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domingo, 3 de agosto de 2025
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Paysandú y Salto son de las ciudades que aportaron mayor número de figuras de prestigio a las artes

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Respecto de la región litoral (Salto, Paysandú y Río Negro), en donde se incluye Salto, la publicación “Regionalización cultural del Uruguay” indica los “aspectos relevantes para su caracterización cultural”. De esa forma expresa que “es una de las regiones más densas en desarrollo socio-cultural, con un muy rico historial en diversas manifestaciones. Su fuerte integración al área guaraní-misionera la marcó con rasgos de larga vigencia. Paysandú y Salto son de las ciudades del interior que aportaron mayor número de figuras de prestigio en diversos campos del estudio, la investigación y las artes.  Arraigados  vínculos con Buenos Aires estimularon su actividad y producción cultural y le permitieron una mayor autonomía respecto a Montevideo (lo que siempre ostentaron con orgullo). Salto y Paysandú cuentan, también en su historia cultural, con una especie de “edad de oro perdida”. En ambas capitales existe  una fuerte tradición de iniciativa popular en materia cultural, que ha sido fecunda en la creación y el sostén de instituciones privadas y públicas de gran  arraigo. Las dos principales ciudades han contado, desde la segunda mitad  del siglo XX, con la presencia de la Universidad de la República, que también ha sido un factor dinamizador. Sin embargo, pese a haber gozado de un sitial  de destaque la región no fue inmune a los efectos negativos de la centralización”.
INSTITUCIONALIDAD
El documento sigue indicando que “sobre todo Salto y Paysandú  contaron en  su haber  con importantes instituciones educativas, cuyos orígenes se remontan a la segunda mitad del siglo XIX. Ambas gozaron de los mejores servicios educativos existentes en el interior. En Salto se destacó el Instituto Osimani-Llerena, creado originalmente en 1873 y que alcanzó renombre en el país y fuera de fronteras. Debido al fuerte arraigo y destacado nivel de las instituciones preexistentes, en ambas ciudades los  centros  educativos públicos  –escuelas, liceos,  escuelas industriales– no tuvieron el carácter inaugural ni hegemónico que tuvieron en los demás departamentos. En Salto la Logia Hiram fundó en 1856 el Colegio Hiram, la primera escuela gratuita y laica que existió en el país. Desde finales del siglo XIX la Iglesia Católica buscó, como en todo el país, contrarrestar la fuerte influencia liberal y masónica, fundando instituciones educativas de larga trayectoria. A los centros educativos se sumaron otras instituciones que promovían la reflexión intelectual y las manifestaciones artísticas, como los ateneos de Paysandú (1883) y de Salto (1889).
LOS TEATROS
También las dos ciudades cuentan con dos de los teatros de mayor antigüedad y prestigio en el país. En Paysandú la construcción del teatro se inició en  1860; este fue inaugurado en 1876 con el nombre de Teatro Progreso y en 1921 pasó a llamarse Florencio Sánchez. En la década de 1850 en Salto se construyó el denominado Teatro Viejo. En 1880 se iniciaron las obras del Teatro Larrañaga, inaugurado en 1882. La ciudad de Paysandú se ha destacado por impulsar encuentros regionales o nacionales en diversas áreas culturales (como coros y plástica), y cuenta con una fuerte tradición de instituciones teatrales independientes. En 1946 se fundó en Salto, con el impulso de Enrique Amorim, la Asociación Horacio Quiroga, institución de prolongada y destacada trayectoria por cuyo intermedio llegaron a Salto figuras de diversas disciplinas intelectuales.
ARTES PLÁSTICAS
La región posee una tradición de arraigo en materia de artes plásticas, manifiesta ya en la segunda mitad del siglo XIX por la presencia de excelentes artistas europeos, especialmente italianos. Al fundarse la mencionada Asociación Horacio Quiroga se creó en Salto el Taller Pedro Figari y el primer docente fue  José Cúneo, quien también realizó obra durante ese período. Al frente del taller continuó el húngaro José Cziffery, de sólida formación –se afirma que en París fue discípulo de Mattisse–, que tuvo un papel decisivo a lo largo de casi dos décadas de docencia (1946-1964) en la afirmación de Salto como cuna de destacados artistas plásticos. También está profundamente asociada a la ciudad la figura de Edmundo Prati (aunque nació en Paysandú, luego de adquirir una sólida formación se radicó en Salto).
De manera temprana Paysandú contó con una Comisión de Cultura que fue el origen del Taller de Artes Plásticas, institución donde tuvo labor fundamental el escultor Jorge Pérez Lynch, quien también incidió en la formación de  un museo pictórico. Como frutos de esos impulsos durante la década de 1950 en Paysandú se realizaron Salones del Interior y un Salón Nacional de Bellas Artes. En Río Negro, más específicamente en Fray Bentos, se destacó la figura de Luis Alberto Solari, quien desarrolló allí una fermental actividad creadora y docente. Entre sus discípulos se destacó Carlos Tonelli.
MÚSICA
Tanto en Salto como en Paysandú ya en la segunda mitad del siglo XIX se  crearon bandas de música, conjuntos y conservatorios para la enseñanza sistemática. Las páginas de la prensa local dan cuenta de una intensa actividad  musical por entonces. En Paysandú los antiguos antecedentes musicales fueron  destacados y diversos (en intérpretes, creadores y docentes). En 1946 se fundó  el Conservatorio Musical Municipal, transformado después en la Escuela Municipal de Música, que llegó a ser dirigida por el maestro Vicente Ascone. Capítulo especial merece la actividad coral litoraleña, impulsada por el maestro Eric Simon, quien fundó numerosas corales –tanto de mayores como de niños– en las décadas de 1940 y 1950. Estas agrupaciones alcanzaron excelente nivel de crítica y con ellas organizó los brillantes Festivales de coros del Litoral (a partir del realizado en Paysandú, en 1952). También la región tuvo un papel importante en el surgimiento del denominado canto nacional o popular. Las figuras emblemáticas del sanducero Aníbal Sampayo y del salteño Víctor Lima –que sembró su ideal de un canto propio también en otros departamentos– fueron aportes fundamentales para el nacimiento de esa expresión musical profundamente enraizada en la historia, la geografía y las gentes de esas tierras.
LA PRENSA
Paysandú  y  Salto,  y  como  se  dijo  también Mercedes,  se  destacaron  por  haber  sido de los primeros lugares del interior donde  existió prensa  escrita  – por  ejemplo  El  Salteño (1859)–  y  donde  hasta  el  presente  existen medios  emblemáticos de la prensa del interior, como El Telégrafo de Paysandú. La historia regional registra también la presencia de escritores argentinos exiliados en el litoral, como fue el caso de José Hernández en Paysandú.
LITERATURA
La literatura del litoral, especialmente de sus dos principales ciudades, ha sido potente y con nombres sobresalientes, como los salteños Horacio Quiroga –que se inició como escritor en Salto, donde había nacido– y Enrique Amorim, quien mantuvo vínculos con figuras destacadas de la intelectualidad nacional y americana y buscó tender lazos entre estas y su ciudad natal. El escritor Adolfo Montiel  Ballesteros, aunque nacido en Paysandú, inició su importante carrera literaria  en Salto. El escritor salteño Leonardo Garet se destaca no solo por su amplia  obra literaria sino por la atención dedicada al estudio y difusión del patrimonio literario  de  su  departamento.  Si  bien Paysandú no  exhibe una  serie  de  nombres tan relevantes, Juan Fagetti y Humberto Megget fueron oriundos de este departamento. Río Negro fue tierra de nacimiento de Domingo Luis Bordoli, aunque este se vinculó más a la cercana Mercedes.

