Cuando ya casi nadie parece recordar la pandemia del COVID que hemos soportado, porque el denominado “tapabocas” ya casi nadie lo usa, debemos rescatar algunos aspectos.
En primer lugar, nadie sabe en que medida se ha superado la pandemia y por ende nadie sabe si no vuelve esta u otra, por la sencilla que hasta el día de hoy no tenemos una versión fidedigna sobre las causas de esta pandemia.
El hecho de que aún hoy haya en el país un número de casos importante de la enfermedad y lo que es peor, un número también importante de fallecimientos por esta causa en el país, no parece inquietar a nadie.
No parece inquietar tampoco el hecho de que hubieran aparecido otras enfermedades inquietantes (nuevas variantes del mismo COVID) o la misma “Viruela del mono”, es bueno entender algunos aspectos esenciales de la vida.
En estos tiempos de emergencia que todo lo ha cambiado, y alguna de las consecuencias aún no nos han llegado, debiéramos haber aprendido algunos aspectos que seguramente tendremos que volver a enfrentar.
Nos hemos habituado a creer que normalmente la vida es larga y sana, cuando esto depende esencialmente de cómo la vivamos y muchas veces ni siquiera está a nuestro alcance. Pero en estos tiempos de crisis es bueno entender que vivimos en el mismo ámbito, que directa o indirectamente dependemos de lo que hagan los otros porque tarde o temprano las consecuencias serán para todos.
La humanidad entera sabe, porque lo ha escuchado reiteradamente, que los mares se están llenando de plástico, que el aire está contaminado, sobre todo por los gases que echamos al aire y están destruyendo esa capa protectora de la vida humana, que es la atmósfera.
Lo sabemos, pero nada hacemos. Las grandes potencias y los grandes intereses, sobre todo los multinacionales, no tienen interés alguno en proteger y preservar el ambiente, ni de proteger y preservar la naturaleza.
Hay antes que nada un deterioro humano, un acumular y tener y tener, sin percatarse que las riquezas materiales no significan nada a la hora de dejar este mundo.
No lo saben ellos ni lo hemos valorado suficientemente nosotros, que el maldito virus que está haciendo tanto daño no reconoce entre ricos (materialmente) y pobres, porque a todos ataca por igual.
Veremos qué es lo que queda luego de esta pandemia, si realmente hemos aprendido algo o si sencillamente sobrevivimos para seguir haciendo lo mismo.
A.R.D.
Lo que la emergencia
debiera habernos dejado
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