facilismos mandan.

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Asumir que, en todos los temas, los «grises» también existen, entender que hay matices y analizarlos, requiere de un verdadero ejercicio de razonamiento mucho más profundo, y por ende de un esfuerzo que parece cada vez menos personas están dispuestas a hacerlo.

Así pasa cuando escuchamos a tanta gente que dice «esto está bien» y «esto está mal», sin cuestionarse siquiera que pueda haber términos medios.

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Es lo que sucede también, y nos habrán leído cientos de veces expresarnos sobre ello, cuando en cuestiones políticas se tiende a oponer permanentemente izquierda y derecha. Peor aún, cuando hay quienes se auto convencen e intentan convencer a otros, que los buenos están de un solo lado y los malos del otro.

La realidad sin embargo muestra, a nuestro entender, que los límites son cada vez más difusos. Pongamos algún ejemplo… Siempre (al menos desde que tengo uso de razón) se pretendió instalar el relato que la venta del patrimonio del país, era algo propio y típico de «los gobiernos neoliberales de derecha». Pero cuando uno va a los hechos, se encuentra con que el Uruguay nunca extranjerizó tantas tierras como en gobiernos de izquierda.

Similar es lo que pasa con un tema tan sensible y delicado como el de las personas detenidas en la última dictadura qué sufrió el país. Algunas torturadas, otras muertas, otras desaparecidas. Todo muy triste y por lo tanto todo, ante todo, muy humano, lo humano por encima de ideologías.

Se quiere hacer creer que ese es un tema que solo preocupa y ocupa a la izquierda. Hay quienes olvidan, por ejemplo, que quien instaló en este país la Comisión para la Paz fue Jorge Batlle, siendo Presidente. Hay quienes olvidan que hasta el mismo Sanguinetti hizo lo suyo por encontrar conciliaciones; claro, con las lógicas limitaciones de que estábamos en 1985 y «el fierro todavía estaba muy caliente». Sí hay que reconocer por supuesto, y era hombre de izquierda, el trabajo y el impulso fuerte en este sentido que se dio durante las presidencias de Tabaré Vázquez, muy especialmente entrando a los cuarteles para búsqueda de personas desaparecidas, etc. Sin embargo, a nuestro entender, durante el gobierno de José Mujica (que para muchos sería el de mayores avances en la materia por lógicas circunstancias de su pasado en la guerrilla) este proceso de esclarecimiento se enlenteció notoriamente. Es más, cuando dos ex guerrilleros coincidieron en el Ejecutivo, siendo uno Presidente de la República (Mujica) y el otro nada menos que Ministro de Defensa (Eleuterio Fernández Huidobro), fue cuando menos avances hubo. Cuesta entender, ¿verdad? Pero las cosas funcionan así, con matices.

Ahora bien, como para concluir y reafirmar nuestro pensamiento de hoy, queremos hacer referencia a una entrevista realmente imperdible (cuya lectura por supuesto recomendamos) publicada hace aproximadamente una semana en El Observador. El periodista uruguayo Leonardo Haberkorn (autor de varios libros sobre la historia reciente uruguaya) entrevista a Norma Morandini, una periodista, escritora y política argentina nacida en Córdoba. Norma es hermana de dos “desaparecidos” durante la dictadura del país vecino, y su madre es nada menos que una de las fundadoras de la asociación Madres de Plaza de Mayo. Agreguemos más: la dictadura argentina la obligó a Norma a exiliarse en Portugal y España. Años después fue electa Diputada por Córdoba y luego Senadora hasta el año 2015. Es autora, entre otros libros, de «Silencios. Memoria ruidosa sobre lo acallado» (2022).

Simplemente nos limitaremos a transcribir textualmente algunos pasajes de lo que dice Norma Morandini en la citada entrevista. Usted, estimado lector, extraerá sus propias conclusiones:

Le confieso que es incómodo escuchar hablar contra la izquierda, y que tengan razón. Es doloroso. Porque a la luz de Cuba, de Nicaragua, de Rusia, aquellas cosas que decía la derecha se han legitimado».

«Mi madre fue una de las primeras en salir a buscar a sus hijos y fundó en Córdoba la organización de familiares de presos y desaparecidos. Cuando el tema se ideologizó, dejó de ir. Un día le pregunté por qué no iba más. ‘Porque ahora hacen discursos’, me respondió»

Usted no puede negar la violencia previa (a la dictadura -dice refiriéndose a la lucha armada de grupos guerrilleros-). No es necesario hacer un juicio de valor, pero no se puede ocultar…Hablar de la violencia previa a las dictaduras no es equipararla, pero es un chantaje emocional que se hace permanentemente para impedir que se hable del tema. (…) Todo se ha ideologizado. Y en la medida que se ideologizó, se deshumanizó. Las organizaciones sociales, copadas por el Partido Comunista o lo que queda de él, han impedido que la sociedad aborde estos temas y los discuta. Todo este debate se ha postergado, porque han copado también las universidades. Al apropiarse del tema han impedido que la sociedad se haga cargo. Han tergiversado la idea de derechos humanos…».

Asimismo, la entrevistada hace referencia a la utilización de la «Teoría de los dos demonios», y explica: «Es otro de los chantajes que nos hacen. Y mucha gente por culpa, por miedo o por cobardía, no lo contradice. Yo lo viví en la Cámara (de diputados). Tengo mil anécdotas de cómo la mayoría, para que no les dijeran ‘ustedes apoyan a la dictadura’, dejaron pasar una cantidad de leyes que ahora vemos sus consecuencias. Hay un solo demonio y es la violencia”.

«Mi generación fue educada con ‘Evita me ama, Perón me cuida’. Y se hizo montonera. La educación no es inocua. No hay que olvidar, pero hay que evitar hacer política con el pasado. Hay que aprender. Conocer la historia, si es completa y se estudia en democracia, es un antídoto para que no volvamos a vivir lo mismo. El sentido de estudiar la historia es que no vuelva a pasar. La página se puede dar vuelta una vez que se leyó todo el libro. El libro completo, no solo la figurita que me querés mostrar».

…en nombre de la revolución se puede hacer cualquier cosa (…) en nombre de combatir la pobreza se puede hacer cualquier cosa…».

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