Respecto de la región litoral (Salto, Paysandú y Río Negro), en donde se incluye Salto, la publicación “Regionalización cultural del Uruguay” indica los “aspectos relevantes para su caracterización cultural”. De esa forma expresa que “es una de las regiones más densas en desarrollo socio-cultural, con un muy rico historial en diversas manifestaciones. Su fuerte integración al área guaraní-misionera la marcó con rasgos de larga vigencia. Paysandú y Salto son de las ciudades del interior que aportaron mayor número de figuras de prestigio en diversos campos del estudio, la investigación y las artes.  Arraigados  vínculos con Buenos Aires estimularon su actividad y producción cultural y le permitieron una mayor autonomía respecto a Montevideo (lo que siempre ostentaron con orgullo). Salto y Paysandú cuentan, también en su historia cultural, con una especie de “edad de oro perdida”. En ambas capitales existe  una fuerte tradición de iniciativa popular en materia cultural, que ha sido fecunda en la creación y el sostén de instituciones privadas y públicas de gran  arraigo. Las dos principales ciudades han contado, desde la segunda mitad  del siglo XX, con la presencia de la Universidad de la República, que también ha sido un factor dinamizador. Sin embargo, pese a haber gozado de un sitial  de destaque la región no fue inmune a los efectos negativos de la centralización”.

INSTITUCIONALIDAD

El documento sigue indicando que “sobre todo Salto y Paysandú  contaron en  su haber  con importantes instituciones educativas, cuyos orígenes se remontan a la segunda mitad del siglo XIX. Ambas gozaron de los mejores servicios educativos existentes en el interior. En Salto se destacó el Instituto Osimani-Llerena, creado originalmente en 1873 y que alcanzó renombre en el país y fuera de fronteras. Debido al fuerte arraigo y destacado nivel de las instituciones preexistentes, en ambas ciudades los  centros  educativos públicos  –escuelas, liceos,  escuelas industriales– no tuvieron el carácter inaugural ni hegemónico que tuvieron en los demás departamentos. En Salto la Logia Hiram fundó en 1856 el Colegio Hiram, la primera escuela gratuita y laica que existió en el país. Desde finales del siglo XIX la Iglesia Católica buscó, como en todo el país, contrarrestar la fuerte influencia liberal y masónica, fundando instituciones educativas de larga trayectoria. A los centros educativos se sumaron otras instituciones que promovían la reflexión intelectual y las manifestaciones artísticas, como los ateneos de Paysandú (1883) y de Salto (1889).

