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lunes, abril 21, 2025

No falsear, no endeudar, no derrochar.

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El título parece un “mandamiento del negativismo, pero es todo lo contrario. Constituye la base de una gestión positiva: de gobierno, de administración familiar, de buena conducta empresarial. Es todo lo que hay que tener en cuenta para que la salud financiera de cualquier colectivo se mantenga fuerte.

Están llenas las redes de acusaciones de “mentirosos” a gobernantes y administradores de bienes públicos; hasta de malversación de dineros de la gente. Es razonable que, aún en la exageración, se tenga en cuenta.

No falsear a sabiendas las realidades y las promesas, es la base de todo. No se puede prometer bonanza a cambio de votos, por ejemplo. No parece razonable que después de mucho tiempo de conducción, se prometa hacer lo que no se realizó en años, porque la gente o los opositores lo reclaman. Me considero un opositor a los gobiernos de promesas fáciles y vacías, aunque votemos bajo el mismo lema.

No endeudar a una familia, ni a un pueblo, para sacarle sonrisas temporales sin decirle que es a cambio de más necesidades imprescindibles insatisfechas. Me ha dolido mucho recorrer desastrosos caminos rurales, donde los pobladores sólo quieren trabajar pero destrozan sus vehículos para entregar su producción. A la par me ha molestado que gobernantes nacionales “usen” a esos emprendedores para sacarse fotografías simbólicas, mientras los mantienen en un grado casi de sumisión como generadores de producto.

No derrochar es la máxima fundamental de la madre de familia cuando debe “estirar” salarios y Asignación para parar la olla, mientras un miembro (quizás el mismo padre) se baja varias cervezas. Las birras de la administración pública, son los cargos innecesarios para pagar punteros políticos (remember Salto Grande) o las dádivas de bienes del Pueblo a los amigos políticos. Esa plata para amiguismos (o vuelos presidenciales y viajes innecesarios) equivalen a las cervezas tomadas con los ahorros familiares que quizás eran para pagar la luz…

No falsear, no endeudar, no derrochar.

Mantener equilibrio en gastos e inversiones, es más fácil en un gobierno departamental que una familia. Un administrador público sabe de antemano con qué fondos contará (ingresos presupuestales); sólo tiene que elaborar un presupuesto justo que prevea sus costos. Se logra planificando, cuidando cada peso ajeno más que los propios, sin servirse de ellos para su podio político, para sus cortesanos o sus “servidores”. Vale en cualquier democracia. También en Salto.

ES TIEMPO DE CUMPLIR

Ramón Fonticiella

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