La violencia doméstica es uno de los males de nuestros días que lamentablemente se ha agravado con la pandemia que obligó a permanecer más tiempo en casa, conviviendo en familia y compartiendo más tiempo del habitual. Esta si bien es un aspecto coyuntural, creemos que sólo ha desnudado una situación vigente y presente en todas partes. Los cambios en la sociedad mundial son notorios. Lo que antes se tomaba como un compartir para toda la v ida, en la salud y en la enfermedad, en las buenas y en las malas, ha quedado en eso, en una manifestación de palabras y quienquiera que se tome el trabajo de acompañar a sus niños a la escuela, descubrirá que lo que antes era una excepción (los hijos de padres separados), es hoy la realidad en la mayoría de los casos y las excepciones son aquellos niños que tienen padre y madre, que comparten una familia, que han sido y serán siempre unidos. Esto que no sólo se proclamó, sino que se entendió que “era para toda la vida”, es hoy una rareza en las sociedades del mundo. Si es bueno, o es malo. Si lo de antes era mejor o es mejor lo actual, sólo el tiempo lo sabe.
Aún en aquellas parejas que permanecen juntos, unidos y compartiendo la vida, a menudo se observa que el trato es deficiente y por lo tanto no nos atrevemos a decir si es mejor que estén juntos o se separen.
Para nosotros no es cuestión de género. No es cuestión de machismo, como se lo denomina en algunos sectores. Para nosotros es solo una cuestión de humanismo. Del humanismo que nos indica que todas las personas deben ser igualmente tratadas, respetadas y valoradas por lo que son y no por el género con que ha nacido.
Es así que mientras los partidos políticos se disputan como un botín la situación de las mujeres, que mejora, que empeora, que ha habido más más “femicidios” o menos, nosotros entendemos que mientras no nos respetemos como se debe todos los seres humanos, no será posible tener una situación diferente.
Mientras no entendamos que la persona vale por si mismo, sea hombre, mujer de cualquier opción sexual (que nunca entendimos que tiene que ver), y sea cual sea su edad, no habrá salida posible y la cuestión no pasara de bonitos discursos.
En este sentido queda mucho por hacer, lo sabemos y lo admitimos, pero no es por el camino del enfrentamiento y del extremismo que lo lograremos.
A.R.D.
No es cuestión de género
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