Cuando se abusa de las posibilidades que ofrece el sistema de gobierno, creyendo que el poder que ofrece el ejercicio del gobierno, significa tomar el poder en manos propias y por lo tanto lo que se diga o haga por parte de quien ejerce ese poder es la propia ley, se equivoca diametralmente y tarde o temprano deberá rendir cuenta por ello.
La voluntad del legislador o el constituyente al establecer estas posibilidades, no fue favorecer a las minorías, sino que a nuestro entender fue darle posibilidades a las minorías evitando o limitando al menos, que el ejercicio del poder por parte de las mayorías exclusivamente pudiera convertirse en una dictadura. Pero cuando se abusa de estas potestades, se está desfigurando este objetivo. Diríamos que se está escupiendo para arriba.
Cuando se dice que alguien elegido mediante voto popular, es decir cuando la mayoría de la voluntad del pueblo se inclinó por este candidato o candidata para gobernar, hay que tener mucho cuidado. Nadie puede tomarse esta atribución a la ligera mucho menos por motivos banales. Atribuirse más derecho que la ciudadanía de un pueblo para elegir un gobernante resulta al menos contraproducente.
¡Cuidado con entender que debe gobernar quien yo entienda que lo debe hacer! Esto significaría atentar contra el propio sistema y abre las puertas para que mañana otro grupo opositor, situado en la vereda de enfrente, pueda reunir el poder suficiente para destronar a quien gobierna.
Ejemplos de esto en el mundo abundan y hay países que viven en guerra, en eternas disputas por este motivo, cosa que no queremos para nosotros.
Difícil resulta convencer a alguien y justificar que se entiende que la voluntad popular coincide en estos momentos con nuestras ideas porque argumento semejante lo hemos escuchado infinidad de veces.
Nos explicamos cuando se usa el recurso del juicio político con argumentos menores, de alguien que ha cumplido más de la mitad de su período de gobierno, es profundamente equivocado.
Nadie puede entender que el pueblo se equivoca y vaya si lo hace, al elegir una persona, pero el sistema establece que este la democracia el mejor sistema de todos y nosotros no podemos discutirlo. Nadie puede valerse de sus propias ideas para desacreditar el resultado de las urnas y menos valerse de este supuesto para descalificar o anular la decisión del pueblo. Resulta al menos peligroso, por no decir temerario, debido a que la mayoría de los intendentes del país están en la misma situación.
A.R.D.
