Cuando esto escribimos aún no se ha determinado con precisión cuales han sido palabras del diputado Lust en una reunión interna de CA, en la que habría dicho “como al pasar” de que la mitad de los Cabildantes han sido torturadores.
La afirmación supuestamente fue hecha al defender al militar Puppo, separado por el mencionado partido debido a una denuncia de violencia doméstica en su contra y los dichos de Lust fueron grabados por uno de los participantes en la instancia.
Más grave que esto es lo que -según la versión trascendida -es la afirmación de que Lust, ante la aclaración del propio Puppo de que no había golpeado a su pareja, el legislador habría sostenido “le hubieras golpeado…”
Nos preocupan dos cosas. La primera de ellas es el concepto del legislador, que parece justificar el golpe y la violencia en el ámbito familiar, cosa absolutamente inadmisible.
Lo segundo y quizás más grave aún es el hecho de que se diga totalmente suelto de cuerpo que una cantidad de dirigente de CA han sido torturadores. Como si no se tratara de un delito grave, condenado expresamente y se sostiene que hay gente que lo ha llevado a la práctica, sin que haya un solo atisbo de condena al delito.
Estamos de acuerdo con la ley y los autores de delitos deben pagar sus culpas ante la sociedad y hay delitos que no prescriben, por más tiempo que haya pasado.
Referirse a los delincuentes de esta forma, no nos parece acertado. Los torturadores no han sido identificados -salvo algunos- mientras que los rivales, sin lo que Ud. está pensando, purgaron con años de cárcel y también con crueles tormentos, la comisión de sus delitos.
Flaco favor le hace al sistema un legislador que reconoce que sabe el nombre de muchos torturadores, delincuentes según nuestra Carta Magna y no los denuncia, ni aporta.
Cuando esto escribimos no sabemos que ha pasado con las supuestas declaraciones de Lust, pero mucho nos tememos que se las archive, como ha pasado con otros temas sumamente graves.
No acostumbramos a inmiscuirnos en los temas que analizan los partidos en forma privada, pero en la medida que se trata de un tema público, cuya gravedad queda de manifiesto desde el momento que fue recogido por uno de
los semanarios políticos más importantes del país, entendimos que merecía ser analizado en estas columnas.
A.R.D.
La tortura no es un delito más, sino que es “el delito»
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