Los pioneros
merecen seguir siendo recordados

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Fue a finales del siglo XVII (si diecisiete), que comenzó a tomar cuerpo la loca idea de un ingeniero (Smith) de aprovechar la fuerza de los rápidos del Río Uruguay para la generación de energía eléctrica.
Cuando vemos a un edil nacionalista hablar con supuesta autoridad de la represa de Salto Grande, pensamos en que quedó la ímproba tarea de los pioneros, aquellos que concibieron el proyecto, los que batallaron durante casi cien años para sacar adelante la obra.
La gente que participó en la enorme pueblada que llevó ante el parlamente a miles y miles de pobladores de la región que en camiones, autos, ómnibus y en lo que pudieron llegar a Montevideo a pedir por la construcción de la represa lo hicieron en la década del sesenta.
En que quedó el esfuerzo de don Neri Campos Texeira, de don Jorge Andrade Ambrosoni, de don Ugarte (concordiense) y de tantos otros anónimos que dedicaron su vida a luchar por Salto Grande.
No podemos olvidarlos de un plumazo y cada vez que se hablara de la represa, más allá de sus virtudes, debiera recordarse que esta colosal obra se debió a la tenaz lucha de la gente de la región. Salto Grande, no surgió por generación espontánea y debieran saberlo quienes hoy sacan provecho de la obra.
Los funcionarios “no técnicos” que hoy se desempeñan en la represa, no deben ocultar que han llegado allí a ocupar estos puestos por su color político, como también lo hicieron otros antes,
Pero al menos deberían de reconocer como fue posible conseguir esta obra colosal. No nos impresiona saber que el costo de la esclusa de navegación fue la tercera parte de lo invertido en la construcción de la represa, pero si debe saberse que es uno de los planes inconclusos, porque además de las exclusas de aguas arriba y la de aguas abajo, necesaria para salvar el obstáculo de la represa, es necesario construir un canal de navegación de 13 kilómetros de largo sobre la costa argentina, de costo multimillonario, para poder salvar la escollera rocosa de Salto Chico.
La navegabilidad del Río Uruguay sigue siendo un sueño utópico y es bueno saber que a pesar del paso que se ha dado estamos muy lejos de verlo hecho realidad, sobre todo por una cosa: en cualquier negocio a montar lo primero a determinar es saber si hay demanda y suficiente interés en la obra para hacerla rentable.
Y que nos perdonen los impulsores de diversos planes que hoy se manejan, pero hasta el momento no lo vemos.
A.R.D.

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Liliana Castro Automóviles