Más de una empresa dedicada a realizar encuestas ha concluido recientemente que estos días el tema de mayor preocupación entre los uruguayos es la pandemia de Covid 19. Y es evidente. Imposible no estar de acuerdo. Basta con escuchar los comentarios de todos los días para comprobarlo.
¿Cómo desconocer, y cómo hacer para que deje de ser un puñal permanentemente clavado, el hecho de que a cada momento se nos muere a nuestro alrededor gente contagiada con este virus?

Sin embargo, hay otras cosas que también pasan en el Uruguay de estos días. La semana que pasó nos dejó varias de esas cosas de las que uno dice: ¡pucha que esto está bueno para escribir unas líneas! Y no son la pandemia. No son la cantidad de nuevos casos, ni de fallecidos, ni total de personas cursando la enfermedad… (Cuánto nos hemos acostumbrado a estas palabras que acabamos de escribir, a este lenguaje que quisiéramos borrar para siempre de nuestros días).
Pasó por ejemplo una entrevista que dio el Presidente Lacalle Pou a Canal 10 y que realizó la periodista Blanca Rodríguez. Y vaya que dio que hablar. A nosotros nos surge esta pregunta: ¿por qué tanta gente salió inmediatamente a decir qué bien que estuvo el Presidente, o al contrario, qué desastre el Presidente y qué bien estuvo Blanca? Como si hubieran jugado una partida de ajedrez y hubiese habido frente a la pantalla dos tribunas: los que querían que «ganara» ella y los que querían que «ganara» él. ¿Es acaso un juego? ¿Es una disputa? Triste pensar que fuera así.
Creemos que fue una entrevista más. Salvo que hacía tiempo Lacalle Pou no daba una entrevista exclusiva de tantos minutos a un canal, y salvo que la llevó adelante quien se decía (y cada tanto vuelve a sobrevolar el tema) que hasta podía ser despedida de su trabajo por diferencias de pensamiento con este gobierno. Pero ambas cosas son muy positivas: que el Presidente haya vuelto a contestar preguntas en vivo durante largo rato y que la mencionada profesional de la comunicación hubiese estado en ese lugar. Y ambos cumplieron. Claro que después cada uno podrá tener su opinión sobre lo visto y oído. Claro que se podrá decir que Blanca Rodríguez debió haber preguntado otras cosas, o que tendría que haber «apretado» más al entrevistado con ciertos temas. Pero eso pasará siempre. El periodista, cualquiera sea, debe hacer un enorme recorte de la realidad, no puede preguntar todo, y menos todo lo que cada uno de todos los receptores quiere que se pregunte.
Pero qué difícil resulta conformar a la gente. Imaginemos que la entrevista la hubiera realizado otro periodista, en ese mismo canal y a esa misma hora. ¿Acaso no se hubiera dicho poco menos que «no le permitieron a la compañera Blanca Rodríguez hacer la entrevista»? Por supuesto que eso se hubiera dicho, eso y mucho más, se hubiese hablado de censura como mínimo. Sin embargo, allí estuvo ella, y estuvo bien, creemos que preguntó lo que entendió que debía preguntar. Y el entrevistado también, creemos que respondió lo que entendía que debía responder. A partir de ese momento, evidentemente, y es natural y sano que así sea, cada uno de nosotros podrá sacar sus propias conclusiones. Porque uno escucha a quienes dicen: «qué bien estuvo Blanca, y el Presidente no respondió nada». Entonces no estuvo tan bien Blanca…En fin, no parecen demasiado coherentes algunos planteos. Más allá que nadie puede discutir que el Presidente es un «hábil declarante», como todo gobernante, de antes y de ahora. Está en nosotros discernir.
