En la edición de este sábado 20, EL PUEBLO dedicó su página de contratapa a una evocación a Artigas Milans Martínez (Tacuarembó, 1901- Salto, 1991) quizás el mejor acuarelista que tuvo Salto. Un lector, siempre atento a temas culturales, nos dijo al otro día: “no se olviden que Milans Martínez, además de pintar, también escribió mucho”. Además nos contó que lo había conocido personalmente (a él y a una de sus hijas), que lo recordaba como un hombre alto y siempre vestido impecablemente, muy cordial en el trato, pero sobre todo que lo recordaba como poeta, no solo como pintor. Y sí, es así. Milans Martínez escribió poemas. Publicó algunos libros, como Girasol de la noche, algunos poemas en diarios y revistas, y dejó otros textos inéditos.
Cabe agregar que la caricatura suya que acompaña esta página es obra del dibujante salteño Daniel Emmenegger, radicado en España. En la otra foto, Milans aparece junto a Altamides Jardim y Marosa di Giorgio.

Aquí una brevísima selección de poemas extraída del Tomo 16 de la Colección Escritores Salteños:
MAR DE TU BELLEZA
Preso en mi soledad de libre cielo,
amo el silencio de la grave piedra,
tocada por la mano de la hiedra,
como a mi voz el dulce terciopelo
de la noche que viene, con desvelo
de sordo paso a coronar mi frente.
Siento el rumor de misteriosa fuente
que canta para mí su ritornelo.
Por el norte la estrella que me guía,
hacia el este, del alba la ternura;
por el oeste vaga sombra fría
y por el sur la gracia de tus olas,
doblándome de amor y de ventura
aqueste corazón que muere a solas.
POR UN ÁNGEL DE FUEGO
Por un ángel de fuego, detenido,
aprisionado en un amor me encuentro;
del paraíso o del infierno, centro,
rayo petrificado y desmedido.
Hierro en ascua feroz que se ha adherido,
al corazón quemado ya en su fuego;
calcinado torrente oscuro y ciego,
que arrasa el pecho, en poder, herido.
Demoníaca flor en alto cielo,
arcangélica luz de oscura fuente,
causa de mi delirio y mi desvelo.
Hontanar de alegría y sufrimiento,
prisión celeste, trueno de mi frente,
furia de mi vida, mi deslumbramiento.
TU BELLEZA
Ha de llegar un día tu belleza
apagando la luz de las galaxias
para arder en el mundo
como sereno fulgor.
Las aves del cielo caerán fulminadas:
en las aguas los peces detendrán su marcha:
serán, taladas las florestas
y la tierra se habrá de mover como el mar.
Los pueblos llorarán de pánico.
Tu gloriosa belleza será el alba imprevista,
el aire que hará resucitar a los muertos,
-los que amaron y sufrieron y te desearon-.
Ellos se levantarán del polvo,
hermosos como antes, elevando a ti la mirada
cegada por la magnitud de tu esplendor,
y se habrán de arrodillar
traspasados de tu belleza.
No serás do la caduca estirpe de los dioses
vengativos, iracundos, inventados
por extraviadas criaturas.
Tu avasallante belleza
dará en tierra y hará cenizas
la mitología de todos los dioses
encarnados en miserables imágenes.
Tu belleza ha de llegar un día
como un trueno pavoroso de hermosura;
invadirá el universo
y entrará en el pecho de los hombres
donde será su casa.
Volverá a ser todo como era antes
de tu llegada,
pero será purificado
por la verdad de tu belleza.
Tu belleza alucinante
habrá de transformar el mundo.
Sé que habrás de entregarte castamente
como se entregan los animales y las flores;
como el trigo y la lluvia y la estrella.
Tu belleza irresistible se acerca
como una onda de gracia verdadera
sobre el mundo.
Después de la catástrofe de tu llegada,
el hombre se encontrará a sí mismo
porque ignora que existes
y que avanzas en el espacio y en el tiempo
inexorablemente.
SI NO TE MIRO…
Si no te miro,
si no estás frente a mí,
te veo en el corazón;
aquí resplandeces
como una estrella solitaria
de inquietante fulgor,
a través de una niebla
sutil y transparente.
Yo tiendo a ti mis brazos
y me perteneces,
como lo quiera mi ternura,
mi amor o mi pasión.
Me perteneces siempre,
cerca o lejos de ti,
de la manera
que mi deseo
quiera tenerte en ese instante.
Aunque tú lo ignores,
aunque lo sepas
y no lo quieras,
mi pensamiento te posee,
sencillamente,
cuantas veces se enciende
la misteriosa llama.
