Ayer fue el Día de la Nación Charrúa y la Identidad Indígena de Uruguay
Lo recordábamos días pasados: ayer, 11 de abril, fue el Día de la Nación Charrúa y la Identidad Indígena del Uruguay, declarado así por la Ley Nº 18.589. Compone un recordatorio de la masacre de Salsipuedes, ocurrida el 11 de abril de 1831. Se conoce como matanza de Salsipuedes al ataque que el 11 de abril1 de 1831 se realizó contra indígenas charrúas en Uruguay, por parte de tropas gubernamentales al mando de Fructuoso Rivera, a orillas del arroyo Salsipuedes Grande, afluente del Río Negro. Según la historiografía oficial uruguaya en el ataque habrían muerto 40 charrúas y 300 habrían sido tomados prisioneros, algunos de los cuales lograron huir. Entre las tropas oficiales hubo 1 muerto y 9 heridos. El hecho es en general considerado como punto culminante del exterminio o genocidio del pueblo charrúa.
“Importan mi escala de valores y actitudes existenciales… Humano soy: nada de lo humano me es ajeno”
Pero el título de esta nota, “No hay indios charrúas en el Uruguay contemporáneo”, son palabras del gran antropólogo Daniel Vidart (Paysandú, 1920- Montevideo, 2019); una nota que prosigue así: “…ni tampoco hay indios pertenecientes a las etnias halladas en nuestro actual territorio por el conquistador europeo. Los genes de aquellos antiguos pobladores subsisten en algunos habitantes del interior del país y de los ejidos urbanos. Quien les habla lleva cuerpo adentro, por parte de su abuela paterna, el genotipo guaraní en sexta generación. Pero por ello no me considero indígena, ni tampoco negro, ya que mi bisabuela materna lo fuera. Mis abuelos varones eran de Iparralde, el país vasco situado al norte de los Pirineos. Soy triétnico, pues; pertenezco a aquella raza cósmica así llamada por el pensador mexicano José Vasconcelos. Pero mi cultura es la de un hombre de Occidente al par que me considero, al igual que los estoicos, un ciudadano del mundo. No importa mi leucodermia, es decir, mi piel blanca. Importan mi escala de valores y actitudes existenciales, que no son europocéntricas ni indocéntricas ni afrocéntricas. Humano soy: nada de lo humano me es ajeno”.
FUERON POCOS LOS CHARRÚAS
Sostiene Daniel Vidart más adelante: “No fue muy abundante la etnia Charrúa. El nomadismo no es generoso con la demografía. Es imposible proporcionar cifras acerca de cuántos sumaban en el tiempo de la llegada de los españoles y sobre la evolución del caudal de sus integrantes a lo largo de los siglos XVI, XVII, XVIII y XIX, La matanza del Yi en el 1702, las persecuciones y el constante goteo de las mortandades provocadas por las armas, y aún más por las enfermedades alóctonas, los habían reducido a 600 antes de la celada del 1831. El general Antonio Díaz en el 1812 habla de 297 hombres de armas y como 350 personas entre mujeres, niños y viejos ; Larrañaga, en el 1813, dice que no hay más de 500 minuanes al norte del río Negro; el sargento mayor Benito Silva en el 1840, expresa que el número de charrúas se hallaba tan reducido, que no eran más de 18 entre hombres, mujeres y niños. Los hombres adultos no eran más que 8…”.
POLÉMICA
Sin dudas que, en estos tiempos donde hay desde algunos sectores sociales (por ejemplo al incluir estas cuestiones en los censos poblacionales) un fuerte intento por revalorizar la cultura indígena (charrúa, sobre todo), las anteriores afirmaciones de este historiador y antropólogo uruguayo contemporáneo han sido, son y serán motivo de polémica.
Pero más allá de ello, la prestigiosa carrera profesional de
Vidart, que le mereció innumerables reconocimientos dentro y fuera del país, creemos que resultan un buen aporte, al menos para la reflexión sobre el tema.