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lunes, 3 de marzo de 2025
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No todo lo que puede saciar el apetito es saludable

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Recientemente se celebró en el Uruguay un día dedicado a recaudar fondos para atender a los niños y adolescentes de UNICEF, organismo de Naciones Unidas que hace varias décadas se dedica a atender los derechos de los niños en el mundo.
Esto es el derecho de los niños básicamente a una alimentación sana y suficiente, el derecho a la salud, a la educación, el derecho a jugar y divertirse.
Significa la condena a delitos tales como la explotación infantil, la explotación sexual y similares.
Lo cierto es que hoy la imagen ha cambiado, pero no la situación de la niñez en el mundo, porque sigue habiendo millones de niños explotados, con hambre, pero en realidad son obesos y tienen una expectativa de vida reducida, debido a que comen lo que no necesitan y no tienen lo que necesitan comer.
Esta imagen de niños obesos, no por gordos y exceso de alimentos, sino por mala alimentación es el producto de un mundo en el que apunta a sustituir las imágenes más crudas, dando una sensación engañosa. La industrialización de alimentos conservados en sal, los refrescos con demasiada azúcar u otros conservantes, es la causa principal de esta situación.
Los datos de UNICEF en este sentido son muy preocupantes. En los últimos 20 años, ningún país ha logrado mejorar la situación de la niñez en este sentido.
Existen millones de niños mal alimentados, creciendo por debajo de los índices normales, como producto de una alimentación deficiente.
Preocupa la violencia doméstica y la desnutrición. Los niños generalmente son las primeras víctimas y en estos momentos de confinamiento la situación para ellos ha empeorado. Seguramente que el aporte material no alcanza, porque esos niños tienen muchas más necesidades, pero la solidaridad de los uruguayos se ha vuelto a ver y esperamos que sólo sea un primer paso en la concientización de un pueblo que no escapa a la situación general, pero felizmente vive en paz y aún con muchos problemas sin resolver, tenemos claro que la solidaridad obliga a responder al clamor de estos inocentes, que no siempre es escuchado y a ello podemos aportar.
Sepamos a la vez que daño les podemos hacer cuando para que no protesten más, cedemos a la tentación de proporcionarles los “alimentos basura”, que son capaces de calmarlos, pero a un costo tremendo, no económico, sino lo que es peor, en su salud.
A.R.D.

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