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LOS TEATROS

También las dos ciudades cuentan con dos de los teatros de mayor antigüedad y prestigio en el país. En Paysandú la construcción del teatro se inició en  1860; este fue inaugurado en 1876 con el nombre de Teatro Progreso y en 1921 pasó a llamarse Florencio Sánchez. En la década de 1850 en Salto se construyó el denominado Teatro Viejo. En 1880 se iniciaron las obras del Teatro Larrañaga, inaugurado en 1882. La ciudad de Paysandú se ha destacado por impulsar encuentros regionales o nacionales en diversas áreas culturales (como coros y plástica), y cuenta con una fuerte tradición de instituciones teatrales independientes. En 1946 se fundó en Salto, con el impulso de Enrique Amorim, la Asociación Horacio Quiroga, institución de prolongada y destacada trayectoria por cuyo intermedio llegaron a Salto figuras de diversas disciplinas intelectuales.

ARTES PLÁSTICAS

La región posee una tradición de arraigo en materia de artes plásticas, manifiesta ya en la segunda mitad del siglo XIX por la presencia de excelentes artistas europeos, especialmente italianos. Al fundarse la mencionada Asociación Horacio Quiroga se creó en Salto el Taller Pedro Figari y el primer docente fue  José Cúneo, quien también realizó obra durante ese período. Al frente del taller continuó el húngaro José Cziffery, de sólida formación –se afirma que en París fue discípulo de Mattisse–, que tuvo un papel decisivo a lo largo de casi dos décadas de docencia (1946-1964) en la afirmación de Salto como cuna de destacados artistas plásticos. También está profundamente asociada a la ciudad la figura de Edmundo Prati (aunque nació en Paysandú, luego de adquirir una sólida formación se radicó en Salto).

De manera temprana Paysandú contó con una Comisión de Cultura que fue el origen del Taller de Artes Plásticas, institución donde tuvo labor fundamental el escultor Jorge Pérez Lynch, quien también incidió en la formación de  un museo pictórico. Como frutos de esos impulsos durante la década de 1950 en Paysandú se realizaron Salones del Interior y un Salón Nacional de Bellas Artes. En Río Negro, más específicamente en Fray Bentos, se destacó la figura de Luis Alberto Solari, quien desarrolló allí una fermental actividad creadora y docente. Entre sus discípulos se destacó Carlos Tonelli.

MÚSICA

Tanto en Salto como en Paysandú ya en la segunda mitad del siglo XIX se  crearon bandas de música, conjuntos y conservatorios para la enseñanza sistemática. Las páginas de la prensa local dan cuenta de una intensa actividad  musical por entonces. En Paysandú los antiguos antecedentes musicales fueron  destacados y diversos (en intérpretes, creadores y docentes). En 1946 se fundó  el Conservatorio Musical Municipal, transformado después en la Escuela Municipal de Música, que llegó a ser dirigida por el maestro Vicente Ascone. Capítulo especial merece la actividad coral litoraleña, impulsada por el maestro Eric Simon, quien fundó numerosas corales –tanto de mayores como de niños– en las décadas de 1940 y 1950. Estas agrupaciones alcanzaron excelente nivel de crítica y con ellas organizó los brillantes Festivales de coros del Litoral (a partir del realizado en Paysandú, en 1952). También la región tuvo un papel importante en el surgimiento del denominado canto nacional o popular. Las figuras emblemáticas del sanducero Aníbal Sampayo y del salteño Víctor Lima –que sembró su ideal de un canto propio también en otros departamentos– fueron aportes fundamentales para el nacimiento de esa expresión musical profundamente enraizada en la historia, la geografía y las gentes de esas tierras.

LA PRENSA

Paysandú  y  Salto,  y  como  se  dijo  también Mercedes,  se  destacaron  por  haber  sido de los primeros lugares del interior donde  existió prensa  escrita  – por  ejemplo  El  Salteño (1859)–  y  donde  hasta  el  presente  existen medios  emblemáticos de la prensa del interior, como El Telégrafo de Paysandú. La historia regional registra también la presencia de escritores argentinos exiliados en el litoral, como fue el caso de José Hernández en Paysandú.

LITERATURA

La literatura del litoral, especialmente de sus dos principales ciudades, ha sido potente y con nombres sobresalientes, como los salteños Horacio Quiroga –que se inició como escritor en Salto, donde había nacido– y Enrique Amorim, quien mantuvo vínculos con figuras destacadas de la intelectualidad nacional y americana y buscó tender lazos entre estas y su ciudad natal. El escritor Adolfo Montiel  Ballesteros, aunque nacido en Paysandú, inició su importante carrera literaria  en Salto. El escritor salteño Leonardo Garet se destaca no solo por su amplia  obra literaria sino por la atención dedicada al estudio y difusión del patrimonio literario  de  su  departamento.  Si  bien Paysandú no  exhibe una  serie  de  nombres tan relevantes, Juan Fagetti y Humberto Megget fueron oriundos de este departamento. Río Negro fue tierra de nacimiento de Domingo Luis Bordoli, aunque este se vinculó más a la cercana Mercedes.

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