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viernes, 8 de agosto de 2025
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Los talibanes del Pepe

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Diario EL PUEBLO digital
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Todos sabemos que el “como te digo una cosa, te digo la otra” es una muletilla que le endilgaron una vez al presidente José Mujica, aunque él lo desmintió y no tengo la prueba para refutarlo, es decir, no sé si Mujica expresó o no alguna vez en su vida esa célebre frase que en realidad siempre se la atribuye la oposición, pero que en los hechos, el primer mandatario de este bendito país la aplica con fuerza. Lo hace.
Muchas veces escuché de su boca vituperar al imperialismo, cuestionar y oponerse desde lo más profundo de su ser las mil maneras de dominación que a su juicio, países como Estados Unidos, practican como una política terrible y déspota de las que hay que erradicar de la faz del planeta.
Pero ahora resulta que no, que hacemos acuerdos con los «gringos» porque de última el muchacho que tienen de presidente, premio Nobel incluso, no es tan malo, y le vamos a legitimar el centro de reclusión clandestino similar al de Auschwitz, al de la Side en Montevideo o al de Automotores Orletti en Buenos Aires, pero que estaba en Guantánamo, Cuba, porque ni siquiera en su propia tierra lo tenían para que después nadie los acuse de violar los derechos humanos en suelo norteamericano.
Entonces, después de haberla emprendido contra las violaciones a los derechos humanos, después de defender a ultranza que se juzgara a quienes encabezaron la dictadura militar (con lo que estoy totalmente de acuerdo), después de usar el gancho de los detenidos desaparecidos (pobres de ellos y de sus familiares que hasta ahora los están buscando sin una respuesta clara sobre el asunto) por rédito electoral porque no ha hecho nada para buscar a sus ex compañeros de lucha, nuestro presidente, considerado como un líder regional, como un presidente ejemplar para los países del primer mundo (al punto que en Inglaterra el diario The Guardian lo quiere de primer ministro), después de ser devenido en una personalidad mundial elogiado por personajes tan variopintos como el Papa Francisco y el legendario millonario estadounidense Rockefeller, Mujica legitima una de las máximas violaciones a los derechos humanos de nuestros tiempos, la cárcel de Guantánamo y sus presos.
Si tan líder de izquierda es, si tanta convicción democrática y republicana corren hoy por sus venas, si tanto cree en la libertad, Mujica tendría que haberle exigido a Barack Obama que cerrara la cárcel de Guantánamo, sobre todo, porque está en un lugar ocupado en forma ilegal y que devolviera uno a uno a los presos que tiene allí, torturados, secuestrados de sus hogares, manipulados, sin haber tenido derecho a un juicio justo para ser oídos ante un tribunal y decir su verdad.
Porque esa fue la promesa con la que Obama ganó las elecciones del 4 de noviembre del 2008, y justamente por esa promesa (que no la pudo cumplir durante su primer mandato, pero que ahora le está echando el fardo a otros países dominados como Uruguay para hacer lo que prometió) fue que de manera inexplicable o quizás sea posible explicar si se investigara a fondo, ganó el Premio Nobel de la Paz, algo tan inédito como inexplicable para un presidente de Estados Unidos, país que siempre está en guerra con alguna de las otras 200 naciones del mundo, o al menos tiene embargada a unas cuantas, como muestra de su poder para que nadie dude. Y encima le dieron al Nobel  de la Paz, como si fuera Ghandi. Desde ahí, esos premios que algo de prestigio tenían, para mí ya no son creíbles.
Pero Mujica, en vez de exigirle a Obama que clausure ese centro de detención ilegítima de personas, ese antro de violación a los derechos del hombre y vivo ejemplo de lo que no puede existir jamás, acepta darles refugio en nuestro país, algo que visto así no parece mal, pero hay que buscar el argumento de porqué pasa eso, y es que antes de tomar a un preso político y darle entrada, habría que exigir que el mismo recuperara su dignidad y lo mandaran de vuelta a su casa como corresponde. Y eso es lo justo, no traerlos acá, para muestra de todos, ya estigmatizados como presuntos terroristas y a una cultura totalmente diferente de la suya, por orden de un gobierno que nada tiene que ver con ellos y mucho menos tendría que ver con el nuestro.
Señor presidente, no acepte que el imperialismo que usted tanto criticó le imponga esto porque no es otra cosa que legitimar el infierno de Guantánamo, no es otra cosa que volverse cómplice de las violaciones a los derechos humanos, que usted mismo sufrió en carne propia cuando andaba jugando al héroe, no puede por principios aceptar esto, debe exigir que se cierre ese lugar y que los secuestrados vuelvan a casa, o sean juzgados con pruebas por los crímenes que se les imputan, de lo contrario, usted pondrá al Uruguay como cómplice de los atropellos más importantes que países como Estados Unidos han cometido en nombre de la libertad por el resto del mundo y que el nuestro, siempre se ha opuesto por su tradición de apego a los valores de democracia y respeto a los derechos humanos, salvo, en contadas ocasiones.
¿Qué quiere hacer Mujica con estos sujetos considerados talibanes? ¿Los querrá como guardaespaldas para que lo cuide alguien en serio y no dos veteranos que no pueden correr 50 metros si tienen que sacarlo de un atentado? ¿Los incorporará al ejército uruguayo para que ayuden a los nuestros a saber lo qué tienen que hacer en el caso de que el país sea amenazado por Argentina, que cada vez nos tienen más ganas? ¿Los pondrá a vigilar a los compradores de marihuana, para que cuando el precio ya no le sirva y vuelvan a la boca, los agarren del pescuezo y los obliguen a comprarle al Estado? ¿Los pondrá a vigilar la violencia en el deporte y cuando uno de los muchachos de “la barra de la Amsterdam” se mande una de las suyas lo cuelguen patas para abajo del Estadio?
Mujica no tiene idea de lo que está haciendo, hace acuerdos como estos para buscar ayudar a personas que fueron sacadas de su país con acusaciones pero sin pruebas de haber sido lo que les endilgan, nada más y nada menos que terroristas. Con esto, Uruguay no está refugiando a estos presuntos talibanes, los está encarcelando con libertad ambulatoria, en vez de mandarlos a casa y ayudarlos a recuperar su libertad, o al menos debería apelar a que fueran enjuiciados para despejarnos todos las dudas, de a qué clases de personas estamos recibiendo en nuestro país. Todo por hacernos los buenos y los amigos del más fuerte.
Encima, el Pepe le pidió a Obama que libere a tres cubanos que son considerados presos políticos por ser acusados de espionaje. Entonces cuando Obama leyó la carta de Mujica le preguntó a su ministro de Defensa “¿quiénes son estos tres?”. Y el ministro le respondió: “tres cubanos que tenemos bien guardados por las dudas, porque les gustaba sacar muchas fotos de todo edificio que veían”. Y Obama, mirando su diploma de Premio Nobel de la Paz y asombrado que el soldado Pepe le pidiera algo a él, replicó: “¿pero son solo tres?”. Yo creía que teníamos presos a 11 millones.

