Antes que nada convengamos que como amante del fútbol y de los mundiales me apresto a ver hasta el último de los partidos que pueda del Mundial de Fútbol.
Pero esta pasión no significa que me olvide del tremendo error (siendo benévolo en el término empleado), que ha cometido la Federación Internacional de Fútbol Asociado (FIFA) con la adjudicación de este mundial´, que por primera vez se disputa en el continente asiático.
Lejos de mí está desconocer que esta realización ha sido dirigida por el dinero en uno de los actos de mayor corrupción que se conoce. Ignorar que este Mundial se disputa en un país donde las mujeres tienen prohibido practicar deportes, donde tienen una serie de discriminaciones y sobre todo donde la construcción de los fabulosos estadios, de los más bonitos que hemos podido ver, costó la vida a 7.000 personas, sería apañar esta insensatez.
La mayoría de estos obreros muertos en dichas construcciones eran inmigrantes, gente llegada de lugares muy remotos a quienes al llegar se les retiraba el pasaporte, trabajan hasta 18 horas por día y no se les permitía cambiar de trabajo durante la construcción.
Creemos que quienes se han negado a participar en él, cantantes famosos y demás, están en su derecho y han hecho muy bien.
Quienes no comparten sus argumentos cuestionan el hecho de que no han mirado su propia procedencia, porque en Europa, Tanto Inglaterra, como España, Francia Portugal, Bélgica, por mencionar algunos tienen antecedentes de saqueos y de haber esquilmado a los pueblos originarios…
No está bien seguramente lo que hicieron estas potencias, que en los hechos sumieron en la pobreza a muchos de los pueblos que saquearon, pero ello no puede ser argumento válido para justificar los atropellos que se realizan en nuestros días.
Lo que más nos duele es que quienes tienen el deber moral y ético de darlo a conocer lo ignoraran, esconden o lo que es peor aún lo justifican, acatando fielmente las directivas que desde allí emanan y persiguiendo y sancionando a quienes se oponen. Que no se acabe nunca el petróleo, porque los países árabes como Catar, que hoy nos deslumbran de varias maneras, pasarían a ser estados fantasmas.
Hoy por hoy es sencillamente una prueba más del poder y la influencia que tiene “don dinero” que todo lo justifica y todo lo compra, porque en definitiva y pese a todo no queremos ser, cómplices de una discriminación sucia y sangrienta.
A.R.D.
