Condenamos y así lo hemos indicado en muchas oportunidades a quienes “negocian” con el pasaje de mercadería. Recordamos haber dicho que lo que nació hace ya varias años con “bagayeros” que pasaban sus bolsos en lancha desde Concordia y luego recorrían la ciudad, pronto “contaminó” al poder político, que vio cuanta gente se movía en esta actividad y no solo aparecieron los puestos en calle Uruguay, sino que se apañó de diferentes formas la feria que se ubicó primero en el Mercado 18 de julio.
La cuestión era sacarla de la vista de todo el mundo, pero hoy es toda una realidad. Un atractivo turístico, pero ha sido eclipsada por la lamentable situación que vive el país vecino.
No es bueno sacar provecho de la mala situación de los demás.
Pero hay que convencerse que el mercader tiene por objetivo obtener el mejor precio, sacar el máximo provecho por lo que vende. Gente que ha tenido oportunidad de viajar a Buenos Aires u otros lugares de la Argentina, nos asegura que Concordia (Entre Ríos), es de las ciudades más caras de la Argentina.
No es de extrañar que sea así, porque es el mercado el que manda y habiendo demanda no se debe esperar otra cosa.
Cuando vemos los esfuerzos que se hacen e incluso las discrepancias existentes entre los diferentes sectores involucrados en este tema, convengamos que hasta nos parece una lucha estéril.
Lo que faltan son controles, pero nadie políticamente se da por aludido. Es que la frontera siempre ha sido así y por eso es que cuando se habla de integración, del libre tránsito de bienes y personas (uno de los objetivos del MERCOSUR), nadie en su sano juicio ignora que depende de que tipo de integración hablamos.
Se nos ocurre pensar en los antecedentes y nos preguntamos ¿Dónde y quienes han logrado mejorar y desarrollarse, siendo pequeños países, con los mismo vicios y defectos, frente a los grandes países a los que asocian?
Lo que nos parece estéril es la lucha emprendida por los empresarios locales. A lo sumo deberían conocer y saber cuáles son las particularidades de la región.
Somos partidarios y acérrimos defensores de la integración, pero no de cualquier integración, sino de aquella que nos permita crecer y desarrollarnos a todos y no sobre la desgracia de los demás.
¡Que conste!
A.R.D.