Fue uno de los partidos enmarcados en la primera fecha de la segunda rueda en la Divisional C. Minutos antes de la conclusión del partido entre Barcelona y Florida, ardió troya. Tras una incidencia de juega, la sanción de un penal por parte del árbitro central y dejando sin efecto la partir de asistente, la situación se degeneró. Las imágenes de los videos que a los pocos minutos comenzaron a circular por las redes sociales, reflejaron el grado de violencia e intolerancia.
Habrá que aguardar la sesión del miércoles en la Divisional «C», para reconocer en qué medida se denuncian los hechos. De lo que no hay dudas es que una buena mayoría de jugadores participaron y los menos pretendieron calmar los ánimos, en medio de la locura.
Porque fue una locura otra vez. En la menor de las divisionales no se habían registrado hechos de este tipo,pero cuando la intolerancia campea, el brote es posible.
Solo cabe preguntarse hasta donde se pretende llegar con actitudes como estas, donde el fútbol se expulsa a un plano secundario y la violencia entra a mandar. El absurdo de su mando.
