Es uno de los problemas más acuciantes. La vivienda sigue siendo uno de los cuellos de botella de la ciudadanía. Tanto es así que el sueño de la casa propia, sigue siendo eso para la mayoría de los uruguayos, vale decir sólo un sueño.
Hoy sólo es posible hacer frente a un alquiler si ambos integrantes de una pareja trabajan y para ello una familia “tipo” debe resolver primero, que es lo que puede hacer en el caso de tener hijos.
Por lo tanto la vivienda propia pasa a un segundo plano y pronto surgirán otros “gastos” que en su momento se consideraron necesarios. Es uno de los temas recurrentes y como es sabido pronto los problemas económicos acarrean rencillas, distanciamiento y resquebrajan la unidad familiar. La consecuencia de esto es frecuentemente la disolución de la pareja.
No con esto queremos echarle la culpa a los propietarios, debido entre otras cosas a que también ellos tienen que enfrentar gastos importantes, pero el Banco Hipotecario que tendría que mediar en estos problemas está lejos de hacerlo.
Es un tema complejo de por sí. Es una de las inversiones más importantes que deben resolver las parejas jóvenes y también una de las causas más frecuentes de la separación de las parejas, de la disolución del vínculo y sobre todo de la aparición de asentamientos, única salida al tema que encuentran muchas parejas.
No creemos en el Estado paternalista que todo lo debe resolver. Pero si entendemos que en muchos casos la solución puede facilitarse por esta vía, al menos para residir en un lugar digno, donde no se llueva, no se inunde y cuente con los servicios imprescindibles.
No pretendemos desconocer lo que se ha hecho, sencillamente queremos dejar claro que es insuficiente, El movimiento cooperativo ha aportado una de las salidas más viables, con su propio esfuerzo y el apoyo del Estado. Entendemos que esta es la salida.
No es que el Estado deba resolver todos los problemas, pero debe contribuir para evitar que se produzcan “bolsones” vergonzosos en ciudades como la nuestra.
Cuando el Estado se mantiene alejado de los verdaderos problemas y de las necesidades de la gente el caos y las crisis son inevitables. Estamos convencidos que en este tema como en tanto otros, es preferible prever antes que curar y por lo tanto lo primero es ordenar y evitar que este tema se preste para que muchos inescrupulosos especulen con las necesidades ajenas.
A.R.D.