Todos sabemos que el “como te digo una cosa, te digo la otra” es una muletilla que le endilgaron una vez al presidente José Mujica, aunque él lo desmintió y no tengo la prueba para refutarlo, es decir, no sé si Mujica expresó o no alguna vez en su vida esa célebre frase que en realidad siempre se la atribuye la oposición, pero que en los hechos, el primer mandatario de este bendito país la aplica con fuerza. Lo hace.

Muchas veces escuché de su boca vituperar al imperialismo, cuestionar y oponerse desde lo más profundo de su ser las miltalibanes maneras de dominación que a su juicio, países como Estados Unidos, practican como una política terrible y déspota de las que hay que erradicar de la faz del planeta.

Pero ahora resulta que no, que hacemos acuerdos con los «gringos» porque de última el muchacho que tienen de presidente, premio Nobel incluso, no es tan malo, y le vamos a legitimar el centro de reclusión clandestino similar al de Auschwitz, al de la Side en Montevideo o al de Automotores Orletti en Buenos Aires, pero que estaba en Guantánamo, Cuba, porque ni siquiera en su propia tierra lo tenían para que después nadie los acuse de violar los derechos humanos en suelo norteamericano.

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Entonces, después de haberla emprendido contra las violaciones a los derechos humanos, después de defender a ultranza que se juzgara a quienes encabezaron la dictadura militar (con lo que estoy totalmente de acuerdo), después de usar el gancho de los detenidos desaparecidos (pobres de ellos y de sus familiares que hasta ahora los están buscando sin una respuesta clara sobre el asunto) por rédito electoral porque no ha hecho nada para buscar a sus ex compañeros de lucha, nuestro presidente, considerado como un líder regional, como un presidente ejemplar para los países del primer mundo (al punto que en Inglaterra el diario The Guardian lo quiere de primer ministro), después de ser devenido en una personalidad mundial elogiado por personajes tan variopintos como el Papa Francisco y el legendario millonario estadounidense Rockefeller, Mujica legitima una de las máximas violaciones a los derechos humanos de nuestros tiempos, la cárcel de Guantánamo y sus presos.

