Parece de Perogrullo, pero es el país real que tenemos. Las fronteras están (teóricamente) cerradas, pero sin embargo cada día más nos encontramos con más extranjeros entre la población local. Esto no significa que nos opongamos a su presencia o que nos moleste, pero si el hecho de una posible evasión de los controles.
En las aduanas rige o debería regir, la medida de máximo 5 kilos dispuesta por las autoridades nacionales. Pero siguen existiendo verdaderos “supermercados” de productos extranjeros.
Rige en el país la prohibición del porte de armas -salvo casos debidamente justificados- como también la intromisión, venta y demás. Sin embargo casi a diario tenemos hechos de sangre y hasta homicidios cometidos con armas de fuego.
Se supone que toda persona que intenta ingresar al país debe hacerlo por los puntos correspondientes, donde se les informará de las disposiciones existentes en la materia. Sin embargo todo el mundo sabe que hay zonas “liberadas” en que no se hace control alguno “salvo que el propio interesado lo pida” (¿?). Es absurdo pensar que si alguien tiene algo irregular o fuera de los controles correspondientes, vaya a solicitar fiscalización alguna.
Al mismo tiempo nos enteramos que gente que es perseguida y buscada en otros países por flagrantes delitos no sólo se ha refugiado en nuestro país, sino que habitualmente vive rodeado de dinero y riquezas que “nadie sabe como pudo ingresarlas”.
Es hora que asumamos que somos tan corruptos como otros países y mientras no se hagan controles serios y estrictos, la corrupción seguirá existiendo.
A menudo nos gusta considerarnos diferentes, cuando no “mejores” que otros países en esta materia, pero la realidad indica que los índices de corrupción son tan grandes como los de aquellos mismos, sólo que por ser menos, tenemos un mercado más chico y las cifras que se manejan son también más chicas.
No es un tema menor y de nada sirve que se considere que es un tema social, porque los autos de alta gama, las lanchas y otros vehículos en que se manejan estos delincuentes no hablan precisamente de un tema social.
No nos inscribimos entre quienes reclaman tormentos y torturas para hacer confesar a la gente como es que lograr burlar el ingreso al país, pero exigimos que se lleven a la práctica controles serios y sorpresivos (sin celulares en el trabajo) para que no nos sigan tomando por ingenuos.
A.R.D.