Home EL PUEBLO impreso EDITORIAL Pobreza: la pandemia eterna que pasa desapercibida

Pobreza: la pandemia eterna que pasa desapercibida

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En una reciente homilía el Papa Francisco ha hecho referencia en especial al injusto sufrimiento de quienes padecen las guerras, una de las pandemias eternas, generadora de pobreza y de muerte.

La guerra y todo el armamentismo que supone, por parte de los países abastecedores de armas y de otras menesteres afectados o demandados por las guerras, han lucrado y siguen haciéndolo permanentemente con el dolor, la muerte y el sufrimiento de tanta gente. Entre ella frecuentemente vemos a niños huérfanos, malogrados físicamente, víctimas inocentes de la codicia y de la miseria de los mayores.

Nadie puede dudar que la guerra es el producto de la miseria humana. Lo que se invierte en armamentos y en financiar las guerras eternas, como la que envuelve a Israel y Palestina, a Siria, Irak e Irán y tantos más.

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Detrás de cada conflicto están las denominadas “grandes potencias”. Las mismas que buscan permanentemente otros planetas, otros lugares donde habitar como “plan B”, porque su avaricia seguramente constituye una amenaza real y concreta para la tierra.
Lejos está la pobreza de limitarse a los países en guerra, donde obviamente es más visible, aunque pocas veces vemos a los grandes medios ocuparse de la realidad de los habitantes de estos países.

La pobreza está a nuestro lado y no hace falta buscarla en los países en guerra, donde se hace más notoria. Basta darse una vuelta por la zona céntrica en horas de la noche para encontrarse con la realidad de familias enteras hurgando la basura.

Hoy enfrentamos una pandemia que si bien no sabemos cuando pasará algún día lo hará y aunque se ha llevado mucha gente, el mundo seguirá andando, las personas – salvo contadas excepciones – seguiremos desentendiéndonos de los verdaderos problemas sociales y aunque habitamos el mismo planeta y somos contemporáneos, algunos seguiremos disfrutando de los placeres de la buena vida, mientras que otros, ahora más que nunca, seguirán padeciendo esta situación.
Un argumento que nos resulta enervante es “yo no tengo la culpa que no hayan querido estudiar o prepararse para la vida…”. Nada más errado. ¿Ud. contribuyó a darles oportunidades?
Esta es la verdadera y cruel realidad. Si bien desde que el mundo es mundo ha habido ríos y pobres, como sostienen algunos, nada justifica que los pobres sean cada vez más pobres y los pocos ricos sean cada vez más ricos.
A.R.D.

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