Creer que por que se accede a un cargo, una función o se pertenece a tal o cual poder del Estado se está más allá de la ley es una fantasía, un delirio. Lamentablemente hay mucha gente así y a veces conforman verdaderas “bandas” o “pandillas” que creen que pueden establecer sus propias leyes y nadie les va a pedir cuentas.
De esta manera manejan temas o situaciones más allá de la ley y toman decisiones que nada tienen que ver con ésta.
Es lo que pasa muchas veces en que creemos que “hecha la ley, hecha la trampa” y podemos hacer y deshacer a nuestro gusto y antojo, sin que a nadie se le ocurra pedirnos cuenta de ley o norma alguna, debido a nuestro cargo o nuestra función.
Muchas veces creemos que con determinadas estratagemas podemos engañar a la ley o a quienes pretenden hacer cumplir ésta.
La función lleva a confundirnos cuando no tenemos clara las cosas. La verdad siempre resplandece y tarde o temprano quien obra con la verdad estará en condiciones de demostrarla, aunque del otro lado tenga una verdadera “patota” involucrada en cuestiones irregulares.
Pasó recientemente y pasa en forma rutinaria. La verdad se pretende deformar o disimular y muchas veces son tantos los involucrados en situaciones irregulares que pueden salirse con la suya, pero que se sepa siempre corren riesgo que se sepa la verdad.
Hay gente que ha demostrado que “se marea con los aplausos” para decirlo con un término popular y no está apta para ejercer un cargo o una función. Días pasados en estas columnas destacábamos el hecho de que a nuestro entender el presidente de la república obró debidamente cuando le pidió la renuncia a la ministra de vivienda.
No es más que una muestra. El denominado “populismo de derecha”, que tanto mal ha ocasionado en nuestros días, es tan lamentable como el populismo de izquierda.
Nada hay más productivo que embanderarse con un problema real, que aqueja a todos los habitantes de un país, para torcer el rumbo de la balanza hacia intereses no siempre loables.
Cierto es que el sistema político actual, con sus defectos y virtudes, está más allá de las direcciones eventuales o circunstanciales que suelen dársele, pero las desviaciones por cortas que sean pueden hacer un daño terrible.
Debemos saberlo, para obrar en consecuencia y no ver el árbol, sino el bosque en toda su dimensión.
A.R.D.