POR: JORGE PIGNATARO
Amorim y Milans Martínez
Con poemas de su autoría, nos vamos anticipando a un par de aniversarios muy marcados para la cultura de Salto. En el caso de Enrique Amorim, nació y murió en Julio (25 de Julio de 1900 – 28 de Julio de 1960). En tanto Artigas Milans Martínez, notable acuarelista además, nació (en Tacuarembó, pero fue indudablemente un salteño más) el 17 de Julio de 1901.

EL PATIO
(E. Amorim)
Patio de la casa
refugio del viento.
Corazón flexible
de frescos helechos.
Acabo de verte
humilde y desierto.
Cárcel de mi infancia.
Cuando era pequeño
para mi triciclo
¡qué inmenso!
De mis doce años
tan solo recuerdo:
el sillón de Viena
con el blanco abuelo,
la tinaja roja
con el jazminero,
el brocal de mármol
y en recio caldero
el dulce de leche
siempre a fuego lento.
Aclaran mis años
en manos de un negro
dos pantallas vivas
alas de brasero.
Patio de mi infancia
donde voy te llevo.
Patio de mi casa,
donde voy te encuentro.
CANCIÓN DE GALLEROS
(E. Amorim)
I
Los galleros, a la siesta,
bajan la cuesta.
El río espía sus pasos
creciéndole los barrancos.
La canícula su pico,
clava en los hombros caídos.
Carga liviana en las manos:
una pareja de gallos.
Picos en sombra. Las crestas
encendidas de pelea.
¡Bombas de pluma encerradas
en frágiles cuatro tablas!
Los galleros, a la siesta,
bajan la cuesta.
II
Atravesando las quintas
se llevan al gallo tuerto.
Triste su lado vacío.
Los naranjos están llenos.
¡Qué espacio ocupan las copas
redondas de fruta y viento!
-Pasó el gallo desplumado,
y ojo dormido y seco-.
Un verde y dorado cae
sobre el hombro del gallero.
El gallo no ve las ramas,
va pegado contra el pecho.
La sombra entera del árbol
ha rodado por el suelo.
Gallero y gallo pasaron
de vuelta del reñidero.
¡Oh, si los árboles dieran
para los hombres torneos!
Reñida lucha de ramas
y rojos frutos abiertos.
Combate de verde y verde,
naranjos y limoneros.
Agrios y dulces combates
bajo las gradas del cielo.
Atravesando las quintas
se llevan al gallo tuerto.
Los mil ojos del naranjo
agita, de paso, el viento.
POR UN ÁNGEL DE FUEGO
(Milans Martínez)
Por un ángel de fuego, detenido,
aprisionado en un amor me encuentro;
del paraíso o del infierno, centro,
rayo petrificado y desmedido.
Hierro en ascua feroz que se ha adherido,
al corazón quemado ya en su fuego;
calcinado torrente oscuro y ciego,
que arrasa el pecho, en su poder, herido.
Demoníaca flor en alto cielo,
arcangélica luz de oscura fuente,
causa de mi delirio y mi desvelo.
Hontanar de alegría y sufrimiento,
prisión celeste, trueno de mi fuente,
furia de vida, mi deslumbramiento.
DAVID DE DONATELLO
(Milans Martínez)
David de Donatello,
que luces tu perfecta belleza
a través de los siglos:
dame tu corazón petrificado,
tu imperturbable indiferencia,
tu sangre detenida,
tu frente sin tormentas
y el alma ausente;
tu mirada infinita
perdida en el espacio.
Tan solo un día
quiero tu ausencia de todo,
tu soledad tremenda por adentro,
tu boca sin palabras,
tus ojos inservibles,
tu corazón sin ansias,
tu sexo sin deseo,
fundidos en el bronce.
Quiero tu flamígera espada,
tu poderosa piedra,
tan solo un día
y entonces sí,
volvería otra vez
al camino de antes, dueño de mí,
sin la herida profunda
que tú bien sabes, vida.
tu poderosa piedra,
tan solo un día
y entonces sí,
volvería otra vez
al camino de antes, dueño de mí,
sin la herida profunda
que tú bien sabes, vida.