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La trata y la prostitución son los dos rostros de una misma moneda, que es la violación

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 Sonia Sánchez y su lucha abolicionista 

Días pasados, bajo la organización de La Revuelta Subversiva, disertó en Salto la activista, abolicionista Sonia Sánchez.

La actividad tuvo como finalidad poner sobre la mesa la trata y la prostitución, temas sobre los cuales La Revuelta viene accionando desde hace tiempo.

Sonia es sobreviviente de prostitución y de trata y lleva a cabo una lucha abolicionista de la prostitución, por lo cual el grupo salteño consideró importante escucharla.

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«Nos pareció sumamente importante escuchar a Sonia , por todas las denuncias que nosotros venimos haciendo desde hace años en nuestra ciudad, de los casos de explotación sexual a gurisas de INAU, el tema de la Plaza Deportes, de diferentes puntos acá en la ciudad que sabemos que hay muchas situaciones de explotación sexual y de prostitución» dijo a EL PUEBLO Camila Mattera , integrante de La Revuelta Subversiva.

«Nos parece importante escuchar qué es lo que ella tiene para contarnos de su experiencia de vida y también a partir de eso poder pensar juntas como sociedad qué nos pasa con estas temáticas que muchas veces son tabúes y a ver qué hacemos entre todos y todas para poder revertirlo de alguna manera»

Por su parte Sánchez dijo que  «no podemos separar la trata con la prostitución porque van de la mano». Argumentó que, si un país realmente lucha contra la trata, «debe abolir la prostitución», subrayando que «en un país regulacionista, por lo tanto, es parte de la trata».

No dudó en señalar la hipocresía que observa en los discursos de distintos gobiernos: «Todos los gobiernos, de hecho en Argentina luchamos las personas abolicionistas porque a cualquier gobierno, sea izquierda, derecha, centro, neoliberalista o ultraderecha, que dice que la prostitución es un trabajo, le conviene». Afirmó que la prostitución sirve como un falso alivio a la desocupación , «cuanta más mujer es empobrecida, etiquetada como un kilo de fideos, como trabajadora sexual, le baja el desempleo».

Los responsables invisibles

Sánchez también cuestionó el enfoque que se le da a la prostitución, que a menudo se centra en las mujeres. «Siempre vemos la parte más débil, que es la puta. ¿Por qué no nombramos a los puteros?», se preguntó. Estos hombres, que a menudo son familiares o figuras de autoridad, «son quienes sostienen este sistema», y su participación es crucial en la perpetuación de la violencia y la explotación.

Para la activista, «la trata y la prostitución son los dos rostros de una misma moneda, que es la violación». En su análisis, la trata incluye acciones como «captar, trasladar y prostituir», afirmando que «no habría trata con fines de explotación sexual si no hubiera pobreza». Subrayó que «en América Latina y el Caribe, el rostro de hambre, de pobreza, de desempleo, precarización y endeudamiento, tiene el rostro de mujer».

Alquiler de vientres como nueva explotación 

Sánchez también abordó la creciente problemática del alquiler de vientres, señalando que «en el mundo ni una mujer rica ha alquilado el vientre para que nosotras las empobrecidas seamos mamá, seamos papá». Esta práctica se suma a un ciclo de explotación que afecta principalmente a las mujeres más vulnerables, que ya enfrentan múltiples formas de violencia.

La Resiliencia de las Sobrevivientes

Al reflexionar sobre su propia experiencia, Sánchez compartió su historia de supervivencia.»Me hicieron la puta de todas y de todos, y me traficaron a los 16 años». A través de su rabia y determinación, encontró una salida. «No se elige con libertad ser puta, elige el hambre», remarcó, enfatizando que «cuando te hacen la puta de todas y de todos, no puedes decir no».

Un aspecto fundamental de su proceso de sanación ha sido recuperar el amor por su cuerpo, un viaje que describió con gran profundidad. «Cuando te hacen la puta de todas y de todos, y te etiquetan como trabajadora sexual, tu cuerpo no te pertenece», explicó. Este despojo de su identidad y autonomía la llevó a experimentar un profundo odio hacia sí misma y su cuerpo, que se convirtió en un lugar de violencia y dolor. Sin embargo, Sánchez encontró una luz en medio de la oscuridad.

«Debía habitarme», dice con determinación. Para ella, el proceso de recuperar su cuerpo significó un largo camino hacia la aceptación. «Aprendí a mirar mi cuerpo, a aceptarlo, esto no fue un proceso fácil. Fue a través de repetidas y largas luchas y duchas, un ritual que ella transformó en una forma de cuidar de sí misma, donde comenzó a entender que su cuerpo merecía amor y respeto. «Empecé a acariciarme», recordó, describiendo cómo ese acto simple y fundamental le permitió reconectarse con su propia humanidad.

A través de este proceso, Sonia redescubrió su poder. «Aprendí que me estaba queriendo y desde ese maravilloso momento no le permito a nadie, a nadie, un grito y menos que piense que me puede golpear», enfatiza. Este acto de amor propio no solo la liberó de su pasado, sino que la empoderó para enfrentar al mundo con una nueva fortaleza. La rabia que antes sentía, que a veces podía ser destructiva, se transformó en un motor para luchar por sus derechos y los de otras mujeres. «No soy una mujer sumisa», afirma con orgullo.

Una larga lucha por la abolición

Con más de 26 años en la militancia, Sánchez ha trabajado para organizar a las mujeres en situaciones de prostitución y ha promovido un mensaje claro: «La prostitución no es trabajo, es la violencia más antigua que padecemos las mujeres». A pesar de la falta de recursos, se ha dedicado a hablar en escuelas y comunidades, desafiando el relato que normaliza la prostitución como una opción viable.

«Mi trabajo es incomodar», afirma Sánchez. Y es a través de esa incomodidad que ha creado un espacio seguro para que las mujeres jóvenes puedan compartir sus experiencias. «Recibo denuncias de que están siendo violadas, están siendo prostituidas», señala, mostrando la importancia de su labor en la educación y la sensibilización sobre estos temas.

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