Si tan líder de izquierda es, si tanta convicción democrática y republicana corren hoy por sus venas, si tanto cree en la libertad, Mujica tendría que haberle exigido a Barack Obama que cerrara la cárcel de Guantánamo, sobre todo, porque está en un lugar ocupado en forma ilegal y que devolviera uno a uno a los presos que tiene allí, torturados, secuestrados de sus hogares, manipulados, sin haber tenido derecho a un juicio justo para ser oídos ante un tribunal y decir su verdad.

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Porque esa fue la promesa con la que Obama ganó las elecciones del 4 de noviembre del 2008, y justamente por esa promesa (que no la pudo cumplir durante su primer mandato, pero que ahora le está echando el fardo a otros países dominados como Uruguay para hacer lo que prometió) fue que de manera inexplicable o quizás sea posible explicar si se investigara a fondo, ganó el Premio Nobel de la Paz, algo tan inédito como inexplicable para un presidente de Estados Unidos, país que siempre está en guerra con alguna de las otras 200 naciones del mundo, o al menos tiene embargada a unas cuantas, como muestra de su poder para que nadie dude. Y encima le dieron al Nobel  de la Paz, como si fuera Ghandi. Desde ahí, esos premios que algo de prestigio tenían, para mí ya no son creíbles.

Pero Mujica, en vez de exigirle a Obama que clausure ese centro de detención ilegítima de personas, ese antro de violación a los derechos del hombre y vivo ejemplo de lo que no puede existir jamás, acepta darles refugio en nuestro país, algo que visto así no parece mal, pero hay que buscar el argumento de porqué pasa eso, y es que antes de tomar a un preso político y darle entrada, habría que exigir que el mismo recuperara su dignidad y lo mandaran de vuelta a su casa como corresponde. Y eso es lo justo, no traerlos acá, para muestra de todos, ya estigmatizados como presuntos terroristas y a una cultura totalmente diferente de la suya, por orden de un gobierno que nada tiene que ver con ellos y mucho menos tendría que ver con el nuestro.

Señor presidente, no acepte que el imperialismo que usted tanto criticó le imponga esto porque no es otra cosa que legitimar el infierno de Guantánamo, no es otra cosa que volverse cómplice de las violaciones a los derechos humanos, que usted mismo sufrió en carne propia cuando andaba jugando al héroe, no puede por principios aceptar esto, debe exigir que se cierre ese lugar y que los secuestrados vuelvan a casa, o sean juzgados con pruebas por los crímenes que se les imputan, de lo contrario, usted pondrá al Uruguay como cómplice de los atropellos más importantes que países como Estados Unidos han cometido en nombre de la libertad por el resto del mundo y que el nuestro, siempre se ha opuesto por su tradición de apego a los valores de democracia y respeto a los derechos humanos, salvo, en contadas ocasiones.

¿Qué quiere hacer Mujica con estos sujetos considerados talibanes? ¿Los querrá como guardaespaldas para que lo cuide alguien en serio y no dos veteranos que no pueden correr 50 metros si tienen que sacarlo de un atentado? ¿Los incorporará al ejército uruguayo para que ayuden a los nuestros a saber lo qué tienen que hacer en el caso de que el país sea amenazado por Argentina, que cada vez nos tienen más ganas? ¿Los pondrá a vigilar a los compradores de marihuana, para que cuando el precio ya no le sirva y vuelvan a la boca, los agarren del pescuezo y los obliguen a comprarle al Estado? ¿Los pondrá a vigilar la violencia en el deporte y cuando uno de los muchachos de “la barra de la Amsterdam” se mande una de las suyas lo cuelguen patas para abajo del Estadio?

Mujica no tiene idea de lo que está haciendo, hace acuerdos como estos para buscar ayudar a personas que fueron sacadas de su país con acusaciones pero sin pruebas de haber sido lo que les endilgan, nada más y nada menos que terroristas. Con esto, Uruguay no está refugiando a estos presuntos talibanes, los está encarcelando con libertad ambulatoria, en vez de mandarlos a casa y ayudarlos a recuperar su libertad, o al menos debería apelar a que fueran enjuiciados para despejarnos todos las dudas, de a qué clases de personas estamos recibiendo en nuestro país. Todo por hacernos los buenos y los amigos del más fuerte.

Encima, el Pepe le pidió a Obama que libere a tres cubanos que son considerados presos políticos por ser acusados de espionaje. Entonces cuando Obama leyó la carta de Mujica le preguntó a su ministro de Defensa “¿quiénes son estos tres?”. Y el ministro le respondió: “tres cubanos que tenemos bien guardados por las dudas, porque les gustaba sacar muchas fotos de todo edificio que veían”. Y Obama, mirando su diploma de Premio Nobel de la Paz y asombrado que el soldado Pepe le pidiera algo a él, replicó: “¿pero son solo tres?”. Yo creía que teníamos presos a 11 millones.

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