Mucho nos tememos que la advertencia formulada por organismos internacionales sea válida y oportuna. Nos explicamos recientemente ha trascendido que la proliferación de armas no tripuladas, pero letales determine que cada vez haya más guerras y éstas sean más despiadadas.
A los misiles teledirigidos y de largo alcance, se les han sumado los “drones”, los tanques teledirigidos, los aviones sin tripulantes y hasta el fuego de artillería teledirigido.
La guerra de Ucrania, invadida por Rusia es una prueba irrefutable. Las víctimas pertenecen al mismo pueblo que resiste, mientras que del otro lado son pocas, cada vez menos aunque la destrucción sea la misma o más grande aún.
La denominada inteligencia artificial es una amenaza latente, aunque el pueblo aún lo entienda o no lo asuma como tal, pero bastaría con identificar un blanco y darle la orden de atacar a uno de estos aparatos no tripulados, para que éste destruyera y matara todo.
Es clave que estos organismos internacionales actualicen las prohibiciones de fabricación de determinadas armas, como antes lo hicieron con las armas químicas y no basta con el temor a que estos “robots” lleguen un día a “pensar” y por su propia cuenta tomen decisiones nefastas (como ya ha sucedido con algunos aviones).
En este sentido cuanto más tecnología, mayor será la amenaza que tendremos que enfrentar.
Cada vez es más prescindible el hombre y este es precisamente el objetivo buscado, porque si hay algo que se les endilga a los ganadores de un conflicto (si es que hay alguno), es el número de víctimas, por ínfimo que este sea.
Es más. Si los humanos pudiéramos matar a los congéneres que no piensan como nosotros, sin arriesgar nuestra propia vida, seguro que lo haríamos a mansalva.
El costo en vida es menor y por lo tanto un mundo donde manda la ambición del poder o del dinero, la tentación será mayor. Si podemos matar para lograr nuestro objetivo, sin arriesgar nuestra propia vida, seguro que lo haremos.
Siempre nos hemos opuesto a las guerras, en el entendido que hay otras formas de corregir errores y de aspirar a una situación más justa. Pero tenemos muy claro que la cuestión radica en la fabricación de armas y los países que las fabrican y mejoran cada vez más, generalmente no aparece o pasan desapercibidos.
De ellos nunca se informa pero los países pobres deben de invertir millones de dólares en armas para defenderse, beneficiando a los mismos fabricantes que han armado a sus rivales.