- espacio publicitario -ACTIVAradio - Streaming Generación X Liliana Castro -Automóviles

    “Las llamas de la bruja”, de Jesuina Sánchez

    0
    - espacio publicitario -
    Enlace para compartir: https://elpueblodigital.uy/pt05

    Se presentó el sábado en Salto

    Los poemas que conforman “Las llamas de la bruja”, último libro de la salteña, radicada en Paysandú, Jesuina Sánchez (cuya publicación EL PUEBLO comentó oportunamente y que fue presentado el sábado pasado en el Palacio Córdoba), plantean una interesante reflexión sobre temas trascendentes, profundos, complejos, comJ.S.o los que han ocupado a la poesía universal en todos los tiempos, es decir, la muerte, la soledad, el miedo, las sensaciones que despiertan los distintos meses y estaciones del año, el paso por las distintas etapas de la vida (los niños ocupan un lugar destacado) o los diversos “roles” en una familia (hijo, abuelo…).
    Y lo hacen con la experimentada mirada de quien siempre se ha dedicado a trabajar las palabras con un fin estético y ha hurgado en sus planos más connotativos; todo esto combinado con la necesaria delicadeza del decir poético, un elogiable buen gusto en las expresiones y giros lingüísticos, como debe ser la auténtica poesía.
    Es la de “Las llamas de la bruja” una poesía que, sin ánimo de detenernos en comparaciones, viene envuelta en una atmósfera parecida a la de varios poemas de Juana de Ibarbourou, no solamente por los temas, sino también por la constante presencia de algunas flores y el tono de melancolía dado, por ejemplo, por la conciencia del paso del tiempo; así como también resulta parecida, por momentos, al ambiente que rodea a la poesía de Marosa, especialmente por la concurrencia de muchos seres habitantes del mundo marosiano, el de sus chacras y el de sus versos: caminos florecidos, frutas y animales.
    Lo que sigue es una breve selección de poemas del libro de Jesuina, pertenecientes a sus distintas secciones.

    TEMOR
    Viniste por mí a una hora inmensurable.
    Un traje absurdo
    cubría de color mi cuerpo.
    Al ritmo de una música amarilla
    giraban parejas de abejorros…
    Ajena al bullicio de la fiesta
    ocupé un sitio aislado y pequeñito.
    Una melodía morada y dulce
    se descubrió en la sala sin perfumes.
    El antipático color se alejó malhumorado.
    La melodía como densa niebla cubrió todo.
    Quise salvar tu rostro
    y mi extraño anillo:
    el color morado me miraba amenazante.
    Tomé tu rostro indiferente y me alejé.
    Nunca, nunca más regresaré.

    - espacio publicitario -

    INVIERNO
    Reza junio un credo de palomas
    y me introduzco en la tarde gris y fría…
    La ciudad es un planeta de juguete.
    Desnudos los árboles conversan
    de un tiempo ido entre carrozas blancas.
    Busco el asombro perdido entre tus manos.
    Tu cuerpo en mí late y se prolonga
    como un trino, una gaviota, un pino alto…
    Me busco y te busco en esta tarde
    mientras tejen relojes los gorriones.
    No estás. No estoy. Vago y pregunto
    las cosas que sé ya sin respuestas.
    Desde una luna blanca y somnolienta
    se regocija el invierno manso y solo.

    XXVII
    Los nardos quietos ensayan laberintos.
    Junto al jazmín sueñan calladas las gramillas.
    El sauce se abre y la luna va pariendo
    una energía ancestral que te reclama.
    No llegarás.
    La cárcel que creaste
    anuló intentos y relojes.
    Con mil pequeñas muertes aún caminas
    pero tu hiedra no trepa mis murallas.
    Freno las ansias y callo tus latidos…
    Un camino de sal, un mar sin nombre,
    un apagado cirio que no llora…
    La limitada geografía de tu nombre
    es asimétrico fresno. Casi olvido.
    XXIII
    Afuera el ruido, los sonidos,
    la música que agrada
    o que molesta…
    Todo está afuera…
    Adentro, los ángeles, los
    indios, las presencias
    claramente definidas.
    Entonces, lo de afuera
    queda afuera, y
    adentro palpita vivo
    mi mundo.

     

    Enlace para compartir: https://elpueblodigital.uy/pt05
    - espacio publicitario -