Que no sea una masacre de la fauna

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Cuando escribimos estas líneas admitimos que todavía nos encontrábamos sorprendidos por los términos de decreto que estableció nuevas condiciones para la caza nocturna en nuestro país.
Quienes han participado o conocen al menos los relatos sobre las partidas de caza en el país, saben que estas siempre se han desarrollado de noche, y por lo tanto nada nuevo agregaría este decreto de no ser por los restantes detalles.
Se acaba de reducir la exigencia de tres quilómetros por lo menos de un centro poblado o una escuela, a un quilómetro. Es lo más grave que vemos en este decreto que tiene a nuestro entender varios aspectos contraproducentes.
Quien o quienes han incidido para la aprobación de estas nuevas condiciones de la caza en el país, seguramente han ocultado muy bien, la situación que vive la fauna autóctona en la frontera, tierra de nadie o mejor dicho de cazadores furtivos que persiguen y matan a sus anchas con la ausencia total de controles.
Es más luego se despachan a sus anchas sobre el resultado de esas partidas “masacres” para nosotros en que no sólo se usan armas de alto calibre, cuya venta se supone estrictamente controlada en el país, sino que consideran que esta caza “deportiva”, es buena para un país.
Tenemos entendido que teóricamente los que deberían de ejercer el control en este sentido deben de ser los guardas aduaneros, la policía y la Prefectura.
Quienes conocen la situación de frontera sabe que la realidad indica otra cosa y salvo lo poco que hace el Ministerio del Interior o en algunos casos concretos la Prefectura Nacional Naval los controles “no existen”.
Generalmente los cazadores suelen ser personas influyentes en el medio o ampliamente conocidas al menos, razón por la cual gozan de ciertos privilegios.
No nos cansaremos de decir, porque lo hemos comprobado muchas veces, lo que sucede en materia de tránsito. Hemos visto transitar libremente por las banquinas, hemos visto adelantar por la derecha y lo más lamentable. Días atrás vimos a cuatro policías apostados supuestamente para realizar inspecciones o controles de rutina “entretenidos con sus celulares”.
Estamos de acuerdo con que su función no es el tránsito, sino de intervenir ante otro tipo de ilícitos, pero se supone que al menos debieran de informar de las infracciones que se cometen en el tránsito.
Muchas en estas columnas hemos escritos de que lo que falta es control y hacer cumplir las disposiciones existentes. Esperemos que este caso no se inscriba dentro de las infracciones, porque sería un problema más.
A.R.D.

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Liliana Castro Automóviles