En estos momentos escribir de algo que no sea la pandemia del COVID 19 o sus derivados, parece utópico y es más, se corre el riesgo de no despertar interés alguno en los lectores, porque su preocupación está en otro lado.
Sin embargo el mundo sigue andando y entendemos que hay cosas que merecen igual o similar atención. Uno de estos temas es precisamente la educación, tema del cual ya nos hemos ocupado alguna vez.
Es el botín más preciado para cualquier ideología, en cuanto existe el convencimiento que es mediante el sistema educativo que se puede formar a los futuros ciudadanos y sobre todo se puede inculcarles valores afines u opuestos a los que alentamos nosotros.
Cuando el “Pepe” Mujica asumió la presidencia de la República y prometió “educación, educación, educación” festejamos que se hubiera entendido una vez por todas que es la esencia de la democracia. Educar al soberano, como se ha dicho es la contribución más grande que se puede hacer a la democracia.
Nada mejor que una educación, libre, igualitaria y al alcance de todos, para contribuir a formar ciudadanos ilustrados, capaces de razonar y de pensar por si mismos.
Sin embargo aquella máxima que tanta esperanza nos despertó, quedó en eso. Poco o nada se avanzó desde entonces, quizás porque el propio régimen no lo permitió, quizás porque no se tuvieron los recursos o quizás, quizás… y tantos motivos que pueden explicar las dificultades, pero jamás las justificarán.
Nunca habrá un mundo más justo, y más equitativo (esto es menos violento) sin una educación adecuada, libre y soberana, como lo establecen nuestros principios.
Son muchos los aspectos que hoy impiden tener esta educación, imposible pensarla sin una situación social de los alumnos que les permita concentrarse por entero en el estudio. Imposible creer que es factible con docentes que andan saltando de un lugar a otro para poder juntarse con un sueldo digno. Imposible pensarla sin medios y locales adecuados para estudiar.
Finalmente es imposible ignorar que la educación ha sido uno de los rubros más perjudicados por la pandemia, porque la falta de presencialidad ha jugado un rol nefasto que perjudicó en gran forma a los alumnos que no han tenido clases presenciales y favoreció a los de institutos privados que pudieron tenerlas. Es decir creó mayor desigualdad aún.
No se debe ignorar que la educación pública recibida este año ni por asomo ha sido igual a la recibida en años “normales”.
Es bueno tenerlo en cuenta para buscar salidas al problema.
A.R.D.
La educación en tiempos de pandemia
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