“Era su último proyecto…de las últimas cosas que quería hacer”
Obras del arquitecto salteño César Rodríguez Musmanno (5/9/1927 – 23/3/2017) han quedado muchísimas, en Salto, en otros puntos del país y en otras ciudades del mundo también. Si hablamos de Salto, hay cuadros suyos en incontables domicilios y colecciones particulares, así como en edificios públicos. Si se piensa en murales, hay uno que ya es emblemático en Termas del Arapey, hay una obra en el ingreso a la Regional Norte de la Universidad de la República… Hay una colección de cuadros en la Sala de Actos del Palacio Córdoba (que además lleva su nombre), y así podríamos seguir dando ejemplos, sin entrar a contabilizar las casas diseñadas por él…
Pero hay una obra que no llegó a concretarse nunca y que tuvo en desvelo al artista sus últimos tiempos en esta vida: un Monumento a los Trabajadores. El mismo pensaba erigirse en la Plaza 1° de Mayo, ubicada en la zona del puerto, inmejorable lugar donde además, cada año se concentran los actos en torno a esta fecha tan significativa.

César la planificó, dibujó, hizo planos, hasta cálculos en cuanto a dimensiones y costos llegó a realizar y el proyecto fue presentado a las autoridades departamentales (entiéndase Intendencia de Salto y Junta Departamental). Todos recibieron la idea con beneplácito. Pero finalmente la obra, o al menos hasta ahora, no se hizo. La burocracia a veces mata, y este fue un caso, al menos dio un golpe paralizador.
Estos días EL PUEBLO recibió de parte de Henie Gallino, siempre activa trabajadora por la cultura salteña (sobre todo ahora desde sus redes sociales) la imagen de algunos de esos planos que había preparado Rodríguez Musmanno. A ella llegaron por gentileza de Fernando Rodríguez, hijo del artista, radicado en Montevideo y que fue quien acompañó a su padre en muchos momentos de preparación de este proyecto.
A su vez, este diario mantuvo contacto con varios familiares.
La profesora Soledad Rodríguez, nieta, comentó: «…es verdad, el abuelo soñaba con poder concretar ese monumento, de hecho fue su preocupación sus últimos días… Esos días finales él hablaba mucho del proyecto…».
En tanto Gustavo, hijo de César, dijo que «Papá llegó a hacer todo un cálculo por ejemplo de la estructura, porque sería todo con una estructura de hormigón, incluso en su momento tengo entendido que se manejaron costos relacionados con el monumento… Él estaba muy entusiasmado, era como su último proyecto, que lamentablemente no se llevó a cabo; o sea, él sabía que era de las últimas cosas que quería hacer. Era realmente importante para él, sobre todo por el significado del 1° de Mayo, ya que él siempre estuvo con la lucha por los trabajadores».
Asimismo, es bueno recordar que Mirta Talda, compañera de César en los últimos años, falleció muy poco después que él. Pero con el dolor por la partida de su compañero, pasado apenas un mes y poco del fallecimiento, llegó a escribir: «Acabo de enterarme que otra vez se posterga la realización del Monumento a los Trabajadores en la Plaza 1° de Mayo en Salto…¡Qué pena enorme! César soñaba con verlo, hasta su último día mantuvo la carpeta que contenía los planos y demás, en una mesita al lado del sillón en que pasaba su día. No había visita que llegara que no se enterara del proyecto ya aprobado por la Junta Departamental felizmente después de tantos años. ¿¡Cómo se puede desestimar lo que fue su último regalo para la comunidad de Salto!?…El primer y único monumento a los trabajadores en el Uruguay…».
Como puede observarse, en el año 2017 el proyecto ya estaba aprobado por la Junta Departamental de Salto. Por eso, en líneas más adelante, dice Mirta: «Yo que lo extraño cada día más, le pido al Sr. Pablo Perna, Asesor Legal de la Junta Departamental que minimice este nuevo obstáculo, porque si ya César no hubiera muerto el 23 de marzo, dejándome en este enorme vacío en que me encuentro, lo hubiera hecho hoy al leer la publicación de Diario El Pueblo. Se lo agradeceré el resto de mis días».
¿Cuál era ese «nuevo obstáculo» del que hablaba? Aparentemente todo radicaría en el predio en que se iba a construir, que sería propiedad de Prefectura Nacional, quien debería trasladarlo a la Intendencia, trámites que, según parece, no serían de sencilla resolución.
Pues bien, ahora que ya ha pasado un lustro de la muerte del artista César Rodríguez Musmanno, ¿no será posible retomar la idea, y especialmente, los trámites que permitan su concreción?
De llevarse a cabo algún día, ya no será solo un homenaje a los trabajadores como lo quería su ideólogo, sino también a él mismo, ese trabajador de las artes plásticas y la cultura en general que fue el arquitecto César Rodríguez Musmanno, a quienes los salteños hemos recientemente homenajeado designando una calle con su nombre, y al que seguimos llamando afectuosamente “Ojito”.
JORGE PIGNATARO