AL DORSO con José Luis Camejo
Abogado, futbolista, político, comunicador, relator de fútbol, jugador de fútbol con botones, guardavidas, expresidente de Universitario y un sinfín de historias más que por casi dos horas estuvo compartiendo con EL PUEBLO. José Luis Camejo, un hombre campechano que abraza con pasión y rectitud todo lo que hace. Sus historias dan para una segunda parte.

1. Hablemos de sus recuerdos de la infancia.
– Mis padres vivían en calle Joaquín Suárez 264 casi Agraciada, ahí nací. Mis abuelos vivían en el 228, un poquito más arriba. Me crie en esa cuadra con vecinos espectaculares, la familia Grassi, García, Boggio. Algo muy particular, enfrente estaba el viejo quilombo de La Tona, pero de día era una vecina más. Atrás de mi casa pasaba el arroyo, por mi ventana me levantaba y veía correr el Sauzal, que no es el Sauzal de ahora, aquel era limpio. Cuando corría el agua estaba lleno de pájaros, es más, recorríamos cazando mojarritas y palometas. Luego nos mudamos a Osimani y Agraciada, ahí viene la etapa de la Asociación Cristiana de Jóvenes, haciendo todo tipo de deportes y metiéndonos en los cursos de líderes con todos sus programas que incluye Cuerpo, Alma y Mente. O sea que no sólo lo físico sino todo el aspecto espiritual, compartir e integrarse a la sociedad.
También teníamos a Hindú, donde salvo los sábados y los domingos, que eran los bailes y las reuniones antes y después de los partidos, cuando el ambiente se ponía un poco espeso, durante la semana era totalmente tranquilo e íbamos a jugar al fútbol. También estaba lo que hoy es un estacionamiento de una empresa de negocios agropecuarios, pegada a lo que era la Mueblería Nicola, que ahora está Cosalco, ahí era un gran baldío, que todavía se puede ver hasta dónde iba, ocupa casi toda la cuadra. Había una familia, la Texeira Núñez, que estaba el famoso gordo, o sea que era el baldío del gordo, que era el que te dejaba entrar o no. Ahí vivimos una etapa espectacular.
2. ¿Qué hacían en el baldío?
– Ahí hicimos con toda esa barra como una fábula, con los Quiñones, con los gurises de Savio, con los Camacho, hicimos como una recreación de lo que fue el Uruguay indígena, donde hacíamos guerras con lanzas de cañas de tacuara, porque había mucho bambú. Hacíamos arcos con flechas. Después pasamos a la agricultura, hacíamos quintas, además de hacer una canchita de fútbol, también hacíamos casas y asambleas, teníamos gobierno, luego creamos un club de fútbol y le pusimos Agraciada. Ahí empezaron los clásicos de barrio, que los organizaba el Pardo Camacho, que era nacido en la zona de 25 de Agosto y Varela, donde estaba Germán Coutinho, el Pata Presentado, Alejandro y Marcelo Oliva, Alejandro Machado, el Pájaro Biassini y una cantidad de chiquilines. Entonces empezaron los encuentros de fútbol de barrio. Al final terminamos siendo una barra de amigos. Hacíamos competencia de lanzas, de tiro al arco y flecha, porque ellos también tenían un baldío, pegado a lo de Cujó, que entrabas por Rivera y salías por Varela, atravesaba toda la cuadra, era un baldío un poco más grande que el nuestro. Así pasamos nuestra infancia.
3. ¿Ahí arranca con el fútbol?
– El fútbol siempre fue motor de gran parte de mi vida. Empecé jugando en “Con los Mismos Colores”, después pasé al Club Remeros, luego a Nacional que seguí hasta los 17. Debuté en primera con 15 o 16 años en el 84. Luego pasé a Universitario y ahí me quedé hasta el final.
4. ¿De dónde surge lo del “Loco”?
– Sale en Nacional. Había un técnico, el Rasca Barla, que me decía “Coagulín”, porque decía que tenía un coagulito en la cabeza que cuando se juntaba con otro coágulo hacía cualquier cosa (risas). Nunca fui de temperamento muy tranquilo (risas). En ese tiempo, estaba el Loco Gatti, el Loco Cuello acá en Salto, que era mi ídolo. Entre el Loco Cuello y el Gringo Cavani eran los ídolos. No recuerdo quien me dijo Loco y me gustó, ahí empezaron con “Loquito”. Pero donde pongo el sello definitivo a que me digan el Loco fue en un partido durante el Mundial del 86, que los partidos los fija la Liga Salteña a la mañana para no interferir con el Mundial. En ese tiempo Nacional estaba en la B y teníamos un partido con River. Practico toda la semana de titular. El viernes traen a un veterano, practica con nosotros y lo cita el técnico. En ese tiempo jugaba de puntero izquierdo y mi camiseta era la 11. Cuando van a dar la ropa, que en ese tiempo te daban del 1 al 11, estaba Manuel Cáceres y me da el 16. Le pregunto por qué me dio el 16 si yo era el 11, me aclaró que fue decisión del técnico, que cuando viene lo encaro, “no papo, quedate tranquilito que después te voy a poner, calmate, no me compliques la vida papo, dejame tranquilo, son los dirigentes, ¿qué querés? ¿Que nos echen a todos?”
