Que el hombre es el animal más estúpido que Dios ha puesto sobre la tierra no nos cabe la menor duda. A la prueba nos remitimos, cuando vemos en tiempos electorales y lejos de éstos como los uruguayos son capaces de pelearse irreconciliablemente por cuestiones ideológicas que terminan siendo motivos banales y diríamos casi ridículos.
Cuando vemos como los seres humanos somos los únicos animales capaces destruir la naturaleza, que nos da vida y que como parte de ella existimos, nos reafirmamos en la idea de que somos el único animal capaz de poner fin a sus días.
Debemos entender que el divisionismo no es bueno. Que el fanatismo y los extremismos no son buenos, porque no buscan la integración, el convencimiento, sino el exterminio de quien no piensa como yo.
No se hace hincapié en las cosas en que tenemos en común, sino en aquellas que nos dividen y nos alejan todo el tiempo.
Cuando vemos cómo el futbol es capaz de alinearnos, sin preguntarnos otros aspectos, nos preguntamos ¿Cuándo nos daremos cuenta que lo verdaderamente importante está mucho más allá de esto?
No estamos restando importancia a lo ideológico, a la rivalidad, que debe existir, sino exhortado a que se lo ubique en el lugar que le corresponde.
De la misma forma en que sentimos hermanados cuando juega la selección uruguaya, nos deberíamos de sentir al menos compatriotas, conciudadanos, y no enemigos irreconciliables, como vemos en la práctica.
No pretendemos que “se quieran”, pero si que se respeten, que haya diálogo, rectificación de unidad y no de divisionismo. Que haya debates, con altura, con convicciones, pero también con el debido respeto por las ideas de los demás.
En algún momento deberemos de luchar juntos, unidos, defendiendo lo que consideremos las mejores ideas y los mejores hombres en ese momento. Entendemos que es muy difícil convencer al adversario cuando se lo ha destratado, insultado, agredido de diversas maneras.
Creemos que el hombre es demasiado inteligente, como para nos darse cuenta que detrás de las ideas que pretenden que se persiga o a las que se pide adhesión, hay intereses concretos y no son los nuestros precisamente.
En algún momento deberemos cerrar filas. Ojalá sea antes que nos demos cuenta de que lo que se ha destruido no se puede reconstruir.
A.R.D.