Y hablando de canales de Montevideo… Esta semana pasada, a lo largo de toda la semana pero sin ir más atrás en el tiempo, solo en estos últimos siete días, entre asesinatos (algún femicidio y en más de un caso con actuación de sicarios), robos a casas y comercios, rapiñas, copamientos…los canales de alcance nacional dedicaron varias horas de sus informativos centrales. ¿Pero cómo? ¿No dicen algunos que los canales y los medios de comunicación en general de este país están «comprados» por el gobierno y ya no dan casi cabida a la crónica policial? Y en caso que alguien haya medido tiempos y compruebe que ahora es más breve el espacio destinado a esto en comparación con lo que pasaba antes de marzo 2020, ¿no podrá ser también que en algunos de estos delitos haya realmente disminuido la cantidad? ¿Ni un crédito le damos a la Policía con tal de hablar mal de un gobierno? Es este uno de los temas en los que parece que estuviéramos más preocupados por atacar a un gobierno que al problema en sí, llámese inseguridad, llámese pandemia…
O quizás haya que entender que es verdad este razonamiento que circula en redes estos días:
Si hay controles, se quejan. Si no hay controles, se quejan.
Si el horario es hasta las 02, se quejan. Si el horario es hasta las 24, se quejan.
Si traen vacunas, es porque te quieren envenenar, sino traen hicieron todo mal.
Si habilitan los aeropuertos, se quejan. Si no habilitan los aeropuertos, se quejan.
Si cierran la ciudad, se quejan. Si abren la ciudad, se quejan. Si hay mucho movimiento, se quejan. Si hay poco movimiento, se quejan porque hay mucha restricción.
Si solo algunos trabajan, se quejan. Si trabajan todos, se quejan porque hay mucha movilidad. Si no trabaja nadie, se quejan.
Si hay clases presenciales se quejan, si hay virtual también se quejan porque –dicen- no se aprende nada así.
Si hay permisos especiales, se quejan. Si no hay permisos especiales, se quejan.
Si hay recreación, cafés y restaurantes, se quejan. Y si no hay… también se quejan!
Lo importante para algunos no es buscar la solución y colaborar, sino tener a quien echarle la culpa y sentirse más aliviados por no cumplir con su cuota de responsabilidad y más ahora, ante una situación que puso al mundo entero patas para arriba. Lo más triste es haber pensado que de esto íbamos a salir todos más humanos y caritativos… Muy por el contrario! Esta pandemia demostró que los miserables y los egoístas seguirán siéndolo, aún en las peores catástrofes de la humanidad! Hagamos algo desde donde nos toque estar. Con mente positiva y sentido común para poder salir de esta…
A propósito de medios de comunicación y de otras cosas que suceden además de la pandemia, volvió a resurgir el tema Antel Arena. En más de una ocasión hemos dicho, tajantemente, que nos parece una tomada de pelo al pueblo uruguayo lo que terminó costando esa obra. Pero ahora surgieron novedades: se anunció el pasado miércoles que pasarán a Fiscalía y a la JUTEP los resultados de la auditoría externa. Es bueno recordar que todo comenzó cuando en agosto de 2020 el Directorio de ANTEL anunció que contrataría una auditoría externa para analizar el costo del complejo multifuncional. Para la auditoría se contrató a la empresa Ecovis, la que en diciembre informó que el costo total de la obra fue de U$S 118.065.064. Una de las cosas que molestó fue que se había anunciado que costaría U$S 40 millones. La mayoría de las contrataciones llevadas a cabo por el ente para la construcción del complejo fueron por compra directa y compra directa por excepción y la consultora no pudo verificar que se hayan llevado a cabo procedimientos competitivos en todas esas compras por cuanto se carece de documentación de respaldo de compras por U$S 18.508.846. Y hubo compras directas por U$S 10.677.719 negociadas con un único proveedor. Asimismo, el 57,7% de los montos totales contratados a profesionales por ITC —subsidiaria de ANTEL— fueron designaciones a solicitud expresa de ANTEL. O sea, a dedo. Esto es, ni más ni menos que falta de transparencia. ¿O hay otra forma de llamarle?
¿Es un tema que surgió ahora para «tapar» el desastre que está causando el Covid, es decir para distraer la atención? Puede ser, porque sabido es que las «cortinas de humo» existieron, existen y existirán siempre, y serán usadas por cualquier gobierno. Pero los que afirman esto, son muchos de los mismos que hace poco decían que el gobierno no podía dedicar tantas conferencias de prensa a hablar de la pandemia. Y muchos que defienden ciegamente la construcción del Antel Arena, se molestaron cuando el Presidente le dijo a Blanca Rodríguez que el anterior gobierno «tiró plata por la ventana».
En definitiva, qué difícil conformar a la gente. Nos quejamos de todo; somos así.
Contratapa por Jorge Pignataro