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lunes, 2 de junio de 2025
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Que no sea una necesidad

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Diario EL PUEBLO digital
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Se me ocurre hoy empezar esta reflexión citando algunas líneas (fragmentos aislados) del que para mí, es uno de los mejores cuentos de la literatura uruguaya, el cuento “Soledad”, de Juan José Morosoli:

Ahora que había terminado con la tarea de racionar el caballo, Domínguez acercó la silla petisa, de asiento de cuero de vaca, hasta las tunas, se sentó y empezó el mate dulce. Era el desayuno. Pero no tenía azúcar. Hacía dos días que desayunaba, almorzaba y cenaba con mate dulce y el azúcar se había terminado (…) Y no es que fuera mal pagador. Lo que pasaba es que la pensión era muy chica. Y que cuando él cobraba se olvidaba que debía y se iba a comprar al centro con la plata en la mano (…) Además por tres o cuatro días le gustaba ver vino, queso y dulce en la mesa (…) -Bueno -le dijo al bolichero- yo soy Domínguez, el que vive en el rancho aquel… Soy pensionista pero todavía no vino el pago… necesito gastar dos o tres pesos…Y agregó solemne:

-Si quiere saber cómo cumplo mis compromisos, pregunte en los otros boliches…Cuido más mi nombre que mi ropa…¡Y tengo fama de ”aseao”!

Sonrió y esperó la respuesta. Pero el otro también era especial. Le dijo lo siguiente:

-Mire, Señor Domínguez, siento mucho no poderle fiar, porque usted se ve que es bueno, derecho, y porque es pensionista además (…) Pero ni capital son cien pesos…Cuando tenga más capital venga nomás, ¿oyó?. Se dio vuelta y se fue”.

La pregunta está cantada, ¿verdad?; la pregunta es: ¿¡cuántos Domínguez tenemos entre nosotros?! El familiar, el vecino, el amigo, nosotros mismos…Porque esa es la verdad, los años pasan, los partidos políticos que nos gobiernan también, y sin embargo los jubilados y pensionistas siguen siendo (como una vez titulamos esta página) “Los grandes estafados”. Súmele a eso, y fue lo que me hizo recordar al cuento que mencionaba, que ahora el comercio, especialmente en esta parte del país, está atravesando una crisis pocas veces vista, el capital no alcanza, como al bolichero del cuento de Morosoli.

Y en realidad todo lo anterior lo escribí para plantear algunas opiniones respecto al tema sobre el que EL PUEBLO presentó su informe dominical ayer: los jubilados y la posibilidad que ahora se abre para que puedan seguir trabajando en esa condición, pero ya amparados por la ley.

Creo que de todos los entrevistados para ese informe, saqué alguna idea con la que coincido, incluso con aquellos que respondieron espontáneamente cuando salimos a la calle a consultarle a personas elegidas al azar.

Quiero decir, por ejemplo, que me parece que sobre este punto de la reforma, no hay nada para celebrar. Porque pienso que el hecho de que se legalice el trabajo de quienes están jubilados (para decirlo en pocas palabras, aunque la cuestión es obviamente más compleja) no significa un logro para la gente, lo que significa es que se está reconociendo una realidad dolorosa, que es que los jubilados no pueden subsistir con lo que cobran como jubilación, y entonces sienten la necesidad de seguir trabajando. A esa necesidad se intenta ahora ponerle un parche, como para remendar en parte lo que está roto, lo que está mal, lo que de una vez por todas alguien deberá arreglar, y que es la injusticia que sufren quienes trabajaron toda la vida para terminar sus días no teniendo a veces para un poco de azúcar para el mate.

De alguna forma, ese parche, ese remiendo, implica “blanquear” una situación: que muchísimos jubilados trabajan “en negro” (¿sabía usted que en Salto tenemos actualmente alrededor de un 23% de informalidad?).

En ese sentido, hay que recordar que el Frente Amplio al finalizar su gobierno, dejó un número alarmante no solo de desempleo sino también de informalidad. Claro, pero también hay que decir que el actual gobierno encabezado por el Partido Nacional, aunque prometió en campaña electoral otra cosa, sigue teniendo a miles y miles de jubilados y pensionistas cobrando 15 mil pesos, algunos menos todavía. Haga cuentas: piense en un alquiler, agua, luz, gas, comida, medicamentos. ¿Qué le parece?

Seguro muchos estarán pensando (porque ya estamos hasta cansados de escucharlo) que el problema es que nadie sabía que iba a haber una pandemia mundial, y una guerra…Sí, todo bien con esos argumentos, pero ¿no le parece a usted, estimado lector, que siempre quienes nos gobiernan tienen un argumento como escudo para cubrirse ante incumplimientos que hacen una y otra vez desde hace décadas? Hoy es la pandemia y la guerra de Rusia con Ucrania, o la diferencia cambiaria con Argentina, pues no tenga dudas que mañana (sea quien sea quien nos gobierne) será otra cosa, como alguna vez fue la aftosa, la sequía, o la mar en coche…

Lo cierto es que se está reconociendo que hay muchas cosas mal hechas, que el sistema previsional “hace agua” por todos lados. Así lo han entendido todos los gobiernos (basta escuchar archivos de técnicos que formaron parte de gobiernos anteriores), pero nadie hasta ahora se animó a hincarle el diente.

Lo que les pasa a los jubilados, o sea que en vez de reformarse el sistema para que cobren más, se reforme para que la ley los proteja si siguen trabajando más años, ¿será porque no pueden “patear el tablero” y manifestarse haciendo paro por ejemplo?, como tantas veces se ha dicho? Tal vez.

Hay gente que está cansada. Si usted me dijera que la población se jubila a los 55 años, vaya y pase que se piense en amparar a quien elija continuar trabajando. Pero no es así, al contrario, la edad se ha aumentado, y no pocos son a quienes literalmente no les da el cuerpo, o la cabeza, para seguir…Y sin embargo lo hacen igual, no por elección, sino por necesidad, y eso es lo triste. Eso es lo que no debería pasar, pero pasa.

Habría mucho más para escribir, por supuesto.

Fíjese que está también el tema del desempleo de los jóvenes. Si esto es grave, ¿no lo será más aún si a determinados puestos de trabajo empiezan a ocuparlos personas ya jubiladas? Y con esa gente que ronda los 45 o 50 años y se le hace dificilísimo conseguir un trabajo, ¿qué hacemos?, ¿qué esperanza le estamos dando?, ¿no se los está perjudicando aún más de esta manera?

Fíjese además lo que pasa con las AFAPs…Al menos para razonar un poco, me gustó algo que leí hace unas horas en una red social y lo comparto: Un hombre se jubila y pregunta cuánto es el capital ahorrado; le responden que son unos varios millones, entonces dice inmediatamente: “Bueno, quiero retirarlos”. “No, no se puede”, le contestan. “¿Por que?, si es mi plata…”, pregunta. “Porque eso está escrito en las leyes, ese dinero es para comprar acciones”, le explican. “Bueno, quiero esas acciones entonces, algunas por lo menos”, retruca el jubilado. El empleado solamente atina a reírse.

¿Se entiende para qué ahorramos toda una vida?

Digo en definitiva, a modo de síntesis por ahora, algo que creo ya quedó claro en las anteriores líneas: un jubilado debe vivir bien, debe alcanzarle lo que cobra por haber trabajado y aportado tantos años. Seguir trabajando debe ser para él una opción, jamás una necesidad. El problema es que la mayoría lo hace por necesidad, no cabe la menor duda. Y ahora que estará dentro de la ley, más aún.

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