Bueno, me quedé quieto, entra ese muchacho de puntero izquierdo. Los suplentes nos sentábamos en la tribuna, y ahí fui, con los demás. Empieza el partido, una pelota larga para este muchacho, corre y cae fulminado con un desgarro. Entonces, se siente el grito del banco, “papo, dale Camejito”, era el Rasca Barla. Me levanto contento para entrar, y un veterano que estaba con una botella de grapa envuelta en diario me dice, “no entres, te están tomando el pelo”, lo dijo con otros términos, y en ese trayecto de unos 20 metros de la tribuna a la cancha se me cruza por la cabeza ese pensamiento, “tiene razón el hombre, me están tomando el pelo, no entro nada”, y en vez de agarrar para la puerta de la cancha, agarro para la puerta de salida del estadio, no sin antes gritarle a todos los dirigentes que estaban ahí, “váyanse a la rep… que lo p…, y a vos también”, le digo al técnico, y me fui. Ahí me corre Miguel Jardim, “pero estás loco”, y otro le responde, “recién te diste cuenta que es loco”, y ahí me quedó el loco.
5. ¿Cómo distingue la pasión de lo que es la vocación?
– Son cosas que las vas sintiendo, tanto la vocación como la pasión tenés que sentirla. La pasión es un grado más alto que a veces lleva a no permitirte razonar, y cuando de repente en alguna situación como la que te acabo de contar termino haciendo o diciendo cosas que no son adecuadas, es la pasión la que me llevó a eso. La vocación es otra cosa, es un trabajo que a uno le gusta, que lo siente y que deja todo por eso, pero que no te hace perder la razón.
6. Pero igual, no deja de ser una forma de pasión.
– Y sí, pero digo que la vocación tiene ese límite que te mantiene dentro del círculo de la razón.
7. Y cuando se dedicó a la política, ¿qué fue lo que primó, la pasión o la vocación de servicio?
– Siempre tiene que primar la razón, aunque la razón sin pasión no sirve para nada, y la pasión desbordada tampoco, porque pasa a ser fanatismo. Ahí es donde uno tiene que tener límites y saber discernir, que eso con el tiempo lo va manejando, que no es fácil y siempre tiene que estar al límite cuidándolo. Si algo he aprendido, es a dominar un poquito el discernimiento y controlar la pasión.
8. ¿De dónde viene la pasión por los caballos? Que lo han llevado a hacer un programa de radio dedicado a ellos.
– No es solo por el caballo. Siempre me gustó la naturaleza, el campo, el aire libre. De chico mi contacto con el campo era una vez al año cuando iba a Colonia Lavalleja con mi tío Antonio en verano, a veces pasaba un mes. Los 25 de agosto iba con mi viejo, que era religioso en el tema de las carreras. Nunca se interesó por los caballos, pero el 25 de agosto era un ritual ir a ver las carreras. Siempre me gustó el tema rural, la tradición. Y jugando en Universal en la Liga Agraria, un técnico me dijo que tenía un caballo, hacemos negocio y ahí empiezo a andar y recorrer los sábados que no había partido. La guitarra también siempre me gustó, el folklore, y las famosas peñas de la Facultad a la salida de la dictadura, nos juntábamos a cantar. En mi caso no tenía ni el don del canto ni de la música, no sabía nada, pero tenía el alma del gaucho y cantaba (risas).
9. ¿Y cómo llega de ahí a la radio?
– Terminé comprando una chacra en San Antonio y empecé a juntar historias y conociendo gente, cuentos camperos, gente que le gustaba las carreras o los raids, la yerra, la jineteada y el fútbol. Un día en un asado de una reunión política, empecé a hacer cuentos de historias como los del libro “Los partes de Don Menchaca”, entonces el Ruso Giovanoni que andaba en la vuelta me dice “¿por qué no hacés radio con estas historias?”, y recordaba que yo ya había tenido una experiencia anterior, cuando yo tenía unos 17 años y no tenía trabajo y necesitaba, y un amigo que era tapicero, Luis Menoni, me consigue de canchero de la U, pero no me alcanzaba, entonces hablan con Humberto de los Santos, que tenía un programa en Radio Cultural, “Mundo Baby”, me ofreció que le hiciera notas a cambio de vender publicidad. Otra cosa que me gustaba era relatar fútbol, algo que descubrí cuando jugábamos al fútbol de botones, y terminé relatando baby fútbol desde la cancha con el auxilio técnico del Quique Panizza.
10. ¿Qué lo apasiona hoy?
– Me apasiona la profesión, la política y me apasiona tratar de hacer el bien, molestar lo menos posible y ayudar dentro de las posibilidades de cada uno, a que este mundo sea un poquito mejor.
